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Parana » AIM Digital
Fecha: 12/07/2025 20:42
Al principio del canto VIII del Infierno, en la Divina Comedia, Dante hace decir a Pluto: "Pape Satán, Pape Satán, aleppe". No ha sido posible aclarar el sentido del verso, que se considera una invocación demoníaca a Satanás. ?La figura mencionada allí, revestida entonces de un poder terrorífico que en buena parte ha perdido, comenzó su carrera en el cristianismo legal en el año 325 en el concilio de Nicea, convocado por el emperador Constantino. En Nicea los obispos establecieron el credo, fijaron las relaciones entre dios padre y dios hijo y promulgaron el primer derecho canónico. La iglesia dejó de ser perseguida, al contrario fue protegida como garantía de unidad de un imperio decadente. Poco tardaría en convertirse en perseguidora. Ya en el año 387 mandaba quemar a todos los jefes de los maniqueos con sus libros y condenar a muerte o enviar a trabajos forzados a sus discípulos. Los refractarios con frecuencia eran acusados de prácticas satánicas, en particular las mujeres que se mantenían fieles a los cultos paganos antiguos; que en muchos casos eran culpables por usar en sus casas recipientes como calderos, que en realidad servían para preparar cerveza. La inquisición, primero episcopal y luego papal, fue fundamental en la represión de las herejías, por ejemplo los cátaros en el sur de Francia en el siglo XII y los templarios en el siglo XIV. En ambos casos, además de las cuestiones religiosas, había la codicia de apoderarse de bienes considerables o la necesidad de eliminar a un acreedor muy molesto. Durante más de un milenio el satanismo o lo que se hacía pasar por satanismo fue implacablemente reprimido por la iglesia y por el poder secular que seguía su inspiración. El debilitamiento del poder del clero y de las confesiones protestantes ha facilitado el renacimiento del satanismo en el mundo occidental, que durante siglos fue contenido por la religión y luego por la ciencia. Eran frecuentes las posesiones y los exorcismos en la Europa de hace 500 años, pero cuando la ciencia pudo distinguir endemoniados de enfermos el fenómeno reapareció bajo una forma nueva, como satanismo, otra expresión del pensamiento mágico. En su "Historia del satanismo y de la brujería", Jules Michelet vincula la aparición de una nueva mentalidad con la muerte de Pan, el dios de la Naturaleza, el que inspiraba el pánico con su flauta. Michelet dice que poco antes de la victoria del cristianismo, una voz misteriosa corría por las riberas del mar Egeo, diciendo: "El gran Pan ha muerto". Anunciaba el fin del antiguo dios universal de la naturaleza. Se supuso que al morir la naturaleza iba a morir la tentación y que el alma humana iba a descansar finalmente. Los primeros monumentos cristianos revelan la esperanza de que desaparezca la naturaleza, se apague la vida, llegue el fin del mundo. Es el final de los dioses de la vida, que por tanto tiempo han prolongado la ilusión. Todo cae, se desmorona, se hunde. El todo se convierte en nada: "El gran Pan ha muerto" La duplicación del mundo en natural y sobrenatural, la valoración de uno y la reprobación de otro, estableció un dualismo que tomó desde entonces muchas formas, una de ellas las brujas que ardieron en las hogueras de la inquisición, y otra los modernos cultos satánicos. Desde hace algunos décadas, florece en los Estados Unidos, fuente inagotable de sectarismo, el Templo de Satanás, que confiesa querer "romper el aburrimiento del ateísmo", y para eso nada mejor que rendir culto al diablo. Otra afirmación del satanismo moderno nació en California la noche de Walpurgis (noche de brujas) de 1966, guiada por Anton LaVey Con influencia de Nietzsche y de la escritora ruso-estadounidente reaccionaria Ayn Rand, (Alisa Zinóvievna Rosenbaum) LaVey expuso sus ideas en la Biblia Satánica. El feminisno no ha sido inmune al satanismo. El recuerdo literario de Lilith -la primera mujer anterior a Eva según una tradición hebrea reprimida por los rabinos pero mencionada por el profeta Isaías- hermosa, libre, rebelde frente a Adán e incluso frente a Dios, es una inspiración de las feministas que se inclinan por el satanismo. Explicar la presencia del mal es un rompedero de cabeza para los teólogos, que deben salvar la bondad absoluta de dios. El planteo es "si dios existe, de dónde proviene el mal; si dios no existe, de donde proviene el bien" Las religiones griega y romana no conocían al diablo, entre los 400 dioses celtas no había sitio para el maligno, lo mismo que en las religiones africanas no influidas por los misioneros, en los indígenas de América del Norte, tampoco en el sintoísmo, budismo ni el taoísmo. Satanás ha sido objeto de fascinación y temor a lo largo de la historia, representando la encarnación del mal en diversas culturas. En el cristianismo Satanás adquirió relevancia como adversario Dios. La idea de una fuerza maligna opuesta a dios no es de origen hebreo ni cristiano, es mazdeísta, de la religión de la antigua Persia. Zoroastro introdujo la dualidad del bien y el mal, representada por Ahura Mazda, el dios supremo, y Angra Manyu, un espíritu maligno. Angra Manyu, también conocido como Ahriman, simbolizaba la oscuridad y la destrucción, un precursor de Satanás. En el Apocalipsis, Satanás es presentado como un ángel caído que lidera una rebelión contra Dios. Es el "príncipe de este mundo", la personificación del mal, el adversario supremo. Según la tradición cristiana, Satanás fue creado como un ángel llamado Lucifer, cuyo nombre significa "portador de luz". Su caída se debió a su orgullo y rebelión contra Dios antes de la creación del hombre. En la cultura occidental, Satanás ha sido símbolo de rebelión, tentación y conflicto entre el bien y el mal. Sigue siendo una figura central en el imaginario colectivo, un recordatorio de las luchas internas y externas que definen la experiencia humana. Una de las representaciones de Satanás en la tradición cristiana es su identificación con la serpiente del Jardín del Edén. En el relato bíblico del Génesis, la serpiente tienta a Adán y Eva a desobedecer a Dios, llevándolos a comer del fruto prohibido. La tradición cristiana asoció la serpiente con el diablo, el enemigo de la humanidad, responsable de la entrada del pecado en el mundo. Para los satanistas modernos, Satanás simboliza el individualismo y el rechazo a la moralidad convencional, aunque no implique necesariamente la adoración del diablo. Primero Lucifer, después Satanás La ambivalencia anexa al nombre Lucifer no se resuelve solo con la etimología. En efecto, Lucifer, "portador de luz" es el equivalente del griego Fósforo o Eósforo, "el portador de la Aurora". Esta idea lo vincula con Venus, que puede acompañar como "lucero" tanto el amanecer como el crepúsculo. En la astrología romana era la "stella matutina", una de las tantas designaciones que la iglesia aplica a la Virgen María. Lucifer era, según la leyenda, el más hermoso ángel del cielo, y solo en esta condición llevaba ese nombre. Hay que advertir que las estrellas representaban a los ángeles. Su soberbia provocó su caída y solo entonces se transformó en Satanás el diablo. Este nuevo nombre que recibió Lucifer significa "el adversario". De la Redacción de AIM.
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