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Parana » Asdigitalnews
Fecha: 11/07/2025 00:37
No tiene la mística de la cocaína ni la fama callejera del paco. No corre en fiestas, no se glorifica en canciones. El fentanilo, en su lado B, opera en las sombras. Es legal, médico, exacto. Un analgésico potentísimo que en quirófanos alivia dolores insoportables, pero fuera de control, se convierte en un arma invisible. No huele, no avisa, no perdona. Mezclado con otras drogas, disfrazado de cocaína, entra al cuerpo como un huésped indeseado. Y basta una dosis mínima para que empiece a cerrar puertas: primero la conciencia, después la respiración. Lo que queda es una estadística más en la curva ascendente de muertes que crecen en silencio. Este no es el fentanilo del prospecto, sino su lado B: clandestino, letal, y cada vez más presente. "Lo vemos cada vez más seguido. Pacientes que dicen haber consumido cocaína y llegan con síntomas de opioide: pupilas puntiformes, coma, depresión respiratoria. No es cocaína. Es fentanilo disfrazado de cocaína", dice el doctor Aldo Saracco, jefe del Centro de Información Toxicológica del Ministerio de Salud de Mendoza y expresidente de la Asociación Toxicológica Argentina. Saracco explica que el fentanilo es un opioide sintético de uso médico que se destaca por su altísima potencia analgésica: "Es casi 100 veces más fuerte que la morfina. Se trata de un fármaco legal, indicado para situaciones clínicas específicas como cirugías o tratamientos en unidades de terapia intensiva, especialmente en pacientes con asistencia respiratoria mecánica o dolor severo". Sin embargo, su uso no siempre ocurre dentro de los márgenes de la medicina. En el circuito ilegal, el fentanilo pierde los controles de calidad y dosificación propios del ámbito farmacéutico. Convertido en polvo tras un proceso de deshidratación, se mezcla con otras sustancias psicoactivas, como la cocaína, con el objetivo de potenciar sus efectos. Esta manipulación lo convierte en un cóctel químico de alta toxicidad, difícil de predecir y, en muchos casos, letal. El principal riesgo no está solo en su potencia, sino en su invisibilidad. La mayoría de las personas que llegan intoxicadas no saben que lo consumieron. Según el especialista, "hay un desvío de uso en búsqueda de los efectos que genera esta sustancia psicoactiva depresora del sistema nervioso central". La combinación de fentanilo con cocaína —una sustancia estimulante— genera cuadros clínicos confusos que dificultan el diagnóstico y el tratamiento. "La cocaína produce dilatación de las pupilas, taquicardia, hipertensión; los opioides, en cambio, provocan miosis puntiforme, depresión respiratoria y somnolencia", detalla el toxicólogo. En otras palabras: mientras una droga acelera el cuerpo, la otra lo apaga. El cuerpo queda atrapado entre dos señales opuestas. Y muchas veces no resiste. La mayoría de las muertes se producen por depresión respiratoria —el cuerpo deja de respirar— o por broncoaspiración: "Estos pacientes, al estar en coma o con pérdida de conciencia, pueden vomitar y aspirar el contenido, lo que lleva a una falla respiratoria".
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