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  • ¿La política volvió a la normalidad? – MisionesOpina

    » Misionesopina

    Fecha: 10/07/2025 00:50

    Por Luis Huls* Pasó apenas un mes desde las elecciones del 8 de junio en Misiones y las cosas volvieron a ser como antes: la política, tomando distancia de la gente. Se apagaron los parlantes, se guardaron las pecheras con el nombre del sublema, ya no hay más arroz con pollo ni choripán en las esquinas; los festivales "espontáneos" se suspendieron, ya no hay selfies con jubiladas, ni caminatas con mate en mano, ni fotos con la vecina preocupada. Los miles de candidatos que, hasta hace treinta días decían ser “uno más del pueblo”, hoy no están, se esfumaron, se olvidaron … “como promesa de campaña”, justamente. No es que ninguno esté haciendo nada, sino porque volvieron a sus agendas previas al 8 de junio. Pero los problemas en los barrios siguen, no desaparecieron. La pregunta es para todos y no excluye a nadie. Este espejo incomoda tanto a oficialistas como a opositores. Porque no basta con señalar al que gobierna, que tiene la obligación de dar respuesta todos los días; también hay que mirar al que quiere gobernar. ¿Acaso su compromiso era solo para el tiempo de campaña? ¿O acaso solamente prometen para buscar votos y después desaparecen? ¿Acaso no tenían pensado cumplir si no ganaban? La oposición no puede limitarse a aparecer cada dos años, sacarse la foto de rigor, tirar cuatro críticas al gobierno de turno y esperar la cosecha del voto castigo. Si quieren construir una alternativa creíble, deben seguir caminando los barrios incluso cuando las urnas ya están guardadas. El pueblo misionero no vota cáscaras vacías. Lentamente, con la prudencia de quien ya ha sido muchas veces engañado, los misioneros comienzan a exigir coherencia entre el discurso y la acción. Que la narrativa política no siga por un carril y la realidad por otro. La crítica sobre la política es mucho más tenaz, y está bien que así sea. Y el resultado del 8 de junio fue, en buena medida, una devolución de gentilezas: cada uno recibió lo que supo sembrar. Cada candidato recibió los votos que se merece. La gente vota bien, la mayoría no se equivoca. Hoy, si se revisa quiénes siguen activos, se cuentan con los dedos de una mano. Tal vez cuatro o cinco políticos —de primera línea— siguen en la calle, gestionando, escuchando, apareciendo. Se cuentan con los dedos de una mano. Y no por estrategia, sino por convicción. Tanto del oficialismo y de la oposición. Son los que entienden que la política no se suspende entre elecciones. ¿Y los otros? ¿Los de segunda y tercera línea, que sacaron pocos votos y que encima andan enojados buscando a quien culpar por su bajo desempeño electoral? Esos tenían que ser los primeros en estar caminando los barrios y cumpliendo lo que prometieron en campaña, pero no, son los que primero se borraron. Estamos ante un momento bisagra para la política misionera. Un tiempo que exige barajar y dar de nuevo. Muchos candidatos deberán buscar en el fondo del placard esa vieja cosa que extraviaron y que se llama vocación. Tendrán que salir del aire acondicionado, volver a embarrarse las zapatillas, tomar el mate amargo con los vecinos y, sobre todo, trabajar sin esperar un contrato, sin esperar sacar ventaja y trabajar cuando no hay cámaras para salir en los medios o redes sociales. Muchos se han acostumbrado equivocadamente a cumplir horario de 8 a 12, pasando de la oficina climatizada a bar, a la cafetería o al restaurante. Y después, dormir la siesta, jugar al paddel, al tenis, el futbol, los caballos o el barrio cerrado. Se han mal acostumbrado y el que no lo entiende así está en el lugar equivocado, porque la política no es eso. Y si creen que la política es eso, le están dando la razón a Javier Milei. Y si es así, pongan un quiosco y dejen su lugar a otros. El presidente Javier Milei está demostrando que la gente no quiere a los políticos, que preferiría que los políticos no existan y que la gente puede vivir con un Estado más chico, con menos empleados públicos y menos ministerios. Sí, Milei, ese que construyó su poder sobre el hartazgo. Que dijo “los políticos no sirven” y cosechó votos por millones. Entonces hagan algo para cambiar el pensamiento de la gente o puede ser que los próximos despedidos de la administración pública sean ustedes, pero despedidos por el voto de la gente. Hablaron de justicia social, de transformación, de estar cerca de la gente. Bueno, apenas pasaron treinta días y ya incumplieron esa promesa. El relato se volvió a divorciar de la realidad. Y la política volvió a la normalidad, distanciada de la gente. Este comentario no apunta a erradicar la política, no busca atacar a todos los políticos ni al sistema democrático, mucho menos. Es un llamado de atención, o advertencia, a aquellos que toman la política con oportunismo y le toman el pelo a la gente.

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