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Chajari » Chajari al dia
Fecha: 09/07/2025 03:40
El 9 de julio de 1816, en Tucumán, se declaraba la independencia del Virreynato del Río de la Plata. Lo hicieron representantes de distintas provincias, aunque hay que destacar que aquellas que conformaban el Protectorado artiguista no lo hicieron. El motivo fue muy simple: esas provincias habían declarado la independencia un año antes en lo que se llamó Congreso de Oriente. En el año 1816 San Miguel de Tucumán era una ciudad muy pequeña, de doce manzanas. Los tucumanos, unos pocos miles por entonces, tenían una vida tranquila. Había tertulias nocturnas, pero a las diez el toque de queda obligaba a retornar al hogar. Los primeros en llegar a Tucumán fueron los diputados porteños y los cuyanos. Los restantes se fueron sumando luego, hasta que el 24 de marzo de 1816 se inauguraron las sesiones del Congreso. Presidía el Dr. Pedro Medrano. Éste pensaba que llevar adelante el Congreso no sería sencillo, pero dejó abiertas las sesiones y se designaron dos secretarios: Juan José Paso y José Mariano Serrano. El Congreso sesionó en la casa de doña Francisca Bazán de Laguna. Era una típica casa colonial. La primera cuestión que tuvo que tratar el Congreso fue el reemplazo del renunciante director supremo Ignacio Álvarez Thomas. Fue elegido para el cargo el diputado por San Luis, coronel mayor Juan Martín de Pueyrredón, quien debió viajar a Salta para confirmar a Martín Miguel de Güemes como comandante de la frontera norte tras la derrota de Rondeau en Sipe-Sipe. El tema siguiente del Congreso fue el debate sobre la forma de gobierno. La mayoría de los congresales estaban de acuerdo en establecer una monarquía constitucional, que era la más aceptada en la Europa de la Restauración. En el mundo sólo quedaba en pie una república: los Estados Unidos de Norteamérica. En la sesión secreta del 6 de julio de 1816, Manuel Belgrano propuso ante los congresales de Tucumán que, en vez de buscar un príncipe europeo o volver a estar bajo la autoridad española, se estableciera una monarquía moderada, encabezada por un príncipe inca. Belgrano recibió el cálido apoyo de San Martín y de Güemes. La idea también entusiasmó a los diputados altoperuanos, que propusieron un reino con capital en Cuzco. Para los porteños, la coronación del inca era inadmisible. El diputado por Buenos Aires, Tomás de Anchorena, dijo que no aceptaría a “un monarca de la casta de los chocolates, a un rey en ojotas”, y propuso la federación de provincias a causa de las notables diferencias que había entre las distintas regiones. Fray Justo Santa María de Oro hizo gala de su muñeca política y postuló que había que consultar a los pueblos de todo el territorio antes de tomar cualquier resolución sobre la forma de gobierno, amenazando con retirarse del Congreso si no se procedía de ese modo. Las discusiones entre monárquicos y republicanos siguieron pero no hubo acuerdo. A todo esto, Pueyrredón se hizo presente en Tucumán, apuró a los diputados para que declarasen, de una vez por todas, la independencia y viajó a Buenos Aires. El 9 de julio de 1816 fue un día soleado. A las 14 horas los diputados del Congreso comenzaron a sesionar. En un momento, el secretario Juan José Paso preguntó a los congresales “si querían que las Provincias de la Unión fuesen una nación libre de los reyes de España y su metrópoli”. Todos los diputados aprobaron por aclamación la propuesta de Paso. La independencia estaba más cerca. En medio de vivas de la gente que miraba desde afuera, los congresales fueron firmando el Acta de Independencia, que declaraba “(…) solemnemente a la faz de la tierra, que es voluntad unánime e indubitable de estas provincias romper los vínculos que las ligaban a los Reyes de España, recuperar los derechos de que fueran despojadas e investirse del alto carácter de nación independiente del Rey Fernando VII, sus sucesores y metrópoli”. El acta establecía además que todas y cada una de las provincia “así lo publican, declaran y ratifican, comprometiéndose por nuestro medio al cumplimiento y sostén de esta su voluntad, bajo el seguro y garantía de sus vidas haberes y fama”. En la sesión del 19 de julio, uno de los diputados por Buenos Aires, Pedro Medrano, previendo la reacción furibunda de San Martín, que estaba al tanto de las gestiones secretas que involucraban a algunos congresales y al propio director supremo para entregar estas provincias, independientes de España, al dominio de Portugal o Inglaterra, señaló que antes de pasar al ejército el Acta de Independencia y la fórmula del juramento, se agregase, después de “sus sucesores y metrópoli”, “de toda dominación extranjera”, “para sofocar el rumor de que existía la idea de entregar el país a los portugueses”. El historiador Felipe Pigna, en su sitio digital (https://elhistoriador.com.ar/el-congreso-de-tucuman-y-la-declaracion-de-la-independencia-por-felipe-pigna/ ) Apunta que la declaración iba acompañada de un sugerente documento que decía “fin de la Revolución, principio del Orden”, en el que los congresales dejaban en claro que les preocupaba dar una imagen de moderación frente a los poderosos de Europa que, tras la derrota de Napoleón, no toleraban la irritante palabra “revolución”.
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