08/07/2025 02:37
08/07/2025 02:36
08/07/2025 02:34
08/07/2025 02:33
08/07/2025 02:31
08/07/2025 02:31
08/07/2025 02:31
08/07/2025 02:31
08/07/2025 02:31
08/07/2025 02:31
» Diario Cordoba
Fecha: 07/07/2025 18:16
Cuando han transcurrido poco más de dos semanas de verano, Córdoba lleva soportando casi todos los días temperaturas bastante elevadas, por encima de los 40-42 grados de máxima y no bajando las mínimas de entre 20 y 25 grados. La preocupación por la sequía de años precedentes persiste, porque ni Córdoba ni Andalucía han salido de esa situación. Sin embargo, gracias a las lluvias caídas el pasado invierno y primavera, los embalses cordobeses se encontraban, con datos de este pasado viernes, a un 55,13% de capacidad, muy por encima, sobre todo del dato de hace justo dos años por estas fechas, que era de poco más del 17%. Con la actual cantidad de agua almacenada, los hogares de la capital, en concreto, disponen de agua para el consumo humano para más de tres años. Sin embargo, debido a que el agua puede fácilmente volver a escasear, desde diferentes ámbitos se aboga por un uso responsable del líquido elemento y por encontrar fórmulas que permitan que el agua no se desperdicie. Precisamente, en los últimos años se tuvo que reducir mucho la dotación de riego por la sequía, pero este 2025, al haberse recuperado bastante los embalses, la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG), volvió a incrementar la cuantía que se destina, fundamentalmente al riego de explotaciones agrícolas, el sector productivo que más agua consume. Los datos de un día El último informe de la CHG recoge que un solo día, por ejemplo el jueves de esta semana pasada, 3 de julio, se desembalsaron en la cuenca 13,4 hectómetros cúbicos de agua almacenada, principalmente para el riego, mientras que por evaporación se perdieron 1,8 hectómetros cúbicos. Para hacerse una idea, un hectómetro cúbico de agua equivale a mil millones de litros, que es el consumo anual de una población de 15.000 personas, equivalente a lo que gastarán en un año aproximadamente los vecinos de La Carlota y sus aldeas. Entre los pantanos de Córdoba, en los que se produjo mayor evaporación de agua el día analizado, que fue el pasado jueves, cuando hubo una temperatura máxima de 41,4º en la capital, está el de Puente Nuevo, con 0,135 hectómetros cúbicos, seguido del de La Breña (0,084), Iznájar (0,076) o Bembézar (0,071). Una parcela de regadío en la provincia cordobesa. / CÓRDOBA Factores que influyen en la evaporación Fuentes de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG) explican que el hecho de que se produzca una mayor o menor evaporación del agua embalsada depende, sobre todo, de la temperatura y del viento que se registre, sobre todo si el aire que se mueve es caliente, produciéndose más evaporación en aquellos pantanos con mayor superficie y menos profundidad, frente a otros, que pueden a lo mejor tener la misma capacidad, pero son más pequeños en extensión, aunque más profundos. Una mayor evaporación se produce en los embalses menos profundos y extensos, al estar la lámina de agua más próxima a la superficie. Julio Además, el verano es la época en la que más evaporación se produce, por las altas temperaturas que se soportan. Estas fuentes recalcan que el mes en el que más agua se evapora de los embalses suele ser julio, y los meses en los que menos, diciembre o enero. Para poder medir el agua que se evapora a diario, la CHG, al igual que otras cuencas hidrográficas, dispone de evaporímetros, precisa este organismo, que realizan estimaciones del agua que se evapora. Por otro lado, estas mismas fuentes de la CHG recalcan que en el actual verano puede registrarse una mayor cantidad de agua evaporada con respecto a otros veranos, no necesariamente por el hecho de que esté aumentando la temperatura media por el cambio climático, sino por la coincidencia de que está haciendo más calor con que hay una mayor cantidad de agua embalsada con respecto a los últimos estíos. María José Polo, vicerrectora de Política Científica de la UCO y catedrática de Ingeniería Hidráulica. / Víctor Castro Experta de la Universidad de Córdoba En esta misma línea, la vicerrectora de Política Científica y catedrática de Ingeniería Hidráulica de la Universidad de Córdoba (UCO), María José Polo, resalta que la influencia que pueda tener la evaporación y el cambio climático en el agua embalsada, no se debe solo al incremento de la temperatura ambiente, sino a otros indicadores como la propia temperatura del agua o del suelo, la radiación solar o la velocidad del viento. También condicionan las variaciones que está sufriendo el régimen de precipitaciones, que no se están produciendo en las épocas del año que habitualmente antes se registraban, pues si se desplazan esas lluvias de meses más fríos a otros más cálidos, se evaporará más el agua que se almacena. Por tanto, a priori, a mayor calentamiento global debería haber mayor evaporación, pero no es así exactamente, porque entran en juego esos otros factores antes citados, por lo que todo conlleva un análisis más específico, añade María José Polo. En cuanto a la posibilidad de que exista tecnología que permita que no se evapore tanta agua de los embalses, las fuentes de la CHG sostienen que, por el momento, no ha surgido, ninguna propuesta «práctica y realista», y que representaría más coste ambiental y económico que lo que se podría ahorrar en agua. Suscríbete para seguir leyendo
Ver noticia original