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  • ‘La picadura de abeja’

    » Diario Cordoba

    Fecha: 06/07/2025 03:57

    Escribe Paul Murray en La picadura de abeja: «En el pueblo de al lado, había un hombre que había matado a su familia. Había clavado las puertas a los marcos para impedirles que escaparan; los vecinos habían oído a las víctimas correr por las habitaciones, pidiendo misericordia. Al terminar con ellos, el hombre se había pegado un tiro. Todo el mundo hablaba de aquello, de qué clase de hombre podía hacer algo así...». Llevamos un verano extremadamente caluroso y también unas semanas en las que, además de alcanzar récord en las temperaturas que presiden nuestras calles, lo hemos alcanzado en el número de mujeres víctimas de violencia de género, siendo indistinta la procedencia, la edad y siempre muy semejante el modus operandi de los asesinos. Dicen los expertos que el calor desata la ira, debe ser solo entre los hombres que se vuelven más violentos e insaciables y no dudan en acabar con la vida de sus parejas o exparejas de forma brutal, incluyendo en algunos casos el intento de suicidio cuando unos segundos antes su única intención era acabar con ellas y solo al verlas muertas aciertan a pegarse un tiro que suele ser fallido. Porque la vida siempre sigue, aunque sea una vida sin recuerdos o con recuerdos distraídos, los de ellas, alrededor de una mesa de camilla vestida de insultos. En España siempre ha existido la violencia de género, aunque cuando yo era joven no se llamaba así, porque simplemente no se llamaba de ninguna manera, ya que a las mujeres se les podía hacer casi cualquier cosa y la sociedad simplemente lo aceptaba y en ocasiones lo aplaudía cuando eran ellos los que hablaban sobre las cosas de ellas que nunca entendieron ni quisieron entender y por eso era frecuente escuchar eso de que tiene la regla y no hay quien la aguante, o aquello de que si ella no me da lo que quiero mi obligación es buscarlo fuera o eso otro de pegarla será poco; matarla es lo que haría si no me respeta o se le ocurre irse con otro. Todo excusas de mal pagador para convertirnos en seres inferiores que difícilmente podríamos escapar de la suerte de nuestro sexo convertido en picadura de abeja contra nosotras mismas. Ahora a esa forma de tratar y matar a las mujeres se la llama violencia de género y se contabilizan las asesinadas y hay minutos de silencio y leyes y protección y tanto miedo como el de antes a recibir un golpe que sea el inicio de un camino en el que no hay guaridas y sí lobos al acecho. *Periodista y escritora

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