Contacto

×
  • +54 343 4178845

  • bcuadra@examedia.com.ar

  • Entre Ríos, Argentina

  • Programa Ballena Franca Austral: cómo trabaja la ONG que vela por esta especie en peligro de extinción

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 05/07/2025 06:45

    A diferencia de otras ballenas, la franca austral flota después de muerta, lo que facilitaba su caza (Foto: Nicolás Lewin) El Programa Ballena Franca Austral es el estudio científico más extenso del mundo sobre una especie de ballena. “Gracias a esta continuidad, hoy conocemos la historia de vida de 5000 individuos y contamos con información clave para contribuir a la protección de las ballenas y su hábitat en el Atlántico Sur”, afirma Mariano Sironi, doctor en Zoología, director científico del Instituto de Conservación de Ballenas (ICB). La ingeniera agrónoma Roxana Schteinbarg, cofundadora de esta ONG, agrega que, sin dudas, “hacer ciencia a largo plazo, sobre todo en el actual contexto de cambio climático y presiones humanas crecientes, permite detectar amenazas y diseñar mejores estrategias de conservación”. La ballena franca austral está catalogada como especie “en peligro de extinción” debido a la caza indiscriminada que sufrió en el pasado y a las amenazas actuales como el cambio climático, la contaminación y la actividad humana. Aunque se ha logrado cierta recuperación de su población, especialmente en áreas como península Valdés en Argentina, su estado sigue siendo vulnerable. -Tras 55 años de investigación, ¿cuáles son los descubrimientos más significativos que han surgido de estos programas de estudio? -Mariano Sironi: El equipo del ICB pone sus esfuerzos en estudiar aspectos de la vida de las ballenas que aumentan el conocimiento científico de su biología y permite contribuir con estrategias de conservación. La base de datos generada permite responder, entre muchas otras, preguntas clave. Por ejemplo, que la tasa de crecimiento de la población pasó de ser el 7 % anual en las primeras décadas al 4 % actualmente, que se concentran en ciertas bahías de los golfos para criar a los ballenatos recién nacidos y que, al migrar, siguen rutas hacia áreas de alimentación en el Atlántico sur. Y también que la micropredación de las gaviotas cocineras eleva sus niveles de estrés y afecta su condición corporal, al igual que los cambios ambientales, que impactan de modo directo sobre su principal fuente de alimento: el krill antártico, hecho que repercute en la supervivencia y reproducción de la especie. Se trata del mamífero de mayor tamaño -de 13 a 16 metros- que habita el mar argentino. Vive entre 50 y 100 años y pesa alrededor de 40 toneladas (Foto: Nicolás Lewin) -¿Qué medidas de conservación se están aplicando a nivel gubernamental para reducir los peligros que enfrentan las ballenas? -Roxana Schteinbarg: Muchas poblaciones de cetáceos, como la ballena franca austral, se están recuperando lentamente de la caza comercial. La moratoria internacional de 1986 –que puso en vigencia la prohibición de su captura en todos los mares del mundo– ayudó a la recuperación. Argentina tiene un importante rol en la Comisión Ballenera Internacional en defensa de la moratoria, la creación de santuarios y medidas para su protección. En la actualidad, las amenazas se han multiplicado a causa de las actividades humanas en el mar, que afectan el hábitat y la supervivencia de las ballenas. La crisis ambiental global requiere un nuevo enfoque para considerar los impactos y riesgos de estas actividades. -Considerando la colisión reciente de un buque de carga con dos ballenas francas australes en Quequén. ¿Qué medidas adicionales podrían implementarse para evitar estos accidentes? -RS: Si bien en un caso como este intervienen distintas variables, es urgente la adopción de protocolos y normativas que eviten que las colisiones se transformen en una amenaza creciente. Hoy el hogar de las ballenas es un campo minado por amenazas que las afectan, entre las cuales se destacan redes y sogas, basura plástica, tráfico de embarcaciones, contaminación química y ruido submarino. Si bien sigue siendo una especie en peligro de extinción, la ballena franca austral pudo recuperarse de siglos de cacería comercial (Foto: ICB) -¿Cómo se realiza la recolección de datos y qué información particular proporciona la fotoidentificación en este proceso? -MS: Realizamos la fotoidentificación mediante relevamientos sistemáticos. Históricamente, se utilizaban avionetas para tomar fotografías aéreas de las callosidades –que son como huellas dactilares– de las cabezas de las ballenas. Hoy, se emplean drones, que son menos invasivos y más precisos. La fotoidentificación permite reconocer a cada ballena, construir un catálogo que ya reúne a más de 5000 individuos, reconstruir historias de vida, estimar edades, reconocer vínculos familiares, detectar heridas y monitorear cambios en la distribución. Esta herramienta es clave para comprender la dinámica poblacional de la especie, detectar amenazas y orientar estrategias de conservación basadas en evidencia científica. -¿Cuáles son las causas de mortalidad más significativas que enfrentan las ballenas en la actualidad? -MS: A pesar de que las poblaciones de ballena franca austral se están recuperando, muchas amenazas afectan el presente y futuro de la especie en el océano. Como otros grandes cetáceos, las ballenas francas mueren cada año enredadas en sogas y redes, y por colisiones con grandes barcos. Los ejemplares de península Valdés tienen menor número de crías en los años siguientes a temporadas de alimentación con baja abundancia de krill en las aguas de las islas Georgias del Sur, cuando las temperaturas del agua son más altas de lo normal debido a las oscilaciones de El Niño. El calentamiento global está derritiendo el hielo antártico y puede ocasionar importantes reducciones en las poblaciones de krill y, en consecuencia, en las de sus predadores, incluidas las ballenas. En años recientes, también se han registrado eventos de mortandad de ballenas adultas que coinciden con floraciones algas nocivas, conocidas como “mareas rojas”. Suelen regresar todos los años al sitio donde nacieron (Foto: Marisa Berzano) -¿Cómo ha evolucionado la problemática de las gaviotas cocineras y cuál es su relación con los basurales y la actividad pesquera en la zona? -MS: En península Valdés, las gaviotas cocineras se alimentan de la piel y grasa de ballenas francas vivas. Los reiterados picotazos causan dolor y alteran su comportamiento, incluso interrumpen el amamantamiento de los ballenatos y desarrollo normal. Los ataques, efectuados en gran parte por gaviotas adultas, son imitados por los juveniles, por lo que se convierten en un hábito alimentario que se suma a la presencia de basurales urbanos y pesqueros que proveen alimento extra a estas aves. El ICB monitorea este comportamiento desde 1995, seguimiento que reveló que las lesiones se acumulan y pueden causar deshidratación y estrés crónico en los ballenatos, lo que afecta su salud y supervivencia. -¿Cuáles son los principales riesgos asociados a los proyectos de hidrocarburos en la región y cómo se equilibran los intereses de la explotación con la necesidad de conservación? -RS: El desarrollo de infraestructura hidrocarburífera a gran escala en el golfo San Matías –incluida la instalación de monoboyas para carga de petróleo y plataformas flotantes de licuefacción de gas natural– representa una transformación profunda en una región de alta sensibilidad ecológica. Los proyectos previstos introducen múltiples amenazas sobre una de las áreas clave para la reproducción y cría de la ballena franca austral en el Atlántico Sudoccidental. Entre los impactos más preocupantes, se destacan: el riesgo de colisiones con embarcaciones de gran porte, el aumento de la contaminación acústica, la posibilidad de derrames de hidrocarburos y el riesgo de proliferación de algas nocivas por el calentamiento del agua alrededor de las plataformas. La superposición de estas actividades industriales con zonas de alta densidad de cetáceos podría comprometer seriamente la integridad ecológica del ecosistema y los avances logrados en décadas de conservación. Por todo ello, desde el ICB, advertimos la amenaza que representa la escala de estos proyectos, que no solo impactarán en la ballena franca austral, sino también en toda la biodiversidad que alberga el golfo. Las costas argentinas son consideradas la zona de cría más importante del hemisferio sur (Foto: ICB) -¿Cuál es el destino final de la información recopilada? -MS: El propósito primordial es reportarlo a las autoridades locales e internacionales a fin de incidir en su conservación y en la protección de su hábitat. En este contexto, el conocimiento científico se transforma en herramientas para tomadores de decisiones que contribuyen a establecer áreas marinas protegidas y diseñar planes de manejo, en especial en zonas clave como península Valdés. También contribuye a identificar nuevas amenazas y riesgos, como colisiones con embarcaciones, enmallamientos y contaminación. Por otra parte, realizamos publicaciones y documentales, y se llevan a cabo campañas de educación y participación ciudadana. -¿En qué medida los estudios llevados a cabo en la península Valdés son aplicables a la conservación de ballenas a nivel mundial? -MS: Fue en península Valdés donde Roger Payne, fundador de Ocean Alliance, desarrolló por primera vez, en 1970, la técnica para fotoidentificar individuos de ballena franca a través del patrón de callosidades de sus cabezas. Luego, esta técnica fue adoptada por investigadores de todo el mundo, y a su vez, adaptada para las demás especies, como las ballenas jorobadas, azules y otras. Además, nuestra base de datos contiene más de medio siglo de información sobre las ballenas de Argentina, lo que permite utilizarla para realizar comparaciones con otras poblaciones de ballenas del mundo. En particular, con la ballena franca del Atlántico Norte, que actualmente se encuentra en grave peligro de extinción. Ballena con puntos de fotogrametría y modelo 3D (Foto: ICB) -¿Cómo se puede apoyar la continuidad de los proyectos que lleva adelante el ICB? -Una de las formas es a través del Programa de Adopción de Ballenas, donde las personas pueden colaborar con una donación mensual para adoptar simbólicamente una ballena. El ICB ha seleccionado 12 ballenas entre las 5000 identificadas que tienen historias de vida únicas, desde familias de seis generaciones hasta viajes oceánicos. Adoptarlas ofrece una conexión personal con las características que conforman su ballenidad y la hacen única. Se puede acceder a ballenas.org.ar para sumarse y apoyar al ICB.

    Ver noticia original

    También te puede interesar

  • Examedia © 2024

    Desarrollado por