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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 05/07/2025 07:04
El asesinado Roberto Samcam con sus dos hijos, Gabriel y Shantal, y su esposa Claudia Vargas (de amarillo), en una foto familiar reciente. (Foto Cortesía) La mañana del 19 de junio de 2025, el mayor en retiro del Ejército de Nicaragua, Roberto Samcam, fue asesinado a balazos por sicarios en la puerta de su vivienda Moravia, San José, Costa Rica. Le dispararon ocho veces. Vivía en el exilio desde 2018 tras denunciar la participación del Ejército en la represión contra la población civil durante las protestas de abril. Desde entonces, su nombre se convirtió en uno de los más visibles entre los opositores políticos radicados en el país vecino. El crimen de Roberto Samcam se suma a una serie de ataques contra opositores originarios del departamento de Carazo, donde se registró una fuerte resistencia cívica en 2018. En agosto de 2022, un activista identificado como Carlos A. fue herido de bala en un ataque que siguió a meses de amenazas. En junio del mismo año, Rodolfo Rojas Cordero, ex combatiente histórico y líder opositor de Jinotepe, apareció muerto en la frontera entre Nicaragua y Honduras, tras haber sido secuestrado presuntamente en territorio costarricense. El caso de Erick Antonio Castillo, asesinado en febrero de 2023 en La Cruz, Guanacaste, también está en esta lista. Castillo era un joven excarcelado político que había denunciado torturas durante su detención en Nicaragua. Entre los casos más graves figura el atentado contra Joao Maldonado, activista nicaragüense y excampeón centroamericano de judo, originario de Jinotepe, quien sobrevivió a dos emboscadas en 2021 y 2024. En el último atentado recibió ocho disparos. Otros opositores caraceños han sido víctimas de amenazas, seguimientos, asaltos o atentados. En redes sociales circuló una imagen con ocho dirigentes de Carazo que el régimen nicaragüense tendría en la lista “a asesinar”, de los cuales al menos tres ya están muertos. La familia Samcam y otras víctimas denuncian que existe una estructura de represión transnacional operando desde la Embajada de Nicaragua en San José, con el objetivo de “pasar la cuenta” a quienes participaron o lideraron la rebelión en Carazo. Gabriel Samcam llegó como refugiado de 14 años a Estados Unidos y actualmente estudia en una de las mejores universidades del mundo. (Foto Cortesía) Gabriel Samcam, hijo del exmilitar asesinando, tenía 14 años cuando salió de Nicaragua tras el estallido de las protestas de 2018. Era un adolescente tímido y aplicado. Hoy, a sus 21 años, estudia Biología Molecular e Investigación en Cáncer en la Universidad de Princeton, una de las más prestigiosas de Estados Unidos, donde ingresó con una beca completa. En entrevista con Infobae relata el momento en que recibió la noticia del asesinato de su padre, las amenazas previas que enfrentó y su convicción de que se trata de un crimen político ordenado por la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo. -¿Cómo fue el momento en que recibiste la noticia del asesinato de tu padre? Estaba dormido. Era un día feriado aquí en Estados Unidos. Me llamó un familiar y me dijo que le habían disparado a mi papá, que estaba sangrando por la boca. Lo único que recuerdo es que sentí que el corazón se me cayó al piso. No lo podía creer. Llamé de inmediato a mi mamá, y llorando me dijo: “Le dispararon a tu papá”. En ese momento, lo único que pensaba era que ojalá aún estuviera con vida. Pero no pasó mucho tiempo antes de que me volvieran a llamar para decirme que ya había muerto. Nunca esperé recibir una llamada así. Lo había escuchado menos de 24 horas antes. Habíamos hablado el día anterior. Fue muy difícil de asimilar. Samcam participó de las protetas contra el régimen de Ortega en 2018 (Crédito: Cortesía) -Decís que no lo esperabas, pero tu papá expuso que su vida corría peligro. Sí, nosotros sabíamos que mi papá estaba en riesgo. Él mismo lo decía. Pero por más que uno lo sepa, uno siempre tiene la esperanza de que no llegue a ese extremo, que no lo maten. Por más que intentes prepararte, es algo para lo que nunca estás realmente listo. -¿Qué previsiones tomaba tu papá? Era un militar de carrera, sabía con quién estaba tratando. Él tenía muy claro que había células de inteligencia del Gobierno de Nicaragua operando en Costa Rica, y también que el Gobierno de Costa Rica no lo estaba tomando en serio. Estaba convencido de que era un objetivo directo de esas células. Llegó un punto en que no salía de la casa. Lo único que hacía era irse a cortar el pelo cada mes o cada dos meses. Pasaba mucho tiempo fuera del país, y justo esa semana había regresado a Costa Rica un lunes. Lo asesinaron menos de tres días después. Nunca pensó que lo iban a asesinar en su casa. La casa de los Samcam en Jinotepe, Nicaragua, fue marcada por agentes de la dictadura. Toda la familia salió al exilio en 2018. (Foto Cortesía) -¿Nunca pensó en tener escolta o medidas más activas de protección? Él siempre creyó que la mejor seguridad que podía tener era no salir a la calle. Decía que en la calle era donde más se exponía. No confiaba en ninguna seguridad privada porque no hay protección 100 por ciento confiable. Y tampoco teníamos los recursos para contratar una escolta permanente. Por eso decidió no asistir a eventos públicos, incluso al funeral de doña Violeta. Tenía miedo de que lo identificaran y lo siguieran. -Ustedes, como familia, han acusado directamente al régimen Ortega-Murillo. ¿Por qué tienen esa certeza? Porque no nos cabe la menor duda de que fue un acto de represión transnacional ordenado por la dictadura. Mi papá era una persona noble, amable, íntegra. Nunca estuvo involucrado en actividades ilícitas, ni en Nicaragua ni en Costa Rica. Los únicos enemigos que tenía eran los del régimen. Además, ya ha habido varios opositores originarios de Carazo que han sido asesinados o atacados en Costa Rica. No es una coincidencia. Mi papá lo advirtió muchas veces: esas células estaban operando con la misión de asesinar a refugiados políticos. La familia de Samcam apuntó contra el régimen de Ortega-Murillo por el asesinato del mayor en retiro nicaragüense -Mencionás Carazo. Hay una tesis que señala que existe una orden de exterminio selectivo contra quienes resistieron ahí en 2018. ¿Lo ves viable? Totalmente. Carazo tiene una significancia histórica desde 2018 como una de las zonas que se le plantó con fuerza al régimen. Las personas que han sido asesinadas o atacadas han sido mayoritariamente de ahí. Muchas, como mi papá, han recibido ocho disparos. Hay un simbolismo en la forma en que los matan. -¿Qué significado tendrían para vos esos ocho disparos? La operación limpieza en Carazo ocurrió el 8 de julio del 2018. Mi papá se había movido a otro departamento antes del 8 de julio porque tenía información que gente del gobierno había dado la orden de matarlo durante ese día. Son ocho disparos a mi papá, y ocho disparos a otros opositores que también son de Carazo. Para nosotros es una extensión de aquella operación limpieza, al pasarle la cuenta a aquellas personas que se lograron escapar. -¿Tienen identificadas a personas ejecutoras o responsables directos, más allá del señalamiento general a la dictadura? Sí. Mi papá decía que la Embajada de Nicaragua en Costa Rica estaba dirigiendo estas células de inteligencia. En una entrevista mencionó que ese grupo llegó a tener hasta 24 personas. No sabemos si esa estructura sigue igual, pero él ya los había señalado. -En 2018 tenías 14 años. ¿Cómo viviste esas protestas? Fue algo completamente nuevo. De un día para otro, todo cambió. Yo fui a muchas protestas en Jinotepe. Pero jamás pensé que nuestra vida correría peligro. Pronto tuvimos que salir del país. -¿Tu papá participó activamente en las protestas? Sí. Mi papá ya lideraba protestas antes de 2018. Había una todos los miércoles. Él no dudó en participar con su bandera, pero también en denunciar desde un programa de radio. Fue de los primeros en acusar directamente al Ejército de Nicaragua de haber entregado las armas con las que reprimieron. -¿Cuándo se volvió evidente el peligro? Llegó un punto en que dormíamos cada noche en una casa distinta. Usábamos casas de seguridad. Era evidente que mi papá era un objetivo especial. Él conocía a fondo el armamento militar y sabía que lo que se usó en Carazo venía del Ejército. -¿Lograste salir legalmente de Nicaragua? Sí. Yo vine a Estados Unidos y mis papás salieron hacia Costa Rica aproximadamente un mes después. Los sicarios penetraron a este condominio, en Moravia, San José, Costa Rica, para asesinar al opositor nicaragüense. -Y en Estados Unidos, ¿cómo ha sido tu vida? Con dificultades, pero bien. Logré obtener asilo político, terminé la secundaria, ahora estudio en la Universidad de Princeton. Estoy enfocado en la investigación del cáncer. -¿Cómo va la investigación del asesinato de tu padre? Ha sido un proceso largo. No puedo comentar detalles, pero sé que las autoridades de Costa Rica van avanzando. Nuestro equipo legal, liderado por Federico Campos y Almudena Bernabéu, está asegurándose de que se siga el debido proceso y que no haya impunidad. -¿Han recibido apoyo del Gobierno costarricense? No. El presidente no se ha pronunciado. El único apoyo vino de la OIJ (Organismo de Investigación Judicial) cuando asistieron a la escena del crimen y comenzaron la investigación. Pero no ha habido un posicionamiento oficial sobre el carácter político del crimen ni sobre el riesgo a la seguridad nacional. -Estados Unidos ha ofrecido ayuda para investigar. ¿Se ha avanzado algo por ahí? Desde el primer día hemos pedido a Costa Rica que acepte esa colaboración. Pero hasta ahora no hemos sabido nada más. -¿Qué esperás que ocurra ahora? Justicia. Que este caso llegue a una corte internacional. Que Costa Rica reconozca públicamente el peligro que corremos los refugiados nicaragüenses. Un escenario positivo es que haya una respuesta contundente y que se le ponga presión al régimen. El peor escenario sería la impunidad. Que Costa Rica mande el mensaje de que aquí se puede venir a matar a cualquier opositor sin consecuencias. No queremos que este crimen sea uno más. Queremos que sea el último acto de represión transnacional.
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