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» El Ciudadano
Fecha: 01/07/2025 22:35
Dos jefes de la barra brava de Newell´s junto a dos laderos fueron condenados a prisión perpetua este martes por su participación en la brutal ejecución de Nelson «Chivo» Saravia, el referente contrario del paravalanchas leproso cometido el 23 de octubre de 2021 en su vivienda de calle San Nicolás al 3700. La sentencia fue dictada por el tribunal integrado por los jueces Ismael Manfrín, Vico Gimena y Pablo Pinto, quienes aceptaron la acusación del fiscal Luis Schiappa Pietra. Los condenados son: Guillermo “Chupa” Sosa (43): prisión perpetua como instigador del homicidio calificado por el concurso premeditado de dos o más personas agravado por el uso de arma de fuego. Alejandro “Rengo Fica” Ficcadenti (31): prisión perpetua como partícipe necesario en el homicidio calificado por el concurso premeditado de dos o más personas agravado por el uso de arma de fuego. Esteban Alegre (30): prisión perpetua como coautor material del homicidio calificado por el concurso premeditado de dos o más personas agravado por el uso de arma de fuego; portación de arma de guerra y hurto agravado. Alexis Brian Dittler (25): prisión perpetua como coautor material del homicidio calificado por el concurso premeditado de dos o más personas agravado por el uso de arma de fuego; portación de arma de guerra y hurto agravado. La compleja trama del crimen y la barra de Newell’s En conferencia de prensa, el fiscal Luis Schiappa Pietra, del Equipo Fiscal Transitorio en Violencias Altamente Lesivas del Ministerio Público de la Acusación (MPA), explicó este martes los detalles de la investigación que culminó en estas condenas históricas. «Este fue un hecho que se produjo en el contexto de una trama de distintos hechos violentos ocurridos en la posesión de la barra de Newell’s Old Boys», afirmó y señaló que las víctimas y los imputados tenían vínculos con esa institución. La investigación, calificada destacada como bastante compleja, se inició a partir de un video obtenido en el allanamiento de un «aguantadero» donde los homicidas planificaron el crimen. A partir de allí, un arduo trabajo del personal policial y del MPA permitió identificar a los participantes. Schiappa Pietra detalló que a las 0.15 del 23 de octubre de 2021 Chupa Sosa convocó a unas 20 personas en una vivienda de Garibaldi al 3300. Allí, planificaron la ejecución de Saravia, distribuyeron roles, verificaron las armas y se cambiaron de ropa. Un grupo, integrado por Esteban Alegre, Alexis Dittler y otra persona (que resultó ser Alan S. ya fallecido), se dirigió al domicilio de Saravia. Ingresaron a patadas, consultaron por la víctima a su esposa y luego le dispararon al menos veinte veces en el dormitorio, provocando su muerte casi en el acto. Antes de huir, se llevaron un celular de la pareja de Saravia, cuyo GPS fue clave para la investigación. Roles: de la instigación a la ejecución El fiscal ahondó en la participación de cada uno de los condenados: Chupa Sosa: en su rol de instigador, acordó la asignación de roles con los autores materiales y presenció los preparativos. El móvil del crimen, según lo acreditado en el juicio, estuvo directamente relacionado con el homicidio de la cuñada de Sosa, Ángela Oviedo, cometido un día antes en Centeno y Rodríguez. Para los pesquisas, el Chivo no tuvo nada que ver con el crimen de esa mujer, de 40 años, cuyo móvil giró en torno a que estaba averiguando por el autor del asesinato de Andrés Monte, en agosto de 2021. A este muchacho lo mataron por el sólo hecho de que tenía una relación con la ex pareja de un ladero de Los Monos que está en prisión. El homicida era cercano a la facción del Chivo y fue ese marco que Chupa Sosa aprovechó para vengar la muerte de su cuñada y dar un mensaje hacia la interna de la barra. Rengo Ficcadenti: convocó a las personas junto a Sosa, manipuló armas de fuego en el lugar de reunión y acordó la comisión del homicidio. Fue señalado como quien «manejaba distintas personas» y tenía «capacidad de incidencia» en el barrio Municipal. Esteban Alegre: distribuyó armas que portaba en una mochila, fue al domicilio de Saravia portando un arma de fuego, forzó el ingreso a patadas y se llevó el celular de la víctima junto a Dittler. Alexis Dittler: se cambió de vestimenta, tomó un arma de fuego y concurrió a cometer el homicidio. Luego regresó al aguantadero y volvió a cambiarse. También participó del hurto del celular. Violencia en la barra de Newell’s como telón de fondo El fiscal Schiappa Pietra hizo hincapié en que este crimen no es un hecho aislado, sino que se enmarca en la violenta interna de la barra brava de Newell’s. «Se habló mucho en el juicio sobre el rol preponderante que tenía Ficcadenti en el barrio Municipal y la capacidad de gestión en el manejo de distintas personas. Algunos de los autores materiales son efectivamente también pertenecientes a ese barrio», explicó. Asimismo, resaltó la injerencia de referentes de la barra que operaban desde la cárcel federal, como Leandro “Pollo” Vinardi, Máximo “Guille” Cantero y Damián “Toro” Escobar. «Incluso reprodujimos distintos audios en donde ellos hablaban de la importancia que tenía para ellos que tanto Ficcadenti como Chupa Sosa tengan ese liderazgo dentro de la barra para poder darle continuidad a la gestión de ellos», indicó. El móvil de la venganza por el asesinato de la cuñada de Sosa, fue un punto central de la acusación fiscal. Nelson «Chivo» Saravia. Si bien el Chivo Saravia no tuvo participación, una vinculación con uno joven apuntado como el homicida, fue utilizada por Sosa para orquestar la represalia pero también para enviar un mensaje dentro de la interna de la barra. Consultado sobre el impacto de estas condenas en la barra de Newell’s, especialmente en un año electoral para el club como este 2025, Schiappa Pietra manifestó que no podía «aventurar una conclusión premonitoria». Sin embargo, sentenció: «Lo que sí creo que en este caso y en otros casos que hemos investigado se ha mostrado la necesidad de incidencia en todas las actividades vinculadas al club, a la institución de muchas de estas personas, que como dije en los alegatos de clausura están muy lejos de ser simpatizantes y son trabajadores que lo hacen a partir de distintos usos de violencia para poder manejar negocios, la mayoría de ellos ilegales».
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