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Concordia » El Heraldo
Fecha: 01/07/2025 13:34
Cuando sucedió el colapso del gobierno de la Alianza (UCR-Frepaso) el 20 de diciembre de 2001, el sistema bipartidista argentino se quebró, porque el radicalismo fue quien asumió el total fracaso de la gestión. Y más allá de que el radicalismo accedió al poder en 1999 con el formato de la coalición citada, luego de la renuncia de Alfonsín en 1989, dejó de ser una alternativa real como partido único para gobernar el país. Los frepasistas se podrían reconvertir desde el 2003 dentro de una facción del partido justicialista (el kirchnerismo), que hasta la actualidad lleva el liderazgo interno partidario. Pero nada es ahora, como lo fue ayer. Los tiempos cambian, los errores, la corrupción y el tiempo hacen estragos a los conductores políticos. Solo algunos prevalecen hasta la muerte (Perón, Alfonsín con reparos), para la mayoría el paso del tiempo confirma que es implacable con todos los mortales. El 2001/02 nos dejó “el váyanse todos”, no se fue nadie, quedaron casi todos, solo algunos y contados con los dedos de una mano, con de la Rúa y Cavallo como los máximos responsables. La mayoría se recicló en torno de algunos nuevos liderazgos nacionales (en realidad eran rancios provinciales), y surgió uno de afuera, que no venia del palo de la política, pero sí de la deportiva, Mauricio Macri. Macri se benefició de los éxitos futbolísticos de Boca, había ganado las elecciones en 1995 prometiendo orden, una remodelación de palcos y otras cuestiones improbables como ganar un campeonato por año o que 9 de los 11 jugadores del equipo titular fueran de la cantera xeneize. En 12 años de gestión, el futbol profesional obtuvo 16 títulos (10 internacionales). La conjunción, club más popular más títulos internacionales lo llevarían con el correr de los años a ocupar el gobierno de la ciudad en el año 2007. En 2005 nació el PRO, conjunción de 2 pequeños partidos (Compromiso Para el Cambio y Alternativa Republicana) y con la elección de medio término llegó el primer éxito electoral de Macri (había perdido la jefatura de gobierno a manos de Ibarra en 2003), que optó por Capital, mientras López Murphy fracasaba rotundamente en la provincia de Buenos Aires. Este hecho marcaría el principio del fin de la sociedad política que se plasmaría luego de la candidatura fallida de López Murphy a la presidencia en 2007. Macri gobernó ocho años la ciudad de Bs As. En 2015 obtuvo la presidencia y la diosa fortuna le dio a su coalición el gobierno de la provincia de Bs As. Era la oportunidad histórica de cambiar, de realizar un gobierno coherente, que impulsara reformas que permitieran el despegue de la Argentina. Todas fueron lindas intenciones, su gobierno fue hackeado desde el día uno por una oposición feroz, que propició el final anticipado antes del recambio institucional del 10 de diciembre de 2019, haciendo permanente alusión del helicóptero donde supuestamente huiría. Desde diciembre de 2017, una serie de errores en la gestión, como: el dólar desatado, el acuerdo desesperado con el FMI y una pizca de soberbia de su pequeño círculo de confianza como Duran Barba y Peña, lo llevaron a la derrota electoral en 2019 frente al lobista Alberto Fernández. Una perla de color del gobierno de la coalición Cambiemos, dicha coalición no funcionó como tal, los ministerios más importantes fueron a parar a manos del PRO, la Coalición Cívica y la UCR rellenaron las segundas líneas. Algo peor le pasó a Macri cuando acordó apoyar a Milei en el 2023 ni las segundas líneas le dieron, solo algunos despojos para dejarlo contento y que sirvieran para apoyarlos en el Congreso. La situación de noviembre de 2023, era simple, lo apoyaban a Milei o no. Si lo apoyaban, podrían colocar dirigentes en el nuevo gobierno, ilusionarse con una seuda coalición, y sacarse esa sensación de haber fracasado. Si era negativo, se priorizaba al partido y a la figura de Macri, como el principal dirigente de la oposición. Pero desde que se fue del gobierno en 2019, nunca quiso asumirse como la cara más importante de la oposición, talvez porque se sentía fracasado por haber perdido con Fernández. El logro real fue haber terminado el gobierno sin ser peronista. Todo un logro en un país como el nuestro, que en realidad es muy pequeño por la soberbia de creernos grandes e importantes en el concierto de las naciones. Un reproche a Macri es no haber tenido en cuenta como Milei desde 2017 hasta 2019, se despachaba contra su gobierno. Era un fuerte crítico de la política económica, hasta participó de una marcha de Hugo Moyano en febrero de 2018, en la cual cuestionó duramente la intención del Gobierno de evitar la “cláusula gatillo” en las negociaciones paritarias. Milei pisó las paritarias. Nadie resiste un archivo, sea de la casta o no pertenezca a ella. Su primo Jorge en la ciudad sufrió también todos los votos en contra de cada una de las iniciativas del PRO en el Parlamento porteño. El adalid libertario Ramiro Marra fue ultrajado y echado como un perro, luego de haber votado en la legislatura a favor de una iniciativa del PRO. El dilema de Macri es que hacer con su partido, que día a día va perdiendo a dirigentes que abandonan el espacio para rascar un carguito en el gobierno libertario. Lo importante no es el pueblo ni sus necesidades, sino el estar siempre viviendo de la teta del estado. El PRO apoyó cada una de las iniciativas del gobierno, sin este sostén hasta los DNU se hubiesen caído, y aguanta los ninguneos continuos del circulo de hierro del gobierno y sus trolls. Para ellos, Macri y el PRO son un grupo de pusilánimes, con un partido que hay que anexarlo, pero sin ninguna concesión. Que debe hacer Macri: ¿regalar el PRO y sus últimos dirigentes o apostar a bancársela a perder el terruño y ser una posible alternativa en el mediano plazo? La dignidad y las convicciones son las que responderán al dilema. Si solo priman los intereses personales y las ansias de poder a cualquier precio veremos a una LLA como único partido en el cual el PRO sea recordado en el futuro por los libros de historia, como alguna vez lo fue el PAN (Partido Autonomista Nacional). Después de habérselos apoyado en la mayoría de las votaciones, y recibir insultos, la decisión ética y estoica seria aguantar, prevalecer y levantarse de las cenizas. No hay mal que dure más de tres mandatos seguidos ni cuerpo que lo resista. El tiempo juega para todos, y las malas conductas empiezan a aflorar, la casta prevalece y las balas empiezan a entrar. Los que se creen eternos e infalibles comienzan a mostrar su verdadera cara.
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