29/06/2025 10:00
29/06/2025 10:00
29/06/2025 10:00
29/06/2025 10:00
29/06/2025 10:00
29/06/2025 10:00
29/06/2025 10:00
29/06/2025 10:00
29/06/2025 09:53
29/06/2025 09:51
Buenos Aires » Infobae
Fecha: 29/06/2025 05:18
María Laura Santillán Con Pilar Sordo Pilar Sordo es psicóloga de profesión, es una profesional con una experiencia enorme, que permanentemente hace trabajos de investigación, y que tiene además el don de la comunicación. Es una persona sumamente generosa que no solamente expone sus ideas en conferencias o en los libros que publica, también se comunica a través de las redes con sus seguidores para compartir las herramientas de salud mental y sobre todo, para escuchar. Hiperactiva, inquieta, viaja por el mundo requerida por sus saberes, pero no deja de estar presente para todos sus amigos y, literalmente, para cualquiera que le escriba. La dedicación y la capacidad de empatía infinita la distinguen de muchos divulgadores. ¿Cómo hace una persona que vive en el sur de Chile y que se monta en aviones tantas horas, para estar siempre presente en sus vínculos? – Supongo que serán pequeñas decisiones. Creo que los vínculos hay que cuidarlos porque se desvanecen muy rápido. Nos dejamos llevar por lo que aparece en una historia donde yo supongo que tú estás bien, entonces no te pregunto ni chequeo. No estoy diciendo que lo que uno muestre en redes sea mentira, pero no es toda la verdad. El poder ocuparse de la gente que uno quiere, de preguntar o decir ‘te veo triste’ o ‘me acordé de ti’ o ‘quiero decirte que te quiero mucho’ son formas de ir alimentando los vínculos selectivos que a esta altura de la vida que uno tiene. “LA DECISIÓN DE CUIDAR LOS VÍNCULOS HOY ME PARECE DE ALTA URGENCIA” – Sos muy cariñosa, muy presente y no son tiempos de presencia. Son tiempos donde muchos vínculos son muy fugaces y se pierden. – Desaparecen rápido, se tienden a desvanecer en el tiempo entre lo rápido que corre todo, en la inferencia de las redes, en la simplicidad de la comunicación, en el escuchar un audio en la velocidad 1.5 y 2 porque no me da ni siquiera la paciencia para escuchar la cadencia de la voz del otro, donde escribimos ‘ja, ja, ja’ y no nos hemos reído. Tenemos una cantidad de distorsiones vinculares, de mandar emoticones que no representan el estado emocional que de verdad tengo en el corazón. La decisión de cuidar vínculos hoy día me parece de alta urgencia. “NOS ESTÁ FALTANDO DIALOGAR A CORAZÓN ABIERTO, MIRÁNDONOS A LOS OJOS” – Las generaciones más grandes no mandamos esos emoticones automáticamente, nos tomamos un tiempo. – La generación nuestra ya deformó la conversación y hablamos cada vez menos. Incluso puede ocurrir que te esté sonando el teléfono, tú no contestes y después por WhatsApp preguntas, ‘¿qué pasa?’ Para no conversar. Sin embargo, los mayores valoramos igual el instante de la conversación, crecimos en eso. Sabemos lo bien que hace, cómo nos limpia, cómo sana hablar. Hay un psiquiatra español con el que he tenido el privilegio de trabajar estos últimos meses, José Luis Marín, que dice que nos enfermamos por falta de vocabulario. Me encanta esa definición porque creo que nos está faltando conversar, nos está faltando tener gente que nos escuche o tener interlocutores con los cuales poder dialogar a corazón abierto, mirándonos a los ojos. Me parece que hablar es sanador en sí mismo. "Los mayores valoramos igual el instante de la conversación, crecimos en eso. Sabemos lo bien que hace, cómo nos limpia, cómo sana hablar", aseguró Pilar Sordo (Fotos de Candela Teicheira) – ¿Por qué la gente no conversa? – Primero, porque no me atrevo a abrir mi corazón. Segundo, no está el interlocutor que de verdad quiera escucharme en el diálogo, en el espacio y en la amplitud de la escucha, no esta cosa como… rapidito, sintética. Y porque además hemos ido reduciendo el vocabulario, estamos hablando con menos palabras y esas palabras son más sintéticas. Esa reducción de vocabulario también hace reduccionista lo que voy sintiendo o lo que me va pasando. – ¿Qué siente una persona que está contando algo mientras el otro mira un teléfono? – Que no me ves, que no, que no me priorizas, que no soy lo suficientemente importante. Me estás diciendo que quieres escucharme, pero en todo tu no verbal no hay nada que me indique que soy la prioridad en este momento. Es no ser vista. Es un doble juego que me parece amenazante o peligroso incluso. – Se supone que se esboza un interés, pero el interés no se sostiene. – Claro. Además, hay como una amenaza permanente, que si suena el celular yo te dejo. Estás permanentemente en observación mientras no suene o no sea más importante. Cuando después de un encuentro te quedas con la sensación de que no dijiste, no te escucharon, no pudiste llegar a un nivel de profundidad, te quedaste en conversaciones superficiales, deja de ser menor. Cuando me importa contar algo importante y no tengo a quién porque empiezo a dudar si esa persona estará disponible o dispuesta para poder escuchar. Con los padres, con los hijos, con los amigos, con la gente en el trabajo, hay una sensación de amenaza constante de rompimiento vincular, como de …‘no sé cuánto va a durar esto’. – Esto es prácticamente nuevo, de los últimos años, va a dejar consecuencias, hábitos que se están instalando para siempre. – Sí, creo que las consecuencias ya las estamos viviendo, sobre todo en los adolescentes, con el poco vocabulario, con la poca capacidad de conversación. Lo vemos en el tiempo en que uno sostiene o no un vínculo amistoso a lo largo del tiempo. Creo que las consecuencias en términos de sensación de soledad, aún estando con gente, hoy día son fácilmente perceptibles dentro de la gente. "Hay como una amenaza permanente, que si suena el celular yo te dejo. Estás permanentemente en observación mientras no suene o no sea más importante", explicó Pilar Sordo – A lo largo de estos años en que te fui conociendo, vengo escuchándote conceptos que van más allá de que tienen que ver con la psicología o con las enfermedades mentales, son conceptos casi religiosos. Hablás, por ejemplo, de gratitud. Hablás de perdón, hablás de paciencia, de compasión. Son palabras preciosas de las que casi no se habla y que nos pueden ayudar a vivir mejor. Por ejemplo, la gratitud. – Me parece que es la habilidad del siglo. Creo que no es lo mismo ser agradecido que vivir en gratitud. Vivir en gratitud es tener una especie de actitud de reverencia frente a la vida, agradecer todo lo bueno que puedas tener en la vida. Siempre hay un montón que uno no ve, que es lo simple, el cafecito, el estar contigo acá, que me meto en una cama en la noche. Y agradecer lo malo también porque eso que no tienes, eso que hoy día te está doliendo, también te está enseñando algo. Vivir en gratitud es poder mirar la luz y la sombra de lo que hay y de lo que no hay para agradecer el proceso de estar vivo y el aprendizaje que eso te genera. – La palabra compasión. – La palabra compasión la utilizo, la he podido describir en los estudios de campo, en los grupos de trabajo y tiene que ver con el compartir tu padecimiento. Es una definición de compasión que más bien viene del budismo, no es esta cosa lastimera que nosotros tenemos en Occidente, como de ‘ay, pobrecita’. No va por ahí, yo comparto tu padecer y me compadezco de mi padecer. En el caso de que me compadezca, me hago cariño. Y si comparto tu padecer, a ese otro lo hace sentir acompañado en su proceso. Creo que la palabra compasión es prima hermana de la empatía, del ponerme en el lugar del otro, palabra que está en franca extinción en nuestros vínculos hoy día, donde a nadie parece importarle nada lo que le pase al otro. También es prima hermana del perdón, porque el perdón es un regalo que me hago yo al perdonarte o perdonarme. Me parece que ese trino de palabras forman un circuito amoroso que contribuye a tu amor propio, a la toma de decisiones y que te hace caminar un poquitito más liviana por la vida. – Las tres palabras son gratitud, compasión y perdón. – Y si le agregamos la empatía, queda un cuarteto interesante para trabajar. "Si comparto tu padecer, a ese otro lo hace sentir acompañado en su proceso", expresó Pilar Sordo en entrevista con María Laura Santillán “ES NECESARIO LA PAUSA ENTRE LO QUE TU ME HABLAS Y LO QUE YO TE VOY A CONTESTAR, ESTAMOS SOBREREACCIONANDO EN VEZ DE RESPONDIENDO.” – Es pararse en otro lado. – Claro, es mirarlo desde otro lugar. El otro día en un grupo de trabajo me lo preguntaron. ‘¿Qué tendría que hacer para poder transitar el día a día con las tensiones que trae de mejor forma?’ Lo trabajamos tanto que llegué a una cosa que es la pausa. Creo que hoy día es necesario poner cápsulas de silencio entre lo que tú me hablas y lo que yo te voy a contestar, entre el que me manda un audio y la reacción, estamos sobrerreaccionando en vez de respondiendo. Para elaborar respuestas tengo que tener mediana tranquilidad, tengo que tener la capacidad de separarme de lo observado para poder elaborar esa respuesta. Creo que hoy día nos salvan las pausas, nos salvan de dejar alguna embarrada, de decir algo que no hubiéramos dicho si nos agarró la máquina. La pausa hoy día me parece clave en todo, en las relaciones vinculares, en tu trabajo. Y esa pausa tiene mucho que ver con la empatía, con observarme para darte lo mejor de mí a ti. “ME QUEDAN 20 NAVIDADES, NO ES LO MISMO DECIR 20 NAVIDADES QUE 20 AÑOS.” – Cada tanto seguís haciendo acompañamientos con procesos de muerte, lo hiciste durante mucho tiempo. No hablamos de la muerte, no nos gusta hablar. Lo evitamos supongo que por miedo. – Sí, por miedo, porque se nos pone un final en el discurso. Hablar de muerte es terminar la conversación, es ‘se acabó, ya está’. Y creo que en la medida que hay conciencia de muerte también hay mucha conciencia de vida, y eso te da mayor protagonismo en la toma de decisiones. Yo le decía el otro día a un amigo ‘me quedan 20 navidades’. No es lo mismo decir 20 navidades que 20 años. 20 navidades son 20 navidades, y estoy más cerca de las 19 ya. Creo que eso hace que las decisiones se tomen desde otro lugar. – Lo que estás diciendo es que el tiempo es precioso. – Exacto, eso es. No tiene nada que ver con una connotación medio depresiva, al contrario. – Si hay 20 Navidades, que sean una fiesta. Buenísima esa fórmula. Deberíamos pensar cuántos cumpleaños nos quedan, cuántos encuentros. – ¿Cómo los quieres pasar? ¿Con quién? ¿De qué forma? Y eso permitirte tomar un norte distinto en tus decisiones. María Laura Santillán Con Pilar Sordo - “ME QUEDAN 20 NAVIDADES, NO ES LO MISMO QUE 20 AÑOS. ¿CÓMO LAS QUIERO PASAR, DE QUÉ FORMA?” -Si algo aprendí de vos es que para hacerse cargo del deseo, hay que tener un impulso de coraje. En ese caso, cuando uno sabe con quién quiere estar el tiempo que le queda, ¿hay que tener coraje y soltar cosas? – Hay que poder renunciar y elegir. Es una dupla maravillosa que evidentemente, como todo conflicto, tiene tensión. Pero no puedo elegir sin renunciar. En la medida en que descubro que esta renuncia me genera el placer de la elección, voy distensionando y puedo tomar decisiones que me den paz o me pongan en un modo de bienestar o de goce. – Yo no sé si hay gente que ahora quiera ir pensando cuánto le queda de cada cosa. – Creo que no, cuando lo coloco sobre la mesa en conversaciones, siempre la primera reacción es muy de piel, es ‘aaaaaaaaaaaaaaaaaa!’ Pero después cuando notan el significado o la invitación que hay detrás de ese trabajo se vuelve interesante. – ¿Qué te deja acompañar gente que está viviendo sus últimos días? Hace unos años atravesaste una situación muy límite con tu salud. – Gran parte de mi trabajo, cuando estoy acompañando a personas a cruzar el puente, como le llamo yo, es cortar los hilos de apego. Cuando me encuentro con sogas gigantes y apegos tremendos que no sueltan los que se quedan con el que se va, o el que se va con los que se quedan, mi lección hacia mí es como espejo, es decir ‘Dios mío, que mis hilos sean lo mas livianos posible, que no haya hilos’. Para liberar a los que se quedan si es que yo soy la que me voy, o para liberarme yo si es que me quiero liberar. Me parece que hay que trabajar continuamente los apegos y ofrecer amores en libertad porque nunca se sabe cuándo es el último abrazo. El Negro Oro posteaba el otro día algo así, ‘el último abrazo no avisa’. Sí, no avisa, entonces hay que aprovechar de la valoración desde el presente. – ¿Cómo serán tus próximos 20 años? ¿Lo estás planeando? – No quiero planear, pero estoy intentando tomar decisiones que me vayan dejando cada vez un poco más liviana. – Hace algunos años decidiste algo importante, irte a vivir al sur de Chile, el lugar que te gusta. A pesar de tener que tomar más aviones. – Si, fue una super decisión y fue una decisión por mí, que es algo poco frecuente en mi historia de vida. – O sea, vivir en el lugar donde querés vivir, aunque tengas que modificar muchísimo. – Sí. Donde el alma sonríe, digo yo. Como toda decisión tiene infinitos costos, de todo tipo. Pero creo que al final el resultado o la sensación final siempre es beneficiosa. – Aprovechar el tiempo que queda sin seguir lo que se supone que deberías hacer. – Claro. Tiene que llegar un momento en el que tus decisiones tengan que ver con lo que eres tú y no con lo que los otros esperan de ti. Y ese juego es muy difícil hoy, más que antes tal vez, porque estamos todos como en una vidriera y todo el mundo está viendo todo, hay mucha más presión a mantener ciertas situaciones, a quedarte con cosas o a no soltar otras. Se hace muchísimo más complicado mantener una cierta autonomía porque estás en continua comparación todo el tiempo. "Tiene que llegar un momento en el que tus decisiones tengan que ver con lo que eres tú y no con lo que los otros esperan de ti", dijo Pilar Sordo “LO QUE SE RESISTE, PERSISTE” – Sos una persona muy fuerte, pero también vulnerable. ¿Qué hacés cuando estás vulnerable? ¿Cómo te volvés a armar? ¿Quién o qué te calma o quién te da fuerza? – Creo que he ido aprendiendo a permitir que la vulnerabilidad me atraviese, le estoy colocando cada vez menos resistencia. Si estoy triste, estoy triste. Si estoy cansada, estoy cansada. Si tengo miedo, tengo miedo. Si te quiero decir que te quiero, te digo que te quiero. Por lo tanto eso me ayuda porque lo que se resiste, persiste. Entonces, al no haber resistencia, permito que me atraviese lo que me tenga que atravesar. – Lo que se resiste, persiste. – Si, totalmente. Segundo, tengo muchos momentos de mucho silencio, algunas personas lo podrían traducir como oración. Yo converso mucho con Dios, con una energía universal a la que le llamo Dios, digamos, y eso me ayuda un montón porque me centra en la gratitud, me centra en la compasión, en lo que estábamos hablando. Y después, hay personas a las que busco para que me escuchen, para que me reciban. Tengo la suerte de contar con poquitos pero muy buenos vínculos en los que destaco a un amigo, amigas, una terapeuta. De alguna manera me van sosteniendo y acompañando en el proceso de la vida, porque se me exige o se presupone que yo debiera tener todo resuelto. El manifestar no tener resuelto nada ha sido un ejercicio, aprender a pedir ayuda, aprender a decir que no puedo, romper ese prejuicio que incluso mis cercanos tienen conmigo de que yo siempre voy a estar bien, de que voy a ser capaz de resolver todo, de que no importa tener un mal día y que mañana va a estar increíble. Todas esas cosas las he tenido que romper pidiendo ayuda o siendo mucho más explícita. Hay que pedir ayuda para poder hablar porque si no la gente presupone cosas tuyas y por lo tanto no se preocupa en meterse un poquitito más adentro. – Es mucho más difícil para una mujer alfa como vos, una mujer segura. Independiente, autónoma, exitosa. – Totalmente, a la que no le quedó otra que sacar esto alfa para resolver, para gestionar. Porque esa parte más alfa de uno de alguna manera castiga o inhibe a la otra. Yo las diferencio entre Pilar Sordo y Pilar. La Pilar Sordo inhibe a la Pilar y la esconde. La Pilar pide permiso para salir y hay personas, muy poquitos vínculos, a los que yo sí les puedo mostrar a ambas. Sin duda que a la gente le va a ser más fácil quedarse con lo que se supone que Pilar Sordo hace sin buscar un poquitito más allá. "Tengo la suerte de contar con poquitos pero muy buenos vínculos en los que destaco a un amigo, amigas, una terapeuta", contó Pilar Sordo en el reportaje – Seguramente todos tenemos ese pedacito muy vulnerable de nosotros mismos escondido. Y podemos compartirlo con los pocos que ven esa vulnerabilidad. – Sí. Hay que permitirse ser descubierto y yo creo que eso da mucho miedo, que se metan. Cuando uno le permite a alguien que entre en tus laberintos me parece que es un privilegio para ese alguien. – Depende de quién sea ese alguien, te puede lastimar. – Claro, es que hay veces que te equivocas y se lo permites a alguien que no se lo merecía. – A lo largo de los años seguís estudiando, pero además te estudiás a vos misma y el estudio que hacés sobre vos misma nos da a nosotros herramientas. Te ponés como objeto de estudio. – Total, todo el rato como alumna permanente. Y en la medida que me voy descubriendo y voy compartiendo, automáticamente funciono como espejo para el descubrimiento de otros. Es muy curioso eso. – Lo único que tenemos es tiempo y hay que elegir en qué usarlo. – Y a quién. Yo insisto en que es el mejor regalo que uno le puede dar a alguien hoy, creo que es el único regalo. Distribuir mis tiempos para cenar contigo. Esa decisión mutua compartida me parece que hoy día es el mejor regalo que los seres humanos nos podemos dar. Creo que lo comprable ya perdió todo valor. En cambio, la posibilidad de decirte en este mundo injusto, a veces doloroso, que me quiero juntar contigo o que quiero tener una conversación, es lo máximo que uno le puede regalar al otro. “MUCHOS DE NOSOTROS QUEDAMOS EN DEUDA CON COSAS QUE PENSAMOS EN LA PANDEMIA Y NO FUIMOS CAPACES DE EJECUTAR” – Hablaste de la pausa y después del silencio. El silencio también provoca miedo, mucha gente no puede estar sola. – No, y se llena de ruidos. El silencio asusta porque devela, es lo lindo que tiene. El silencio devela, el silencio muestra, desnuda. Yo me puedo desnudar o mirar en el silencio y no hacer nada con eso, y seguir en el automático. Pero a la larga ya viste, entonces eso pulsa. He llegado a la conclusión de que una de las consecuencias que dejó la pandemia es que muchos de nosotros sabemos que quedamos en deuda con cosas que pensamos en la pandemia y no fuimos capaces de ejecutar. Mucha gente dijo ‘esta relación de pareja no va’, pasó la pandemia y siguen juntos porque no tuvieron el coraje de terminarla. Muchos dijeron ‘me voy a preocupar mucho más de mis papás, pobres viejos, no los veo nunca’, y no los están viendo más. Muchas personas quedaron con ciertas deudas. Dijeron ‘no compro más ropa, no necesito más ropa’ y siguen comprando ropa, porque volvimos al sistema. Hay una sensación de traición a esa voz que escuchamos en pandemia y que por alguna razón no nos hicimos cargo, porque no pudimos, no supimos. Creo que es importante evaluar si hay algo que yo dije que me gustaría hacer. Por ejemplo, mi decisión radical de irme a vivir al sur si bien se generó antes de la pandemia se tomó en ese momento, pero si yo no hubiera tomado esa decisión, el sur me seguiría pulsando. María Laura Santillán Con Pilar Sordo - “MUCHOS DIJIMOS ‘ESTA PAREJA NO VA’ Y NO TUVIMOS EL CORAJE DE TERMINARLA” – Se necesita un poco de silencio para escucharse. – Por supuesto, hay que volver a conectar, porque no te puedes hacer la tonta todo el tiempo. En algún momento hay que aprender a verse desde esa desnudez. “EN EL PRESENTE NO HAY ANSIEDAD, LA ANSIEDAD TIENE QUE VER CON QUE TU CABEZA SE FUE DEL MOMENTO EN EL QUE ESTÁS” – La ansiedad ahora es como una plaga, se sufre, con ataques con mucha angustia ¿El silencio podría ser una llave para gestionar la ansiedad? – Total. Primero, la ansiedad es un problema global, no es individual. Se ha transformado en un trastorno porque no hemos sabido, a mi juicio, de entenderla como una consecuencia o un fenómeno que se produce por las pantallas, por los celulares, por la adicción al sistema, por la permanente comparación o insatisfacción en la que vivimos. Creo que si tuviéramos silencio y tuviéramos esa conexión con uno como para poder estar en paz, esa ansiedad naturalmente tiene que disminuir. En el presente no hay ansiedad. La ansiedad tiene que ver con que tu cabeza se te fue a cualquier otro lado menos al momento en el que estás. – Estás budista, es súper interesante porque el budismo te trae al presente. Será por eso que viven tantos años. “EL EXCESO DE FUTURO NOS ESTÁ HACIENDO MUCHO MAL, NUNCA ESTAMOS DONDE ESTAMOS.” – Y se enferman tan poco. Mueren de viejos, pero no de enfermos como nos pasa a nosotros. El exceso de futuro a nosotros nos está haciendo mucho mal. Nunca estamos donde estamos. Estamos siempre hacia adelante. Siempre en el mañana, en la media hora después, en lo que tienes que hacer después de este encuentro. En la ducha pensando que te vas a poner de ropa, mientras te estás vistiendo qué vas a desayunar, mientras desayunas por qué calle vas a ir, pero nunca donde estamos. Y no es fácil hacer el anclaje, para eso hay miles de cosas, el mindfulness… De verdad, el regalo del presente calma en sí mismo. María Laura Santillán Con Pilar Sordo - “NUNCA ESTAMOS DONDE ESTAMOS. EL EXCESO DE FUTURO NOS ESTÁ HACIENDO MUCHO MAL” – ¿Cómo estar en el presente? – Es muchísimo mejor de lo que nuestras cabezas imaginan en un futuro. Los presentes siempre son más fáciles de caminar que lo que la cabeza proyecta hacia adelante. Aún en situaciones muy dolorosas. Con un enfermo que se está muriendo, estar dándole amor sabiendo que todavía tiene la posibilidad de pulsar y sentir tu temperatura en la mano, ese presente es mucho mejor que imaginarlo muerto. Mientras estoy contigo y te disfruto a ti, es mucho mejor que decir que nos tenemos que separar. Ahora te expreso y me conecto con la gratitud de lo compartido, eso es muchísimo más saludable que la cabeza en tres horas más. Además, nunca alcanzamos a hacer en el día todo lo que se supone que hay que hacer. Hoy día no voy a alcanzar a pensar todo lo positivo que tenía que pensar, ni a comer todo lo saludable que había que comer, ni hacerme el skincare, ni el make up, ni el mindfulness. Como dice un amigo ‘me levanto a las seis y ya alguien corrió 12 kilómetros’, siempre vamos detrás. Entonces, si no logro decir ‘esto es lo que me está tocando hoy’ y anclar en esto que es lo que me toca a mí en mi propia vida me pierdo regalos en la medida en que nuestra cabeza se va hacia cualquier otro lado. – ¿Nos alienamos, nos perdemos a nosotros mismos? – Porque nos desconectamos. El silencio tiene esa cosa de volverte a conectar a ese viaje hacia adentro. Porque el silencio no es ausencia de ruido, sino que es la conexión hacia adentro. Esa conexión hacia adentro te permite una salida distinta. – Para algunos las cosas que decís son mantras, pero otros estarán diciendo ‘qué lindo lo que dice, pero ¿cómo hago para estar en silencio? ¿Cómo hago para vivir el presente?’ – Ahí es donde vuelvo a decir el ‘pausa, para y pregunta’, las tres P. Paren en el baño mientras hacen pis, no necesitamos conductas meditativas tan sobre elaboradas. Las redes han ido sobre elaborando estas cosas, se habla del propósito de la vida y si yo no tengo el propósito de salvar las iguanas verdes de África oriental pareciera que el propósito de la vida no tiene sentido. Pausen, paren, mírense, respiren y háganse solo una pregunta, ¿cómo estás? Y dejen que el alma y el corazón respondan. Y de acuerdo a esa respuesta, vayan tomando pequeñas decisiones que vayan siendo congruentes. La próxima vez, cuando me vuelva a preguntar cómo estoy, a lo mejor tengo algunas cosas ya respondidas, otras se me van a volver a abrir y así voy caminando. "Pausen, paren, mírense, respiren y háganse solo una pregunta, ¿cómo estás? Y dejen que el alma y el corazón respondan", aconsejó Pilar Sordo – En su momento explicaste que hay que apagar todo para parar, los dispositivos, las pantallas. Y también hay que tratar de estar solo de verdad. “EL TIEMPO CON UNO ES UNA ESTUPENDA INVERSIÓN. NOS FALTA TIEMPO CON NOSOTROS” – Sí, creo que el tiempo con uno es una estupenda inversión para salir al otro un poco más construido y definido, creo que nos falta tiempo con nosotros. Estamos demasiado centrados en el hacer y el ser, se nos desdibuja muy rápido. Por eso estar en la naturaleza es tan sanador en sí mismo, tiene el poder de volverte a ti todo el rato. La naturaleza es la única cosa que cuando uno mira no la ves, sino que te ves tú. Y eso es maravilloso, porque si veo un edificio no me estoy viendo yo, pero si veo una montaña o el mar o veo un árbol, el árbol automáticamente me refleja y me hace verme a mí. – Como moraleja, hay mil herramientas para poder volver a uno, para estar en silencio, para desconectarse todo lo necesario, para saber qué es lo que tenemos ganas de hacer. – Hay pautas, hay cosas como parar, sentarse, cerrar los ojos, meditar, rezar, caminar descalza, intentar tener contacto con la naturaleza en la medida de lo posible. Hay una regla que tienen los europeos, que es 3, 30, 300. Desde la ventana de tu casa debieras poder ver tres árboles, tener a 30 metros de tu casa alguna cosa verde, y a 300 metros de tu casa un parque. Imaginate si la vida fuera así de maravillosa. Evidentemente no se cumple en casi ningún lado, por lo menos en América del Sur. En Europa puede que lo tengan. Necesitamos volver a lo esencial. Nos hemos ido quedando con las cascaritas, con lo artificial y sin duda eso no está provocando un buen negocio. "Hay pautas, hay cosas como parar, sentarse, cerrar los ojos, meditar, rezar, caminar descalza, intentar tener contacto con la naturaleza en la medida de lo posible", recomendó Pilar Sordo (Fotos de Candela Teicheira) – A mí me da mucha tranquilidad aceptar que hay muchas cosas que no sé, me da paz. Uno suele opinar y opinar, reaccionar, es difícil encontrarse con eso, pero es muy aliviador. – Y además, el ‘no sé’ es tan abridor de camino…Tan de mostrar ruta. – Está mal visto no saber, se condena. Sos un tibio, no te definís. – Muy mal visto. Pero si uno a veces empieza un camino y no sabe dónde va, quiere decir que es un muy buen camino para caminar mucho. – ¿Sabemos nosotras como sigue? – No tenemos idea de casi nada. Hay una pretensión casi egoica de suponer que uno tiene algo de control, pero al final es tan ilusoria… Porque hoy día la vida sorprende tanto, en un nivel de rapidez tan bestial, que esos caminos cada vez son más inciertos. Caminarlos tomado de la mano de la gente que uno quiere me parece que es un regalo maravilloso.
Ver noticia original