Contacto

×
  • +54 343 4178845

  • bcuadra@examedia.com.ar

  • Entre Ríos, Argentina

  • Una cara bonita

    » Diario Cordoba

    Fecha: 27/06/2025 14:28

    Imagina esta escena: entras en un café, y la deslumbrante presencia de la camarera (o el camarero) logra que aceptes su amable sugerencia de acompañar con un buen trozo de pastel cordobés el café solo que ibas a pedir. La atracción física tiene esa habilidad sutil de influir en nuestras decisiones. Sin embargo, la belleza no es la varita mágica que muchas empresas creen. Un estudio reciente, desarrollado por investigadores en marketing y ventas de las universidades de Michigan e Illinois, desmonta el mito del «lo bello es bueno», mostrando que la belleza es un arma de doble filo. Para empezar, no es la cara lo que más impacta, sino el cuerpo. Ese porte seguro, la postura firme, una actitud de «sé lo que hago», es lo que más influye en la percepción del atractivo. El rostro viene después, y el estilo... bueno, cualquiera que haya visto el efecto de un uniforme bien llevado sabe que importa. Más curioso aún: nadie ha investigado cómo influyen la voz o el olor, pese a ser claves en las interacciones cara a cara. Ser guapo, sin embargo, no siempre garantiza mejores resultados. Aunque los empleados atractivos generan emociones positivas y fidelidad, eso no se traduce automáticamente en más ventas. El boca a boca positivo es escaso, a veces hasta negativo. Y no hay evidencia clara de que reduzca riesgos percibidos o mejore la cercanía con el cliente. Así que una buena cara no garantiza una buena caja. La irregularidad de los efectos del atractivo físico se encuentra en el contexto. El contexto lo es todo. El género, la cultura, el tipo de servicio, la modalidad de interacción e incluso si quien atiende es humano o IA, cambian las reglas del juego. Las mujeres atractivas, por ejemplo, muchas veces son penalizadas, mientras que los hombres se benefician. Las culturas orientales valoran más la apariencia que las occidentales. Las in-teracciones cara a cara potencian el efecto de la belleza, y las ventas lo maximizan más que la atención al cliente. ¿Y los agentes virtuales? Inmunes al sesgo estético. Puro algoritmo, cero prejuicio. Entonces, ¿cómo actúa la belleza cuando lo hace? A través de percepciones sociales: confianza, competencia, simpatía. Un rostro atractivo mejora la primera impresión, y eso puede condicionar el juicio de toda la experiencia. Pero eso no garantiza satisfacción. La belleza no influye significativamente en lo contento que queda el cliente. Es como un plato precioso que no sabe a nada. Bonito, sí. Memorable, no tanto. Para las empresas, esto debería hacer saltar las alarmas. Apostar por la apariencia en lugar del talento es una estrategia arriesgada. Las interacciones virtuales y el auge de la inteligencia artificial nos dan la oportunidad de enfocarnos en lo que realmente importa: la capacidad, la empatía, la eficiencia. Especialmente en Occidente, donde el efecto de la belleza es más débil, tiene sentido adoptar prácticas como la contratación ciega y evaluar por desempeño, no por un mentón, unos pómulos o unos labios. Y no olvidemos que el sesgo de belleza es uno de los grandes olvidados. Mientras debatimos sobre género, raza o clase social, seguimos ignorando que la apariencia también discrimina. No es ilegal contratar a alguien por su buena presencia, y muchas empresas lo hacen sin problema. Pero cuidado: para muchas mujeres, este sesgo puede ser una trampa más que una ventaja. En definitiva, el atractivo físico puede abrir puertas, pero no garantiza ventas, recomendaciones ni satisfacción. Es hora de dejar de caer en la trampa del estereotipo «lo bello es bueno» y empezar a valorar lo que de verdad construye experiencias memorables: la competencia, la actitud y la autenticidad. Porque al final, lo que deja huella no es una cara bonita, sino un mejor servicio. *Profesor de la UCO

    Ver noticia original

    También te puede interesar

  • Examedia © 2024

    Desarrollado por