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Parana » El Once Digital
Fecha: 27/06/2025 01:30
En medio de una profunda crisis económica y social, los clubes de barrio siguen siendo un sostén para miles de familias en sectores vulnerables. Con estructuras debilitadas, escasos subsidios y cuotas que la mayoría no puede pagar, sostener estos espacios se vuelve una tarea titánica para sus dirigentes y colaboradores. “El club te absorbe la vida. Vos tenés que, para agarrar un club, estar loco primero, porque perdés tiempo y plata”, expresó Leonardo Acosta, presidente del Club Universitario, uno de los protagonistas del programa El Ventilador, emitido por Elonce. La frase resume la vocación que empuja a muchos a sostener estas instituciones que educan, contienen y dan oportunidades. Recuperar lo que otros destruyeron El caso del Club Toritos es paradigmático: una institución devastada por gestiones anteriores, con deudas, falta de rendición de subsidios y una infraestructura colapsada. “A nosotros nos tocó agarrar un club totalmente devastado, no solo en lo estructural sino en lo social”, relató Leo, quien asumió la presidencia en 2023. Foto: Elonce. La situación heredada fue tan grave que, según cuenta, “esos dirigentes que le han hecho tanto daño al club fueron declarados personas no gratas mediante una asamblea con la aprobación de los socios”. Hoy, bajo una nueva conducción, intentan reeducar a los chicos y devolverle vida al club. “Nosotros agarramos en septiembre de 2023 y de septiembre a diciembre fue reeducar: este es el baño de mujer, este el de hombre, acá se saluda, acá no se dicen malas palabras”. Sin embargo, la sombra de los errores pasados todavía pesa. Subsidios tramitados y no ejecutados por gestiones anteriores impiden hoy acceder a nuevos fondos. “En 2015 el presidente anterior pidió un subsidio para arreglar la cancha de básquet, no realizó la obra y tampoco rindió el dinero”, denunció. Contención frente a la exclusión Foto: Elonce. La función de los clubes de barrio va mucho más allá del deporte. “Nosotros trabajamos con la comisión vecinal, con Desarrollo Social, tenemos batucadas, taekwondo. Tratamos de contener a todos los chicos, aunque no sean socios”, contó Alejandra Metz, presidenta de Toritos de Chiclana. Frente al crecimiento de la pobreza y la violencia, la demanda de ayuda se multiplica. “Vengo pidiendo hace cuatro años asistencia psicológica para los chicos. Es fundamental”, insistió Alejandra. Los problemas de conducta, peleas entre chicos y padres con dificultades emocionales forman parte del nuevo escenario. Foto: Elonce. El esfuerzo también es económico. Con cuotas que van desde los $3.000 a los $13.000, muchos no pueden pagar. “De 12 chicos, capaz siete te dicen que no pueden”, revelaron. Pero no se los deja afuera: los clubes organizan rifas, venden entradas y convocan a los padres a colaborar. “Si el padre no puede pagar la cuota, que venga, que colabore, que corte el pasto, que pinte, que haga algo”. El desafío de crecer en comunidad En un contexto donde el deporte femenino crece y la infraestructura queda chica, los clubes siguen apostando a integrar más chicos. “Volvimos a llenar el club. En cada categoría tenemos chicos becados”, dijo el exjugador de Patronato. Frente al abandono estatal, surge una luz: la Ley de Mecenazgo provincial, que permitiría a empresas colaborar con beneficios fiscales. “Estamos totalmente de acuerdo con la iniciativa, siempre y cuando sea justa para todos y no se reparta a dedo”, plantearon. La invitación final es clara: “Que vuelvan a los clubes. Es lindo ver la familia en el club, ver a los chicos correr, hacer amigos, crecer acompañados. Un club educa tanto como la escuela”.
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