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» El Ciudadano
Fecha: 26/06/2025 07:49
Daniel Zecca Eugenio Malaponte tiene formación y pasado radical, partido del que se separó hace mucho, según él explica, por cuestiones vinculadas con la corrupción. Después de algunas experiencias electorales, este año insiste como candidato a concejal por el espacio de la diputada provincial Amalia Granata, Somos Vida y Libertad, en la ciudad. Cree que nada cambiará si no se frena la corrupción y propone como su proyecto más importante «averiguar dónde va la plata», tanto en el municipio como en el Concejo. —Venís de una familia radical, históricamente radical. Pero has ido tomando otras posiciones. Hoy te encontramos con Amalia Granata. Contame un poco cómo llegaste a esa relación y cómo decidiste participar en su armado acá en Rosario. —Yo me fui alejando cada vez más de los dirigentes radicales porque veo que no solo no respetan los principios del partido, sino que hay una línea que es el delito, la corrupción fuerte, el narcotráfico… Y creo que hay dirigentes de mi partido —y lo digo con mucho dolor— que pasan esa línea. Y tengo pruebas para decirlo. Y lo pongo en mis redes: son pruebas, no es una lucubración de Sherlock Holmes, son pruebas. Si vos sos el gobernador y tuviste durante diez años a un tipo que fue tu mano derecha y que de repente lo condenan por ser el jefe de una banda de policías que se dedicaban a vender droga —no a cobrar coima—, tenían sus propios vendedores y todo. Y era el tipo de la policía con el que vos siempre trabajaste, lo publicitaste, lo quisiste hacer ver como un defensor de la democracia y un luchador contra los narcos, y resulta que termina condenado por la Justicia Federal como jefe de una banda narco. Y vos no explicás nada. Lo único que explicó fue: “Me enganó”. Es la única palabra que dijo respecto a Druetta. Entonces, yo puedo ser muy radical, pero ahí no estoy más. Yo de ahí me voy. Ya me fui el año pasado cuando se juntaron lo que era Cambiemos con el socialismo. Para mí, el socialismo tiene toda esta misma historia para atrás. Y entonces, con Amalia Granata me une darme cuenta de esta realidad, que todos se dan cuenta, pero hay que tener los huevos para denunciarla. Y Amalia los tiene, los ovarios los tiene. Entonces, yo me identifico mucho y me siento muy cómodo con eso. Por más que algunas cosas, viste, la gente me dice: “Pero vos sos pañuelo celeste”. Yo no soy pañuelo celeste y tampoco soy de derecha. —¿Ella no te pidió ningún alineamiento en ese plano, que es el plano que más la identifica? —No, no. Estas son discusiones ideológicas que las tiran para que nos matemos entre nosotros cuando te pasa un elefante por al lado y vos no lo ves. El elefante es la corrupción. Podemos estar discutiendo izquierda o derecha, pero si roba el de izquierda y roba el de derecha, estamos en problemas los dos. El gobernador hace cinco años era el de la Franja Morada, el progresista, y hoy está construyendo una cárcel que se llama “El Infierno” para que vayan los presos. Pasó de un progresista alfonsinista a un conservador casi trumpista. Y es todo mentira. Todo mentira. Son cosas que tiran para que la gente muerda y discuta en las redes, cuando en realidad el problema que tenemos en Argentina siempre fue el mismo, desde hace cien años: la corrupción. El día que nosotros entendamos que el problema es la corrupción, ahí va a cambiar todo. Pero la corrupción no es un problema de nombres, es un problema de sistema. Es sistémico. Y eso no lo dice nadie, ni siquiera a nivel nacional, que nosotros tenemos que cambiar el sistema político. ¿Por qué? Porque vivimos en una supuesta democracia. ¿Qué significa esto? Que el pueblo gobierna a través de sus representantes. Ahora, para mí, el vínculo entre el pueblo y el representante está totalmente cortado, porque la gente que hoy gobierna no representa a la sociedad. Pero no lo representa porque no hay forma. Son gente que se apropia del sistema político, se apropia de los partidos, como esta gente que está en el radicalismo. Está bien, eso es el partido radical, sí, está esta gente, pero no es mi partido, no es la idea que yo defiendo. Lo tienen porque se lo metieron ahí con plata, con un montón de cosas que habría que estar horas explicando. Pero la verdad es que no hay una representatividad de los dirigentes políticos con la gente. De hecho, ni siquiera Cristina puede representar. Yo sé que hay mucha gente que la sigue y mucha gente que se siente representada. La verdad es que no te representa, flaco. Vos estás sin laburo, pasando hambre, y ella es una multimillonaria. Entonces, no te representa. No te representa los intereses, no te representa nada. Entonces, el problema es el sistema de representatividad en Argentina, en Rosario. A ver, yo, para garantizar mi campaña a concejal o a intendente hace dos años, tendría que haber puesto —esto no te exagero— dos o tres millones de dólares. Porque esa es la plata que gastan. Y yo no te puedo poner ni dos o tres millones de pesos, porque yo tengo un negocio, que no anda, yo no llego a fin de mes. ¿Y cómo voy a poner plata en la boleta? Entonces, uno trata de hacer política de la forma que mamé de mi familia. Pero hoy es casi imposible. Entonces, sería un milagro que yo entre al Concejo, porque ahí sí empiezo a patear todo. Pero el sistema mantiene alejadas a las personas como yo. —Vos decís que el sistema los mantiene alejados porque no tienen cómo invertir ese dinero para poder llegar. Porque la manera de llegar es invertir en millones… —Sí, a ver… no es que la invierten ellos. Es plata que pagamos entre todos. Todo eso hay que aclararlo. O sea, toda la plata que gastan en campaña, de apoyo en campaña, no la sacan de su bolsillo. No es una inversión que hacen ellos. —Pero vos pasaste a la general, ¿cuántos votos tuviste? —Yo tuve siete mil y pico, y el espacio tuvo unos dieciocho mil y pico. —Bueno, y esos votos se supone que van a ir a vos ahora, que liderás la lista. Se supone que los vas a tener. Te faltarían unos diez o doce mil votos para llegar, ¿no? —Capaz que menos. Yo creo que puede llegar a ganar Monteverde, el peronismo, porque el gobierno de Javkin ha sido tan pero tan malo que ya le dio una oportunidad. O sea, hace dos años la gente no votó a Monteverde por miedo, obviamente, porque la verdad que darle el gobierno a Monteverde es una locura. Lo votó a Javkin sabiendo el desastre, el peor intendente de la historia, lo votó igual. Yo quedé afuera por mil votos en esa elección. —¿Mil te faltaron? —Mil me faltaron. Si yo hubiese pasado a esa especie de balotaje entre ellos dos, no sé si ganaba, porque no tengo la capacidad y estructura para ganar esa elección, pero me hubiese llevado ciento cincuenta mil votos. Y el que no ganaba era Javkin. Claro, porque yo tengo un voto más similar al de Javkin. En esta ocasión, el gobierno fue peor estos dos años, la gente no lo puede ni ver. Entonces, bueno, ya está. Y votó a Monteverde como una posibilidad de cambio, y la verdad es que no es ningún cambio, porque Monteverde y Javkin fueron socios toda la vida. El que viene siguiendo la política de Rosario sabe que Ciudad Futura le votó absolutamente todo a Javkin en el Concejo, hasta negocios que se armaron. Después se pelearon, y Javkin empezó a decirle que era un usurpador. Fiel a lo Javkin. Pero es lo mismo. Hace unos años que vengo hablando de la política sociedad anónima, que pasa lo mismo en el peronismo, pasa lo mismo en el radicalismo, hay gente que se apropia de la política como si fuera una empresa. Entonces, te ponen los carteles, te llaman a los periodistas, le ponen pauta a los periodistas. ¿Entendés? Una empresa. Entonces, es muy difícil acceder a la política. Ahora, si yo entro, yo ya estoy a punto caramelo. A mí eso no me importa nada. ¿Entendés? Si me seguís en las redes, ves las denuncias. Cago, no me importa nada. Entonces, si entro al Concejo, mis denuncias van a ser ya institucionales, no va a ser un loco gritándole a la Luna. Va a ser un concejal. Con lo cual, creo que hoy el único voto de utilidad para la ciudad es el que me vota a mí. El resto son todos participantes que ya vienen participando de años, ya son todos lo mismo. —Bueno, hay uno nuevo, que es Juan Pedro Aleart. —Sí, pero Aleart es parte de un medio periodístico que antes lo mandó a (Ciro) Seisas, ahora lo mandó a Aleart. No es nuevo, es un actor que está ocupando otro rol. Es un chico que venía representando a los poderes económicos, y va a ser exactamente lo mismo que hizo Seisas. Seisas dijo que iba a llevar luz al Senado y que iba a limpiar la mugre, y que los senadores eran jeques árabes. ¿Denunció a alguien? ¿Hubo alguna denuncia? —Sí. ¿Y cuál es tu agenda para el Concejo? ¿Cuáles serían los proyectos que vos proponés o te interesa impulsar si te tocara entrar al Concejo? —Mirá, vos sabés que estoy en política hace bastante, y siempre voy con proyectos. Yo la verdad es que a esta elección decidí —aunque no me convenga políticamente— decir: “Miren, muchachos, los proyectos son todos una mentira”. Hay muchas veces que uno los tira ingenuamente: “Bueno, yo propongo hacer esto”. Y después en el Concejo no te lo vota nadie, porque a nadie le importa. Y hay otras veces que lo hacen a propósito, mintiendo. La realidad es que el proyecto más importante que se puede tirar en el Concejo —y hasta un solo concejal lo puede hacer, porque ya es una cuestión legal— es averiguar a dónde va la plata. Mirá qué sencillo. O sea, Rosario gasta novecientos millones de dólares, que es lo mismo que gasta Zaragoza en España, o Valencia. ¿Cómo puede ser que ciudades de esa categoría, digamos, de primer mundo, turísticas, gasten esa plata, y nosotros gastamos la misma plata y mirá el desastre que tenemos? Raro. Vos fijate una cosa: de esa plata hay un veinticinco por ciento que son los servicios que tiene que cumplir la Municipalidad —barrido, limpieza—, todo eso que se cumple mal, pero bueno, eso lo tiene que cumplir si es la Municipalidad. Tenés un diez por ciento de la burocracia, del pago de la burocracia estatal. Y después ya empiezan cosas raras: tener un veinte o veinticinco por ciento —no me acuerdo bien— de incentivo económico, no sé cómo le ponen en el presupuesto, de ayuda a las empresas, ¿viste?, para incentivar la producción. La verdad es que yo tengo negocio, lo único que hace la Municipalidad es ponerme palos en la rueda desde el momento de la habilitación hasta el momento del cierre eventual, y los impuestos que te cobran. ¿A dónde están? Son, creo, como doscientos palos en ayuda económica. ¿Dónde está eso? Y ni hablemos de la promoción social. La promoción social es un gran robo en esta ciudad. Un gran robo. O sea, vos tenés mil trescientas organizaciones sociales —entre cuatro comillas— que reparten unos ciento cincuenta millones de dólares por año. Nadie sabe quién es esa organización social, solo el intendente. Reparten alguna mercadería que yo lo he visto, lo he visto: una bolsa con un paquete de aceite, unos fideos, y eso es lo que te reparten, que no te dura una noche para la familia. —Ese es tu gran proyecto: meterte con el gasto del Concejo. —Del gasto del Concejo, que es escandaloso, y el gasto de la Municipalidad. —Además de ser abogado, vos venís de la actividad privada, del mundo del comercio. ¿Ahí tampoco notás que ustedes pueden trabajar con algún proyecto en especial? —En mi red, mis videos, hago toda la crítica a la cuestión tributaria en la Municipalidad. Primero, por una cuestión… soy abogado, y aparte soy tributarista. Hice un posgrado de tributario y estuve cinco o seis años como profesor ayudante en la facultad. La Municipalidad no cobra impuestos —bueno, vos sabés que el concepto es tributo—, y después dentro de los tributos tenés las tasas, las contribuciones y la contribución por mejoras. Impuestos, tasas y contribuciones. La Municipalidad no puede cobrar impuestos, cobra tasas. Las tasas son por un servicio que te brindan, y acá no hay ningún servicio. Salvo dos o tres tasas, te están cobrando plata que no te devuelven. Y es el principal ingreso que tiene la Municipalidad: las tasas. Por ejemplo, la tasa vial. Yo he hablado con la gente de las cámaras de estación de servicio. Lo que pasa es que te dicen: “Lo traslado”. El precio lo traslado. ¿A quién? Al consumidor. Es el eslabón más débil de la cadena, que no puede decir nada. Esa tasa la votaron un 23 de diciembre del año 2023. O sea, cuando la gente estaba comprando, armando ya, preparando el asado, te diría, para el 24 de diciembre, estos tipos se juntaron y votaron. Obviamente, el peronismo le votó en contra, pero nadie se le ocurrió decir: “Che, ¿cómo vamos a votar algo tan importante para la ciudad un 23 de diciembre?”. ¿Te das cuenta cómo son cómplices todos? Los peronistas, los radicales, los socialistas… no hay nada, no existe. Son todos la casta. Milei lo definió así. Es lo que son. El Concejo es un lugar que desprecio, la verdad que me da fobia ese lugar. Pero te juro que me encantaría ir y sacarles la careta a todos estos. No a hacer amigos, al contrario.
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