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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 26/06/2025 05:00
El consumo de opioides sintéticos como el fentanilo genera epidemias de sobredosis en distintos países del mundo (Imagen ilustrativa Infobae) En 1839, China intentó resistir el ingreso proveniente del Imperio Británico de un producto que entraba de manera progresiva a su país y no solo lo empobrecía por los costos y el desbalance comercial, sino que destrozaba a su población: el opio. Lin Zexu, un alto funcionario imperial, ordenó quemar toneladas de esa sustancia que se había convertido en un instrumento no solo de dependencia individual sino social y del país mismo a una política colonial. Si bien el gesto fue simbólico, también fue concreto: quería mostrar que había que frenar la descomposición moral y física de su pueblo. Pero esa decisión, como otros actos que marcan en la historia el inicio de una época, fue el que desató una guerra, la Primera Guerra del Opio entre China y el Imperio Británico entre 1839-1842 que culminaría con la derrota china y la imposición del libre comercio que implicaba el ingreso irrestricto de la sustancia, así como la entrega de Hong Kong. Como en casi todas las guerras fue en su superficie un conflicto militar, pero ocultaba fines comerciales y de alguna manera algo más profundo, una confrontación entre dos modelos de mundo. El consumo de opioides sintéticos como el fentanilo se incrementó en el mundo - (Imagen Ilustrativa Infobae) Uno, sostenido por la lógica del poder comercial; otro, que intentaba sostener una cultura propia y evitar la creciente descomposición de una sociedad en crisis, que se incrementaba por las altísimas tasas del adicción y sus consecuencias. La acción de Lin Zexu fue el 26 de junio y en función de ello el 7 el diciembre de 1987 en su resolución 42/112 la Organización de las Naciones Unidas (ONU) estableció que cada 26 de junio, se conmemore el Día Internacional contra el Abuso y el Tráfico Ilícito de Drogas. La realidad del mundo actual ha demostrado en estos casi 40 años desde su proclamación que no se trata de un recuerdo o reliquia histórica, sino como una advertencia y preocupación cada vez más vigente. Esta vigencia está dada porque las drogas siguen siendo y de manera creciente una forma de sometimiento de las personas, las sociedades, los países y la economía de estos, y ese imperio que entraba sus productos por grandes puertos y con grandes barcos, hoy es una telaraña difusa que entra por todos los lados imaginables y, al mismo tiempo, los efectos del opio en la China de 1800 son los actuales con otras sustancias, sociedades de vacío, de desesperanza, abandono y enfermedad. Se estima que el comercio mundial de drogas mueve entre 450 y 600 mil millones de dólares anuales - (Imagen Ilustrativa Infobae Esa guerra en la que había aparentemente claros dos bandos diferenciados, se reproduce hoy a una escala global, pero donde si bien ya nada está tan claramente definido, la guerra persiste. Los bandos ya no son países sino los poderes que están detrás del comercio internacional de la droga y, por el otro lado, la humanidad entera. Así el ingreso de sustancias resulta incontenible de las más diversas procedencias y la quema que también se hace hoy, de cargamentos de droga decomisados, solo permite imaginar la magnitud del real comercio de drogas y la realidad del ingreso. Se considera que cientos de millones de personas consumen sustancias ilícitas en todo el mundo. Estas cifras son en realidad el síntoma o la evidencia de algo más profundo por detrás, como por ejemplo, que el consumo de opioides sintéticos como el fentanilo se incrementó en el mundo y está generando epidemias de sobredosis. Que el cannabis se ha naturalizado y banalizado sin que se comprenda su impacto a largo plazo, incluso donde el uso de este en un área como es el cannabis medicinal, lleva a una diversidad de errores de concepto que son críticos, como por ejemplo, ignorar los frecuentes casos de psicosis cannábica. Según la ONU, más de 292 millones de personas consumen drogas ilícitas, y el cannabis es la más extendida Otro tema es el incremento en el consumo de cocaína y las metanfetaminas que se integran a una matriz cultural como drogas recreativas, en conjunto con una generación constante de “nuevos productos”, pero con los cuales no hay nada de recreativo ni lúdico, sino un intento desesperado por calmar el malestar de la cultura actual que no sabe escuchar, ni dar respuestas a una sociedad que cambia de manera vertiginosa. Por otro lado, lo que antes era una presunción hoy parece cada vez más evidente y es financiamiento de estructuras de poder paralelo por parte de las redes criminales internacionales de narcotráfico. Es decir, los cambios sociales y políticos relacionados o bajo el influjo del dinero de las drogas es cada vez de mayor magnitud. Se estima, aun cuando es de difícil precisión, que el comercio mundial de drogas moviliza según las diversas estimaciones entre 450 y 600.000 millones de dólares anuales, lo que equivale aproximadamente al PBI de toda la República Argentina y el 1% de todo el PBI mundial. Según el World Drug Report 2024 de las Naciones Unidas: Cocaína y metanfetaminas se integran como drogas recreativas en una cultura que busca calmar el malestar social (Imagen Ilustrativa Infobae) Más de 292 millones de personas consumen drogas ilícitas. El cannabis, los opioides, la cocaína y las metanfetaminas son las más extendidas. La aparición de opioides sintéticos, como el fentanilo o los nitazenes, ha provocado un aumento dramático de muertes por sobredosis. El narcotráfico global alimenta redes de crimen organizado, trata de personas, financiamiento del terrorismo y corrupción estructural. Más allá de las estadísticas, la vida de quienes padecen este flagelo en primera persona, es dramática. En Argentinas, es una escena conocida pero que de alguna manera sigue siendo ignorada en sus secuelas directas e indirectas. La guerra por las drogas ya no enfrenta países, sino al crimen organizado contra la humanidad entera (Imagen Ilustrativa Infobae) Por ejemplo, el paco así como otros tóxicos, arrasa con jóvenes de barrios marginales que nunca fueron incluidos y esto los empuja más hacia la exclusión. El sistema de salud con escasez de todo tipo de recursos responde de manera incompleta y tarde, muchas veces con prejuicio y desinformación. En este contexto el discurso que se percibe en medios y diversos ámbitos, oscila entre la criminalización y el sentimentalismo. Paradójicamente, o quizás consecuencia de los extremos conceptuales, ambos extremos se parecen en lo esencial: dejan al sujeto fuera de la escena. Al mismo tiempo, ese espacio vacío, inevitablemente no queda como tal, sino que es ocupado por los que trafican, con acciones sociales como dar trabajo, dinero, pertenencia incluso y hasta con una ironía perversa, el tratamiento que no es aportado por el Estado. Lo más grave, en algunos casos, son aportadores de sentido existencial a seres humanos desprovistos de estructuras de sostén. Como todas las jornadas de concientización elaboran lemas y el mensaje de la ONU para este año es: “Invertir en prevención. Romper el ciclo. Detener al crimen organizado.” El cannabis se ha banalizado, pero se ignora su impacto a largo plazo y los frecuentes casos de psicosis cannábica (Imagen ilustrativa Infobae) El Secretario General de la ONU António Guterres dijo en relación a esta fecha: “Debemos reducir la demanda… mediante educación, tratamiento, medidas de reducción de daños… eliminando laboratorios ilícitos… y revirtiendo redes de financiamiento criminal”. La estrategia promueve un enfoque compasivo, con foco en despenalización, salud pública, y acceso universal a tratamientos efectivos . Eso implica una tarea a múltiples niveles pero que debe partir de una precondición clara y determinante: no hay prevención posible sin comprender profundamente el dolor, el sufrimiento que en muchos casos empuja al consumo. La idea de criminalizar a un enfermo en lugar de asistirlo adecuadamente es parte de tareas de orden público pero también de una sociedad que debe dejar de estigmatizar y condenar a personas que sufren. Eso lleva a entender que no bastan grandes declaraciones o campañas si no hay cambios de fondo incluso en la legislación que permite asistir al adicto en riesgo, tema que vemos en la crónica policial diaria. Al mismo tiempo, replantearse respecto a los caminos que recorre un sociedad que busca progresivamente más y más formas de escaparse de la realidad de aturdirse, dentro de las cuales las adiciones químicas son una parte que esconde un dilema mayor. * El doctor Enrique De Rosa Alabaster se especializa en temas de salud mental. Es médico psiquiatra, neurólogo, sexólogo y médico legista
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