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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 24/06/2025 06:55
Rosario celebró a la bandera con una edición exquisita de la Microferia de arte (Silvina La Calamita) Engalanada en celeste y blanco, con banderas nacionales en casas, comercios e instituciones, Rosario tuvo una exquisita celebración del arte con la novena edición de MicroFeria de Arte, que reunió a más de 120 artistas de galerías de Santa Fe, Salta, Buenos Aires, Chaco, Tucumán, Córdoba y La Rioja, en 32 galerías y espacios en el Centro de Expresiones Contemporáneas (CEC), durante cuatro días, (del jueves 20 al domingo 22 de junio) a la que asistieron más de veinte mil visitantes. En el año de su 200 aniversario, la ciudad preparó toda una serie de festejos, como la maravillosa muestra de Antonio Berni en el Castagnino o, incluso, en el espacio público, un mural del reconocido Martín Ron, que se inauguró en el marco del Día de la Bandera, que reunió a más de 350 mil personas en torno a las actividades cercanas al Monumento de la Bandera. Mural de Martín Ron sobre Belgrano en el Monumento a la Bandera de Rosario (@ronmuralist) Ya en el CEC, una serie de galpones recuperado en los ‘90 para realizar exposiciones y otros eventos culturales, situados a la ribera del Paraná, el flujo de visitantes fue constante, en una feria a la que el concepto “boutique” no solo le es pertinente por su tamaño, superaccesible para ser recorrida y apreciada en su totalidad sin producir un agotamiento de la mirada, que estuvo dispuesta a partir de dos filas de stands -una por delante, otro a sus espaldas- que, a su vez, se conectaban unos con otros sin necesidad de dar toda la vuelta. También fue boutique debido a que, a diferencia de ediciones anteriores, las galerías pudieron invitar a otra a compartir el espacio de manera libre, por lo que a partir de esa colaboración hubo en las propuestas una mirada conceptual y estética más potente y cuidada, con una selección de artistas y obras que dialogaban desde distintos abordajes, fueran temáticos o materiales. Más de 120 artistas de galerías de Santa Fe, Salta, Buenos Aires, Chaco, Tucumán, Córdoba y La Rioja, en 32 galerías y espacios en el Centro de Expresiones Contemporáneas (Silvina La Calamita) Así, el CEC se convirtió en escenario de pequeñas muestras eclécticas y razonadas, con encuentros que se presentaban naturales, orgánicos, lo que, de alguna manera, revela la conexión existente y un diálogo constante dentro de la comunidad galerística desde la creación de organizaciones como Junta, la red bonaerense de espacios de arte contemporáneo; Meridiano, la Cámara Argentina de Galerías de Arte Contemporáneo, o GIRO, la Cámara de galerías de arte de la provincia de Santa Fe, por nombrar algunas. A continuación algunas de las propuestas destacadas: Uno de los espacios que tuvo a la bandera nacional como centro fue la rosarina Gabelich, con la obra política de Joaquines, con enseñas patrias de luto y también una serie realizada con bolsas descartables de plástico, que se vendían por un USD 1, firmadas y cada una con una fecha emblemática de la historia. Obras de Joaquines en Gabelich Contemporáneo, que compartió espacio con la porteña Musgo En otra pieza interesantísima del artista, arquitecto e investigador del Conicet, se presentaba un fascimil del Acta de la Independencia, cuyo original desapareció en la época de Rosas, al que a partir de tachaduras construyó un nuevo mensaje fundacional de la nación: “En la muy terminada independencia de los pueblos, el poder despótico de los representantes sin talentos, intenciones e interés que demanda la suerte de una nación libre e independiente, llenos de santo orden decidido por la dependencia del país, fixan en su virtud la siguiente declaración: ‘Nos los representantes de los hombres: declaramos la voluntad unánime e indubitable de romper los derechos que fueron carácter de una nación libre e independiente. Quedando en amplio y pleno poder para dar forma a Todas, y cada una de las vidas de la nacion’” Stand de Galerías Bonaernses y Cálamo Cultural (Silvina La Calamita) En otro rincón, la porteña Moria y la local Jamaica ATR compusieron un díptico virtuoso al unir la pintura con aerógrafo de Guido Orlando Contrafatti y la escultura de Orlando Belloni. Por un lado, la propuesta en los cuadros retomaba temas del arte, como las cautivas o una reinterpretación de Sin pan y sin trabajo de de la Cárcova (con los rostros de la Manifestación de Berni por allí ocultos) desde donde se jugaba con una espacialidad fantasmagórica, lo latente y nuestra propia construcción de la mirada; mientras que del lado de Belloni, artista de extensa trayectoria, de esos que se suelen llamar de “culto” o “pinto de pintores”, cuyo obra escultórica en madera no es tan reconocida como la pictórica, se presentaba con retratos, algunas animalísticas, pero sobre todo con la recreación de ídolos religiosos en las que retomaba su construcción de la imagen, del cuerpo, que suele llevar al lienzo. Obra de Guido Orlando Contrafatti y esculturas de Orlando Belloni (Silvina La Calamita) A su lado, el trinomio porteño MC - Grasa -Herlitzkaa generó un mosaico transicional en el que se pasaba de Eduardo Costa, a las de Torcuato González Agote a Marta Minujín. Así, se conectaban obras de la pintura volumétrica de Costa en clave pop, a la nueva serie de González Agote, donde la superposición de acrílico daban cuerpo a pechos y penes con una colorimetría que tenía en su anclaje en las serigrafías de flores de Warhol para, en la siguiente pared, presentar un par de piezas de la edición serigrafiada de la serie “Frozen Sex”, que Minujín realizó en 1973. Y como en toda feria siempre hay espacio para la sorpresa, los tejidos entre espirituales, mágicos y feministas de la puntana Celina Mundet, quien mostraba por primera vez, en Crudo (coexistiendo con Un Muro, de La Rioja), sorprendieron por su vitalidad, a veces cargados, otros más minimalistas, que maridaban con todo una propuesta con la naturaleza como eje, en las esculturas de Gustavo Piñeiro, las pinturas de Hugo Albrieu, Flora Gómez y Ariel Costa, como con las fotografías de Karim Ayame. De Crudo y Un Muro (Silvina La Calamita) También tuvieron su presentación en sociedad con sus textiles, Gabriela Martorell, nieta de María Martorell, con una pieza en la que a partir de los diseños en papel que heredó de su abuela reconstruyó, agregando toques personales, una pieza homenaje a la destacada artista geométrica, y Analy Villagra, quien se presentaba por primera vez por fuera del colectivo de las tejedoras Silät, ambas en la salteña Casa Galería, donde además se pudo observar una curaduría en la que se recorría la riqueza cultura de la provincia norteña. Allí, Candelaria Aaset y la Comunidad 27 de Junio, presentaron esculturas surgidas a partir de la recuperación de técnicas pérdidas de cerámica trasvasadas a esculturas en fibras de chaguar, las “pinturas” abstractas de Verónica García realizadas a partir de los sedimentos del río y pigmentos, las fotografías de Guadalupe Miles, y las esculturas de la artista wichi Elida Mendoza. Espacio compartido por Casa Galería y Local 15 (Matías Sarlo) En el mismo espacio, Local 15 conformó un recorrido natural, con tapices de Federico Kircshbaum, quien a través de la lana teñida con aplicaciones metálicas o con cristal rocas, recreó escenarios montañosos, mientras que del colectivo Hada Rosa -Ayelén Villalba y Juan Castillo- los cuerpos o las pieles de unos animales e insectos en peligro de extinción parecían trepar la pared en una amalgama de técnicas artesanales con falsas piedras preciosas, junto a unos dibujos detallistas en lápiz de Juliana Leiva, realizados a partir de imágenes y piezas encontradas en las costas de Aguas Dulces, en Uruguay. En el centro de la “sala”, unas hojas de flores, a partir de mostacillas, canutillos y otros objetos brillantes, relataban historias de la belleza efímera, de la mano de Silvana Galetto. La chaqueña Chorizo y el local Colectivo Moiras armaron un espacio cerrado a partir de telas, como una especie de capilla prohibida que, en su interior, tenía esculturas a partir de impresiones 3D de Maximiliano Guillén, a las que luego va “lijando y trabajando con distintas masillas” para conformar una “serie de retratos como urbanos” y otros “como un poco más delirantes” donde conviven “muchos elementos de la cultura del internet y medievales” y también textiles preciosistas de pequeño formato a partir de tul de Maximiliano Venturini de su serie sobre el deseo y las redes sociales, entre otras de mayor formato con el cuerpo y la mirada sobre uno mismo como eje. Espacio de Colectivo Moiras y galería Chorizo en Microferia de Arte de Rosario 2025 En el ámbito de los debuts se debe sumar a la primera participación en una feria de Hotel Inminente, un espacio autogestionado cordobés que alberga a 32 artistas de distintas disciplinas, que fue invitada por la rosarina EstudioG, como el de la joven galería Dragón y Rosas, que se unió a Mina (también bastante nueva, pero que ya había participado del MAC en 2024), ambas de Córdoba de la Docta. En lo respectivo a los galardones, los Premios in situ fueron para dos artistas mujeres: Sofía Noble de Galería Rusia (San Miguel de Tucumán) y Sofía Desuque de Galería Espacio Barraco (Rosario). Ambas recibieron un incentivo en efectivo no adquisición, por parte de Abel Guaglianone y Joaquín Rodríguez, que buscan destacar producciones y gestiones en artes visuales, con el objetivo de conocer, difundir y apoyar las escenas artísticas en diferentes territorios de nuestro país. “Sin título” de Federico Lanzi, y “Flor y hongos manifestantes” y “Flores manifestantes” de Gustavo Piñero A través del Premio Pascual, Pascual Construcciones adquirió 3 obras de 2 galerías para donarlas a la colección pública de arte contemporáneo del Museo Castagnino+macro: la obra “Sin título” de Federico Lanzi (María Casado Home Gallery, de Beccar provincia de Buenos Aires); las obras “Flor y hongos manifestantes” y “Flores manifestantes” de Gustavo Piñero (Un muro de La Rioja). Organizada por la Secretaría de Cultura y Educación municipal, la MicroFeria de Arte de Rosario tuvo como eje a la “Idiosincrasia” y contó con la curaduría de Roberto Eschen. En ese sentido, las interpretaciones fueron amplias, algo que suele suceder con las cuestiones conceptuales en las ferias, que sirven como disparador en muchos casos anecdótico, porque más allá de eso los visitantes van a relacionarse con el arte contemporáneo y ésta, la novena edición de la Micro, fue sin dudas una oportunidad para encontrarse de cara a obras exquisitas presentadas de una manera más que amigable.
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