23/06/2025 18:02
23/06/2025 18:02
23/06/2025 18:02
23/06/2025 18:02
23/06/2025 18:02
23/06/2025 18:02
23/06/2025 18:01
23/06/2025 18:01
23/06/2025 18:01
23/06/2025 18:01
Parana » Informe Digital
Fecha: 23/06/2025 13:31
El ataque del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, a las plantas nucleares de Irán marcó el momento más violento de sus dos mandatos y profundizó el enfrentamiento de 46 años entre Estados Unidos y la República Islámica. Con un arsenal militar en acción, Trump parece estar jugando con la idea de un cambio de régimen. Sin embargo, la realidad sobre si realmente destruyó las ambiciones nucleares de Irán y las implicaciones de su agresión es más compleja de lo que sus optimistas declaraciones indican. Este domingo, el presidente afirmó que los daños en tres instalaciones nucleares atacadas por Estados Unidos fueron “monumentales”, publicando en redes sociales que “los impactos fueron contundentes y precisos”. Las incursiones realizadas por bombarderos furtivos B-2 desde Missouri, utilizando bombas antibúnkeres nunca antes desplegadas, mostraron la capacidad única del ejército estadounidense, manteniendo su poder a pesar del caos en la administración Trump en el Pentágono. Si la orden de Trump lograra erradicar el programa nuclear iraní, podría reivindicar esto como un logro histórico que eliminaría una amenaza existencial para Israel. La neutralización del poder iraní podría transformar el Medio Oriente. El presidente efectivamente intentó bombardear a Irán para forzarlo a negociar y ceder en su capacidad para enriquecer uranio. No obstante, es poco probable que la humillación ante un enemigo al que Teherán considera el “Gran Satán” lo convenza a pedir paz. Además, crecen las dudas sobre la efectividad de los ataques, ya que aún no se ha compartido información de inteligencia que sostenga la afirmación de que Irán estaba a semanas de desarrollar un arma nuclear, a pesar de que las agencias estadounidenses evaluaron que todavía no había tomado esa decisión. Es crucial determinar si Irán logró recuperar material nuclear enriquecido antes de los ataques. Si fuera así, el intento de Trump de eliminar su acceso a un arma podría, en cambio, acelerar la carrera de Teherán para construir un dispositivo rudimentario, aumentando el peligro global. “Cualquiera que diga que tiene la menor idea sobre si estas redadas hicieron algo más que crear una gran explosión y polvo no sabe de lo que habla”, explicó el representante Jim Himes, el demócrata más importante en el Comité de Inteligencia de la Cámara, en “State of the Union”. Mientras tanto, el mundo espera la respuesta militar de Irán, con el Medio Oriente en alerta ante posibles disturbios y con los estadounidenses potencialmente en la línea de fuego. Las decisiones de Teherán serán determinantes. Una escalada hacia otra guerra abierta en la región no es inevitable, pero la historia demuestra que los intentos estadounidenses de moldear el Medio Oriente casi siempre fracasan al aprovechar oportunidades de “conmoción y pavor”. Amir-Saeid Iravani, enviado de la República Islámica ante las Naciones Unidas, señaló el domingo que “el momento, la naturaleza y la escala de la respuesta de Irán serán decididos por sus fuerzas armadas”. Crecen también las incertidumbres en torno a las intenciones del presidente. El vicepresidente J.D. Vance reiteró que Estados Unidos no buscaba una guerra con Irán ni un derrocamiento de su liderazgo. Sin embargo, Trump, en una publicación posterior, dejó abierta la posibilidad de un cambio de régimen, lo que seguramente resonó positivamente en el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu. La situación dentro del liderazgo iraní es igualmente complicada. El país atraviesa una transición, con el largo gobierno del Líder Supremo, el ayatolá Alí Jamenei, llegando a su fin. La reducción del poder regional de Irán por parte de Israel, así como el golpe estadounidense a sus aspiraciones nucleares, podrían dar paso a fuerzas políticas impredecibles. Un debilitamiento del régimen clerical no necesariamente resultará en un liderazgo más benigno, como desearían Estados Unidos e Israel, o como anhelan millones de iraníes más moderados. En cambio, la agitación política podría llevar a una represión interna aún más severa, y cualquier indicio de un colapso estatal en un país dos veces más grande que Irak podría tener repercusiones en toda la región y el mundo. La reciente incursión de Estados Unidos en el Medio Oriente ya está teniendo efectos políticos profundos en su país. Mientras algunos republicanos elogiaron la fuerza y la decisión de Trump, otros en la derecha temen que esté llevando al movimiento MAGA a un callejón sin salida. Un presidente con tendencias autocráticas que desafía el estado de derecho y utiliza su poder para castigar a sus enemigos percibidos ha conducido a Estados Unidos hacia un posible nuevo conflicto basado en una corazonada, sin presentar un argumento claro al público y después de ignorar el poder del Congreso para declarar la guerra. La cadena de incertidumbres tras los ataques de Trump muestra que cedió el control de esta nueva crisis en cuanto los misiles antibúnker estadounidenses cayeron sobre la planta nuclear de Fordow. Es poco probable que resolver esta confrontación con Irán, un país con una rica historia llena de tensiones sectarias y políticas, sea tan simple como enviar aviones de combate para imponer la voluntad de un líder estadounidense. La siguiente decisión recae probablemente en Irán. Dependiendo del estado de sus fuerzas armadas tras intensos ataques aéreos israelíes, Teherán tiene varias opciones: podría atacar bases y activos militares estadounidenses en la región, cerrar el Estrecho de Ormuz y generar una crisis energética global, o lanzar misiles a los yacimientos petrolíferos de aliados estadounidenses, entre otras. Todas estas opciones conllevan riesgos significativos. Cerrar rutas marítimas podría ser contraproducente, dificultando sus propias exportaciones de petróleo a China y Rusia, sus aliados. Pero cada opción también podría llevar a Trump a una confrontación más directa con Irán y a una guerra de gran escala, mostrando los límites de su capacidad para manejar la escalada. Vance comentó que si Irán abandonara su programa nuclear pacíficamente, encontraría un socio dispuesto en Estados Unidos; sin embargo, si atacara a tropas estadounidenses, sería confrontado con “una fuerza abrumadora”. Un presidente que prometió evitar nuevas guerras parece cada vez más belicoso. En su publicación anunciando los ataques, Trump instó a Irán a negociar el fin total de su programa nuclear. Sin embargo, su discurso posterior fue mucho más agresivo, advirtiendo que “habrá paz o habrá tragedia para Irán, mucho mayor que la que hemos presenciado en los últimos ocho días. Recuerden, aún quedan muchos objetivos”. La posibilidad de un aumento en la hostilidad es inminente, ya que un régimen que durante casi medio siglo ha manifestado su antipatía hacia Estados Unidos podría sentir la necesidad de demostrar su fuerza. Por otro lado, un conflicto total podría ofrecer a Estados Unidos o Israel la oportunidad de avanzar en una estrategia de desmantelamiento del régimen, aunque esto conlleva el riesgo de convertir a Irán en un Estado fallido. El estado actual de la capacidad nuclear de Irán será un tema prioritario en los días venideros. El general Dan Caine, jefe del Estado Mayor Conjunto, mostró un tono menos optimista respecto a los resultados de las incursiones que Trump o el secretario de Defensa, Pete Hegseth. Nuevas evaluaciones sobre los daños y la inteligencia podrían determinar si Trump ordena nuevos ataques que intensifiquen aún más las tensiones. Análisis preliminares indican que los daños en uno de los tres sitios clave, Isfahán, se limitaron a estructuras superficiales, ya que los bombarderos B-2 no lanzaron bombas antibúnkeres en esa ubicación. Jeffrey Lewis, experto en armas, calificó el ataque como “incompleto”, señalando que toda la reserva de uranio al 60% almacenada en Isfahán podría estar intacta. Himes advirtió que Irán podría haber movido parte del uranio enriquecido de Fordow antes de los ataques, lo que podría implicar que Trump creó una amenaza para Estados Unidos e Israel que perdurará por años. Richard Haass, presidente emérito del Consejo de Relaciones Exteriores, comentó que, más allá de las represalias, lo interesante sería observar cómo se reconstituye Irán y qué lecciones extrae de la situación. La complejidad de este conflicto sugiere que su desarrollo no se restringirá a semanas o meses, sino que podría extenderse por años. Mientras tanto, en Washington se desarrolla un espectáculo habitual de funcionarios y analistas que argumentan por qué Trump actuó correctamente y cómo Irán podría beneficiarse de una respuesta moderada. Sin embargo, el historial de Estados Unidos en guerras no exitosas a finales del siglo XX y en el siglo XXI demuestra que las cosas rara vez son tan simples.
Ver noticia original