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Paraná » Entreriosactual
Fecha: 17/06/2025 05:00
SALUD || NEUMONÍA SILENTE: CUANDO LOS PULMONES SE INFLAMAN… Y NADIE SE DA CUENTA No hay fiebre alta. No hay tos constante. Ni siquiera hay esa sensación clásica de ahogo que uno esperaría cuando los pulmones están en peligro. Solo un cansancio extraño, una respiración que se vuelve más corta, un dolor leve en el pecho que aparece y desaparece. A veces, ni eso. Y sin embargo, dentro del cuerpo, el tejido pulmonar se está inflamando. Se está llenando de líquido, impidiendo que el oxígeno circule como debería. Porque no todas las neumonías gritan. Algunas susurran. Y en esos susurros silenciosos es donde reside el mayor riesgo. La llamada “neumonía silente” o “neumonía atípica” es una forma de infección pulmonar que avanza sin los síntomas clásicos y visibles. Es más común en adultos mayores, en personas con sistemas inmunológicos debilitados o en quienes ya tienen enfermedades respiratorias previas. Pero también puede afectar a adultos sanos, especialmente si el cuerpo está fatigado, estresado o mal alimentado. Los agentes causantes suelen ser bacterias como Mycoplasma pneumoniae, virus respiratorios o incluso el SARS-CoV-2, como se evidenció durante la pandemia, cuando muchas personas caminaban con neumonía sin saberlo. Lo peligroso es que, al no presentar síntomas evidentes al inicio, la persona no consulta a tiempo. Y mientras tanto, la inflamación crece, la saturación de oxígeno disminuye, y el organismo empieza a compensar con más esfuerzo del corazón y los músculos respiratorios. Se puede caminar con 90% de saturación sin notarlo… hasta que un día subir las escaleras se vuelve difícil, el pecho se siente apretado y la fatiga no desaparece ni con reposo. Las señales son sutiles pero insistentes: cansancio que no se explica, pérdida de apetito, leve confusión o desorientación en personas mayores, respiración rápida incluso en reposo, o un cambio repentino en el ritmo de sueño y vigilia. En estos casos, un examen físico cuidadoso y una radiografía de tórax pueden revelar lo que los síntomas no dicen. El tratamiento depende del origen: antibióticos en el caso de bacterias, soporte respiratorio si hay hipoxia, y reposo absoluto con buena hidratación y nutrición. Pero más allá del tratamiento, lo esencial es aprender a escuchar el cuerpo antes de que grite. Porque no todas las enfermedades vienen con alarmas. Algunas, como la neumonía silente, se esconden detrás del “me siento un poco raro” o “debo estar cansado nada más”. Y por eso, si algo no se siente bien, si tu respiración ha cambiado, si tu energía baja sin motivo, si el cuerpo da pequeñas señales que no sabes interpretar, tal vez lo que necesitas no es esperar… sino actuar. Porque los pulmones no siempre avisan con tos. A veces lo hacen con silencio. Y ese silencio puede ser la diferencia entre una recuperación tranquila… y una urgencia que ya no se puede evitar. Escuchar el cuerpo sigue siendo el primer paso para proteger la vida. Aunque lo que diga sea apenas un susurro.
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