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» El Ciudadano
Fecha: 15/06/2025 06:19
Por Bianca Lombardi (*) Medio Oriente se encuentra en un punto de máxima tensión, a la altura de aquel inicio de 2020 cuando Estados Unidos neutralizó al emblemático Qasen Soleimani – comandante de la Fuerza Quds iraní -. En esta oportunidad, una vez más la rivalidad entre la República Islámica de Irán e Israel enciende alarmas en la región – y el mundo -. En la madrugada del viernes, el Estado Judío lanzó la denominada Operación León Naciente, que implicó el ataque a instalaciones nucleares y objetivos militares en Irán. A raíz de esta ofensiva resultaron muertos figuras clave de las Fuerzas Armadas persas y científicos destacados del programa nuclear de iraní. Entre ellos, se encuentran el general Hossein Salami – nada más y nada menos que el comandante en jefe de la Guardia Revolucionaria de Irán y una de las figuras más poderosas del país – y el general de división Mohammad Bagheri – el oficial militar de más alto rango de Irán -. Luego de que el ministro de Relaciones Exteriores de la República Islámica declara que Israel “se va a arrepentir profundamente”, Teherán respondió con el envío de 100 drones hacia territorio israelí (que en su mayoría fueron interceptados). Sin embargo, en la noche del viernes (hora local) decenas de proyectiles sobrevolaron el cielo de la capital israelí, y se escucharon explosiones tanto en Tel Aviv como en Jerusalén. Las agresiones tienen lugar en el marco de las negociaciones por un nuevo Acuerdo Nuclear, que limitaría el enriquecimiento de uranio de Irán a un 3,67%, a cambio de un levantamiento de las sanciones económicas (pacto que se había alcanzado en 2015, pero perdió efectividad luego de que Estados Unidos se retirara en 2018). En este contexto, Trump advirtió a Irán más temprano el pasado viernes que acepte un acuerdo nuclear “antes de que no quede nada”. Nos estamos adentrando a un escenario global incierto, donde las negociaciones en torno al Acuerdo están cada vez más estancadas. Este pacto permitiría no sólo tender un manto de estabilidad en el vínculo entre Washington y Teherán, sino también alcanzar una mayor seguridad internacional. A nivel económico, las repercusiones de las ofensivas no tardaron en llegar. Los precios del petróleo se dispararon después del ataque de Israel, sacudiendo los mercados globales y avivando temores de un conflicto más amplio en la región.
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