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  • Perdió la vista a los 18 años, pero su ímpetu lo llevó a los Juegos Paralímpicos: la inspiradora historia de Alexis Acosta en Del otro lado

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 10/06/2025 05:12

    Del Otro Lado - Alexis “Para mí, el golpe más duro no fue quedarme ciego, sino la enfermedad y el fallecimiento de mi viejo”, confesó Alexis Acosta, atleta paralímpico Nº 6 del mundo en salto en largo. A los 18 años, su vida cambió radicalmente cuando perdió la vista. Pero lejos de dejarse vencer, encontró en el deporte un camino para reinventarse y seguir adelante. El atletismo llegó a su vida tras una invitación que, inicialmente, solo le prometía conocer el mar. Desde entonces, Alexis no solo ha roto barreras en las pistas deportivas, alcanzando récords nacionales en salto en largo, sino que también desafió los preconceptos y prejuicios en torno a la discapacidad. “La vida es una sola, hay que vivirla y disfrutar”, afirmó. Actualmente, además de ser un atleta consumado, brinda charlas motivacionales y da clases a personas ciegas, compartiendo con ellos no solo técnicas y conocimientos, sino también una filosofía de vida llena de optimismo y perseverancia. Además, formó una familia junto a su esposa y son padres de Luana, de 11 años. Alexis Acosta: "El deporte me cambió. Es como volver a vivir”. (Candela Teicheira) Luis: — ¿Cuál es la forma correcta de mencionar? ¿Ciegos o no videntes? Alexis: — Lo correcto es decir ciegos. Yo siempre, cuando doy charlas, meto el chiste: “Si nosotros somos no videntes, ustedes son videntes, tienen dos dientes” (risas). Pero bueno, es una manera para de que no se la olviden. Pero lo correcto es decir una persona ciega. Antes que nada, somos personas como cualquier otra, pero ciegas. Luis: — Es muy común usar palabras como “ver” o “mirar” para señalar algo. ¿Te molesta? Alexis: — No, para nada. Yo vi hasta los 18 años. Yo sigo diciendo: “Voy a ver la tele”. Muchos me dicen: “Vení así ves esto” y después: “¡Uy!, perdón". No pasa nada. Hay que actuar natural porque por más que nosotros seamos ciegos, podemos imaginar. Vos le vas describiendo y uno se va haciendo la imagen, vas tocando y se va haciendo una imagen. Salvo por ahí los ciegos de nacimiento que no tienen una imagen en su mente. Luis: — ¿Cuándo te quedaste ciego? Alexis: — A los 18 años. Me descubrieron uveítis, que es un virus, una inflamación detrás del ojo, a los seis años. Yo soy de La Pampa, de Catriló, y estaba en la primaria. Me acuerdo que me hice pis en el aula varias veces porque no decía nada, tenía miedo a que me carguen. No llegaba a ver el pizarrón y por ahí no copiaba las cosas, entonces me retaban mucho. Ahí mi papá me preguntó y yo les conté que no estaba viendo bien el pizarrón y por eso no hacía las cosas. Me llevaron a un oftalmólogo, me dijo que tenía uveítis y me mandaron para Buenos Aires. Luis: — ¿Y entre los seis y los 18 cuánto podías ver? Alexis: — A los seis años me vine con mi mamá y mi papá a Buenos Aires. Mi papá estuvo una semana y se volvió, y estuve con mi mamá yendo a distintos lugares. Uno me quería operar, otro no. Mientras tanto iba perdiendo muy de a poco la visión. Mi mamá fue dejando a mi papá y a mis seis hermanos y estuvimos como casi tres años acá en Buenos Aires. Mi papá estuvo desesperado buscándome por todos lados. Fue bastante duro porque yo extrañaba mucho. Mi mamá a veces me dejaba solo y yo me la pasaba llorando. Pero yo siempre seguía viendo. Cuando mi papá me encuentra por intermedio de la policía, vuelvo a La Pampa y retomo ahí los estudios, vuelvo a la primaria. Hice un esfuerzo muy grande con la vista y quedé casi ciego. Mi papá me llevó a otro oftalmólogo en La Pampa. Él se animó a operarme y volví a ver. Tengo la imagen grabada, como si fuera hoy, cuando el oftalmólogo me saca el parche y le veo la cara a mi papá. Era bien clarita la imagen y no sabés la alegría que tenía. Fue increíble. Luis: — ¿Y esa operación a qué edad fue? Alexis: — Eso fue a los nueve. Alexis: — De ahí hasta los 16 veía normal. Iba a la escuela, no usaba los lentes, aunque tenía que usar unos de descanso. Pero no los usaba porque me cargaban mucho en la escuela. A los 16 años andaba para todos lados, andaba a caballo, iba la escuela y trabajaba porque no me gustaba pedir. Mi papá me decía: “Te voy a dejar trabajar, pero mientras cumplas y seas responsable con la escuela”. Al tiempo se me activa de vuelta la uveítis y se me desprende la retina. Muchos piensan que el golpe más duro de mi vida fue quedarme ciego, pero no. El golpe más duro fue la enfermedad y el fallecimiento de mi viejo. Justo en ese momento que yo perdí la visión, mi papá se enferma de cáncer. Estuvo un año luchando y se me fue. Yo al principio la verdad que lloraba mucho y me preguntaba: "¿Por qué a mí? ¿Por qué a mi papá?" Mi papá era una persona que no se peleaba con nadie, que era muy trabajador. Él hacía todo por nosotros. Yo soy la persona que soy gracias a él. Después entendí que todo va sucediendo, es parte de la vida y son golpes. Pero uno tiene que aprender a salir adelante y fortalecerse. Alexis perdió la visión a los 18 años tras una larga lucha con la uveítis, pero nunca dejó de adaptarse a los desafíos de la vida. (Candela Teicheira) Luis: — ¿Cómo llega el deporte a tu vida? Alexis: — Cuando quedé ciego y ya se había ido mi papá. Si bien hacía cosas dentro de mi casa, quería volver a salir, a tener mis amigos, a tener una novia. Entonces empiezo a ir a la escuela de ciegos porque papá me enseñó a usar el bastón. Me había puesto el objetivo de volver a la escuela y entrar a la bandera como mejor promedio, porque era lo que me pedía mi papá, y lo logré. Ahí en la escuela conozco un profesor de educación física que, cuando me ve, me dice: “Alexis, tenés un buen físico. Dentro de diez días tenemos un torneo de atletismo en Mar del Plata. ¿Te gustaría ir?”. Y cuando me dijo Mar del Plata le dije: “Sí. Yo no conozco el mar. ¡Me encantaría! Vamos y después veo si sirvo o no para el atletismo” (risas). Y ese torneo para mí me cambió. Volví a vivir. Luis: — Y conociste el mar sin poder verlo... Alexis: — Sí. En realidad en mi cabeza lo vi porque tengo la imagen de haberlo visto en la tele. Cuando llegué toqué la arena, sentí el viento, ese viento húmedo, el ruido de las olas, todo está en mi cabeza. Porque uní esa imagen que tenía de la tele con todo lo que pasaba ahí. Para mí es como que lo vi. Es como que entra el sonido y lo voy transformando en imagen. Pero también tengo miedo de perder todas esas imágenes que tengo grabadas, tengo miedo de perder el recuerdo de la cara de mi viejo. Yo tengo una hija, mi señora, y trato siempre de recrearme esa imagen. A ellas nunca las vi, pero al ir tocándolas, les conozco la cara y es como que ya tengo una imagen. Siempre estoy trabajando en escuchar todo y transformar en imágenes. Luis: — A tu hija nunca la viste. Alexis: — Nunca la vi. Pero por lo que le toco, tiene los ojos como una de mis hermanas. Muy parecidos a los de mi familia. Luis: — ¿Cuántos años tiene tu hijita? Alexis: — 11 años. Luis: — ¿Hay algo que te impidió el hecho de ser ciego para ser papá? Alexis: — No. Tuve mucho miedo en el momento del parto porque yo decía: “Me van a dejar ahí al costado como una persona discapacitada, una persona ciega y no voy a poder ser parte”. Pero yo le mostré a las parteras, al obstetra, que en realidad no pasaba nada por ser ciego. Cuando llegó el momento, el obstetra me guió. Lo agarré del hombro, salimos corriendo, nos pusimos la ropa de quirófano y entramos. Y cuando nació Luana, el doctor dijo: “¡Qué flaquita y larga!”, como describiendo la situación para mí. Pero ella no lloraba, entonces le digo: “¿Pero nació o no?”. Estiré las manos, pude tocarla y empezó a llorar. Ahí yo le empecé a hablar, como cuando le hablaba cuando estaba en la panza, y me buscó enseguida. Juegos Paralímpicos Luis: — ¿Cómo fue que llegaste a los Juegos Paralímpicos? Alexis: —Cuando fui a ese torneo en Mar del Plata por primera vez me cambió la vida. Empecé a vivir de vuelta porque conocí personas a las que le faltaban un brazo, que le faltaban las dos piernas, que tenían parálisis cerebral e iban y competían, entrenaban con unas ganas... Disfrutaban, hacían chistes y yo me di cuenta que todavía no estaba aceptando la ceguera. Entonces, dije: “Pucha. Si yo lo único que tengo es no ver, después tengo todo. Tengo que aceptarlo y meterle para adelante”. Y me encantó competir. No entendía nada de atletismo, pero me encantó. Quise llegar más lejos, empecé a buscar algún contacto en Buenos Aires para ir al CeNARD y mandé un mail. Me acuerdo que mi entrenador, Javier Álvarez, a los cinco minutos me responde que le encantaba mi marca y que le gustaría traerme a Buenos Aires a la selección de atletismo y le dije que sí. Agarré el bolso y me despedí de mis hermanos y mi abuela materna, que fue la que se quedó a cargo de nosotros y que para mí era como mi mamá, mi papá, todo junto. Ella me dijo: “Si vos querés ir, tenés que soltar”. Y me vine solo. Luis: — ¿Y cómo hiciste? Alexis: — Llegué sin que nadie me esperara y mi entrenador me pidió que busque a otra chica ciega que venía de Córdoba porque ella no se sabía manejar sola. Yo soy muy mandado. Es el día de hoy que me mando por todos lados. La profesora de ciegos me enseñaba un recorrido y yo al otro día me mandaba solo. No lo podían creer porque las personas tardan por ahí un año en aprender un recorrido. Acá en Buenos Aires, en el subte, fui modificando las técnicas y voy probando. Luis: — Me atrevo a decir que tu lema de vida es intentarlo. Alexis: — Es que la vida es una sola, Luis. Hay que vivirla y disfrutar. Y si uno no intenta, no prueba, se pierde un montón de cosas. Yo la pasé mal y me perdí un montón de cosas, por suerte fue por poco tiempo, pero no quería quedarme trabado en eso. Alexis enseña a personas ciegas, transmitiendo su experiencia y demostrando el impacto positivo del deporte en la inclusión social. (Candela Teicheira) Luis: — ¿Cómo te fue con los entrenamientos y las competencias? Alexis: — Cuando llegué a Buenos Aires vine para correr velocidad 100 y 200, y 400 metros. Enseguida me fue muy bien y mejoré mucho las marcas. Hice récord nacional de 100 y 200 y clasifiqué a mi primer Panamericano que fue Estados Unidos. Gané dos medalla de plata y me empezó a ir muy bien. Tuve cuatro Panamericanos, cuatro medalla de plata y mi entrenador, Javier, veía que tenía mucha saltabilidad y al año que había llegado acá, me dice: “¿Te animas a probar en salto en largo?” Y le digo: “¿Vos estás loco? ¿Cómo salto?”. “Vas a practicar la carrera. Una vez que ya tengas la marca del punto de partida al punto de pique, siempre te va a dar igual y saltás”, me explicó. Al principio le dije: “Javi, voy a saltar al vacío. No sé ni dónde voy a caer”. Pero después probé y me encantó, me encantó porque es difícil. A mí me encantan las cosas que son difíciles y más cuando dicen que no es para un ciego. Luis: — ¿Y cuánto saltaste? Alexis: — El récord nacional lo tengo desde el 2010. Cinco metros, 77 centímetros. Luis: — ¿Cuántas barreras encontrás en el día a día que te complican la vida por ser ciego? Alexis: — Hay mucho. No es por decir que soy bueno, pero por la habilidad que tengo, por cómo camino y ando por todos lados, me voy adaptando. Pero yo le digo a todas las personas: “Uno siempre se tiene que estar adaptando”. Obviamente, sería un lujo si toda la comunidad empieza a dejar todo ordenado, no dejar carteles en alturas bajas que por ahí te lo das la cabeza porque el bastón eso no te lo anuncia. Me ha pasado que me corté la cara con los carteles o los aire acondicionados. Una vez dejaron un cartel con un caño en diagonal y me la di justo en la boca. ¿Cómo puede ser que el gobierno permita eso? Porque era una altura muy baja. Entonces, nosotros siempre vamos a tener dificultades y barreras, pero hay que tratar de adaptarse hasta que algún día tengamos algo súper ordenado y adaptado para las personas con discapacidad y no solamente ciegos. Luis: — ¿Qué metas tenés a futuro? ¿Qué otra locura vas a intentar? Alexis: — Hoy en día estoy dando clases a personas ciegas y lo disfruto mucho. Siempre les digo: “Cuando ustedes vienen y me dicen: ‘Alexis, aprendí a hacer esto’, ‘aprendí a prender la hornalla en mi casa’, ‘no sabés qué bien me siento al viajar desde mi casa hasta el centro de día o hasta el hogar’, para mí es como colgarme otra medalla”. Porque yo fui parte de ese aprendizaje y agradezco al deporte por eso. El deporte me hizo crecer un montón como persona. Gracias al deporte estoy acá con vos, viajé mucho, he tenido tres mundiales, viajé por Londres, por Francia. Hoy tengo mi familia: conocí a mi señora y tengo mi hija, que son los pilares fundamentales. Estoy muy agradecido. En Del otro lado buscamos testimonios que puedan marcar la diferencia: historias que inspiren y generen conciencia sobre temas poco visibilizados, como la salud mental, las adicciones, la discapacidad y las neurodivergencias. Si querés compartir tu experiencia personal, escribinos a delotrolado@infobae.com

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