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» Diario Cordoba
Fecha: 06/06/2025 21:23
La Feria del Libro de Madrid también son sus fiestas. Nocturnas, mediadas por las copas y los canapés y unas más golfas que otras, escapan a la vista del público pero son un lugar importante para que escritores, editores y periodistas se relajen y se cuenten cosas que no se cuentan en una reunión editorial, en una charla con público o en una entrevista. Un buen final para una dura jornada de firmas en el Retiro. La fiesta de abril, el suplemento de libros del grupo Prensa Ibérica, con solo tres años de andadura se ha convertido ya en una cita clásica de las semanas más librescas de Madrid, el lugar por el que no solo está bien pasar para dejarse ver, sino por el que también 'apetece' pasar. Está a un paseo no muy largo del parque y, esto pocos lo dudan, es en la que mejor se bebe y se come de las que se organizan estos días. No eran pocos los que decían que la de abril es 'la fiesta' de la Feria. Este viernes por la noche se celebraba esa tercera cita madrileña de abril en su tradicional sede del Hotel Fénix de la Plaza de Colón. El mundillo literario madrileño (y foráneo, que también hay quienes vienen de fuera) llegaba luciendo los primeros bronceados y sediento después de una semana de mucho calor en la feria. Entre los más tempraneros estaba Ana Gavín, directora de relaciones editoriales del Grupo Planeta, todavía sorprendida, a pesar de que el fenómeno ya tiene unos años, por el éxito entre los jóvenes del género romantasy y las colas que había visto en autoras como Inma Rubiales o Joana Marcús. Casi las comparaba con María Dueñas, una de las reinas habituales de la cita madrileña, que le contaba a este diario que el principal cambio que ha observado en los años que lleva participando en ella son las fotos que piden casi todos los lectores, y que le hacen pasar cierto apuro porque, con las filas de gente al sol, "quiero que la cola avance lo más rápido posible para que la gente no se achicharre, pero también quiero hablar un poco con mis lectores". Había más superventas en la fiesta de abril. Estaba David Uclés, que contaba que está agotado después de 15 meses seguidos de promoción de su La península de las casas vacías, y todavía le quedan unos meses más. La de este año es su segunda feria con el mismo título y se dice todavía sorprendido del éxito, con más de 120.000 ejemplares vendidos. Estaban también Javier Cercas, que justificaba ante Álex Sàlmon, director de abril, y Ainhoa Moll, directora editorial y adjunta a la Presidencia de Prensa Ibérica, cierta prisa por sus infinitos compromisos. Y un Fernando Aramburu que disfrutaba más relajado de los canapés y de algunos tragos. El equipo del Hotel Fénix había creado dos cócteles ad hoc y un tanto literarios: el sin alcohol bautizado Click & scroll, y el Papel y tinta con vodka y sirope de mojito. Los disfrutaban Inés Martín Rodrigo, que jugaba en casa como también redactora de abril, Julia Navarro, Ignacio Martínez de Pisón, Brenda Navarro, Esther López Calderón, Lara Moreno, Lina Meruane o Joaquín Reyes. Carlos Pardo alababa el último y recién publicado libro de Marcos Giralt Torrente, que bromeaba con que está un poco cansado de que la prensa le pregunte mucho más por su abuelo, el escritor Gonzalo Torrente Ballester y uno de los protagonistas de Los ilusionistas, que por el libro en sí. Luego estaban los escritores extranjeros que son algunas de las estrellas de esta feria que mira mucho a Nueva York: de allí llegaba Garth Greenwell, que habla un castellano casi perfecto gracias a su pareja, el poeta español Luis Muñoz. También Catherine Lacey, autora de la magnífica Biografía de X y que decía estar disfrutando de sus días de trabajo en Madrid. La más entusiasta era Caitlin Moran, alucinada por igual con los Boscos del Prado y con el tamaño de una feria de la que llegó a pensar "que nunca podría salir". Con mucho humor y feliz "en la mejor ciudad del mundo", comentaba que se iba a ir pronto de la fiesta porque, si se quedaba más tiempo con esos cócteles, no respondía mucho de sí misma: lo suyo es la sidra. El escuadrón de los editores contaba con Ofelia Grande de Siruela, Juan Cerezo de Tusquets, Idoia Moll y Luis Magrinyá de Alba, Silvia Bardelás y Beatriz González de De Conatus, entre otros. También había muchos periodistas, algunos a la sazón escritores: Armando Huerta, director de EL PERIÓDICO DE ESPAÑA, el director adjunto de El Periódico en Madrid Ferrán Boiza, Juan Cruz, Andrés Fernández Rubio, Ramón Reboiras, Elena Pita, Víctor Amela, Antonio Puente, Anna Grau o Jesús Ruiz Mantilla. Y la gente que media entre ambos, los necesarísimos jefes de prensa: Eva Cuenca, Lidia Lahuerta, Melca Pérez, Elena Palacios, Laura Franch, Nahir Gutiérrez, Isabel Santos, Blanca Navarro... No podía faltar, por supuesto, la jefa de todo esto, es decir, la directora de la feria. Eva Orúe llegaba flanqueada por los directores de otra feria, la del Libro de Nueva York, con la se ha colaborado este año para una edición dedicada a esa ciudad y al español de allá. Orúe, mojito en mano, se mostraba más tranquila después del sobresalto que supuso el cierre del Retiro, por amenaza de viento, el día de la inauguración. Y sus compañeros del otro lado del Atlántico, Dejanira Álvarez y José Higuera, destacaban la fuerza del español allí y su potencial para generar comunidad en un grupo social, el de los inmigrantes o hijos de inmigrantes de origen hispano, amenazados por las políticas de Trump. Corría por fin brisa en Madrid cuando se acababa la comida y ya solo quedaban las copas y con ellas, las risas y un extra de desinhibición. La hora de descubrir proyectos secretos que están todavía en cajones, o quizá adaptaciones audiovisuales de novelas de las que todavía no se sabe nada y que podrían convertir a alguien en millonario. Pero eso lo contaremos en un próximo capítulo.
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