04/06/2025 14:15
04/06/2025 14:15
04/06/2025 14:15
04/06/2025 14:14
04/06/2025 14:14
04/06/2025 14:13
04/06/2025 14:13
04/06/2025 14:12
04/06/2025 14:11
04/06/2025 14:11
Concordia » Saltograndeextra
Fecha: 02/06/2025 17:02
En la edición 2025 del festival, más de veinte bandas uruguayas compartieron escenario y conectaron con referentes clave del circuito musical iberoamericano. La hermandad rioplatense se reafirma en un evento que celebra la música, el talento emergente y la identidad cultural. Bajo las luces del escenario principal en la Rural del Prado de Montevideo, La Vela Puerca hace estallar el Cosquín Rock Uruguay ante miles de personas. Hay banderas, hay pogos, hay lágrimas, hay coros colectivos. Pero detrás del griterío, en un espacio más íntimo, se está tejiendo futuro: programadores de algunos de los festivales más importantes de Iberoamérica llegaron al país para conocer, en vivo y en directo, lo que tiene para ofrecer la música uruguaya. Desde hace años, Cosquín Rock no es solo un festival. Es una plataforma. Un punto de encuentro entre artistas, productores, gestores y el público. Su edición uruguaya, nacida en 2018, se ha consolidado como un evento con identidad propia, que privilegia a las bandas locales y promueve la integración regional. COSQUÍN: HISTORIA DE UNA IDENTIDAD COMPARTIDA Para entender el presente hay que volver al origen. “Esto empezó en 2001, en plena crisis, cuando bandas como La Renga, Divididos y Los Piojos pedían espacio. Llevamos el rock a la plaza Próspero Molina, la casa del folclore. Nos miraron raro. Pero la gente vino. Era el principio de algo enorme”, recordó José Palazzo, creador del Cosquín Rock. Desde entonces, el festival se expandió a México, Colombia, Estados Unidos, Bolivia y, desde 2018, también a Uruguay. Pero no como una copia, sino como una versión con ADN local. “Hoy el Cosquín uruguayo es un festival 100% suyo. Tiene su idiosincrasia. Y eso es gracias a la productora Piano Piano, que entendió la esencia del festival: lo cultural, lo emocional, lo ecológico y lo económico”, explicó Palazzo. La grilla 2025 lo reflejó: más de veinte bandas uruguayas convivieron con algunas de las principales figuras del rock latinoamericano. Entre ellas: Eté y Los Problems, Agarrate Catalina, Buitres, Trotsky Vengarán, Cumbia Club, Mota, Flor Sakeo, Mentolados y más. DEL ESCENARIO AL ENCUENTRO PROFESIONAL El 22 de mayo, un día antes del arranque del festival, se realizó una ronda de encuentros entre managers de las bandas uruguayas y programadores internacionales como Héctor Mora (Rock al Parque, Colombia), Isabela Useche (Páramo Presenta, Colombia), Nicolás Ayala (Last Tour, España/Colombia), Guillermo Montironi (Asfalto Producciones, Argentina) y referentes de festivales como Buena Vibra, Rock y Reggae y Asunción Producciones. Más allá del intercambio profesional, lo que más valoraron los invitados fue la experiencia directa con la música y sus protagonistas. “Verlos en vivo y sentir la energía del público lo cambia todo”, dijo Useche. “Conocer a las bandas, hablar con ellas, entender hacia dónde quieren ir, eso es lo más importante”. Montironi, por su parte, ya tiene experiencia previa con artistas uruguayos. En 2024 produjo una gira para Rubén Rada en Argentina y llevó a Cumbia Club a su festival Cumbión del Paraná. “En Argentina sentimos a las bandas uruguayas como nuestras. Es un amor difícil de explicar, pero real”, comentó. También programó giras para Zeballos y Knak por el interior del país. Desde el lado uruguayo, las bandas agradecieron la oportunidad. “Participar de estas instancias tan profesionales y cuidadas fue un desafío hermoso. Nos hicieron vivir un gran momento”, compartió el manager de Vitrola Sur. Para Cumbia Club, estas actividades “son fundamentales para el crecimiento del sector musical”. Agustina Giovio, otra artista participante, las calificó como “una posibilidad real de intercambio”. LO QUE ESCUCHARON: UNA ESCENA SÓLIDA Y EXPORTABLE Para los curadores, el nivel fue sorprendente. “Vi dos líneas muy marcadas: el rock clásico que ya conocemos —La Vela, Cuarteto, NTVG— y una camada más joven con sonidos modernos, como Kira1312, Flor Sakeo o Mentolados. Son artistas que podrían girar mañana por España o Colombia”, observó Nicolás Ayala. Héctor Mora, curador de Rock al Parque, fue más allá: “Me sorprendió la construcción de las canciones. Son más humanas, más cercanas a la vida cotidiana. Muy radiales, muy bien cantadas. Las voces son increíbles”. Mora destacó particularmente a Flor Sakeo —“stoner con punk y voz refinada”—, Mentolados —“rock indie muy exportable”— y Mota —“una energía brutal”—. También tuvo una experiencia conmovedora con Agarrate Catalina. “Me quedé quieto, con la boca abierta. Fue más que música: fue un ejercicio colectivo de lectura de sociedad. Eso construye ciudad. Fue algo precioso”. EL PÚBLICO URUGUAYO, UN PROTAGONISTA INESPERADO Uno de los aspectos más comentados por los invitados fue el comportamiento del público. “En muchos festivales la gente va a sacarse selfies. Acá la gente viene a escuchar. Es auténtico”, dijo Useche. La convivencia generacional también fue destacada: “Es hermoso ver familias enteras disfrutando del rock, con respeto y alegría”, sumó Ayala. Ese clima de comunidad y melomanía aportó una capa extra al festival. No solo se trata de lo que suena sobre el escenario, sino de cómo se vive. En Montevideo, el Cosquín Rock se experimenta como una celebración cultural profunda, que trasciende modas y algoritmos. UN FESTIVAL QUE CONECTA Y PROYECTA Lo que dejó Cosquín Rock Uruguay 2025 es mucho más que una grilla potente y buenos shows. Es la confirmación de que Uruguay tiene una escena madura, diversa y lista para cruzar fronteras. Que el vínculo entre ambos lados del Río de la Plata no solo es emocional, sino también profesional. Y que cuando la música se encuentra con la estrategia y la pasión, los resultados pueden ser poderosos. “Uruguay tiene una industria muy robusta, una clase media fuerte que sostiene la cultura, una tradición que se nota y una producción de altísimo nivel”, concluyó Héctor Mora. El Cosquín Rock, una vez más, fue mucho más que un festival. Fue un espejo y una vidriera. Un punto de partida para nuevas rutas. Y, sobre todo, una fiesta con raíz rioplatense y proyección latinoamericana.
Ver noticia original