25/05/2025 11:20
25/05/2025 11:20
25/05/2025 11:19
25/05/2025 11:19
25/05/2025 11:19
25/05/2025 11:18
25/05/2025 11:18
25/05/2025 11:10
25/05/2025 11:08
25/05/2025 11:07
» El litoral Corrientes
Fecha: 25/05/2025 02:27
El primer test electoral de este período constitucional se aproxima a gran velocidad y todavía nadie se anima a proyectar probables resultados. A solo meses de esa compulsa los pronósticos pululan por doquier y los intérpretes del presente buscan argumentos. Los expertos no terminan de comprender lo que está pasando. Con semejante ajuste del gasto estatal esperaban otros números en materia de apoyo popular. Tampoco logran asimilar cómo es posible que, con tantos frentes de batalla abiertos, no decaiga la imagen. Es que intentar analizar los últimos acontecimientos políticos con un prisma clásico constituye un error conceptual. Omitir lo que no encaja con los preconceptos propios, o quitarle relevancia, es negarse a ver la realidad solo porque no empata con la inercia. Esa dinámica no puede culminar de buena manera si es que la búsqueda de la verdad es el verdadero norte. Para entender los hechos es necesario abrir la cabeza, inclusive a lo que no se logra percibir con claridad, a eso que no se corresponde linealmente con los inevitables prejuicios que naturalmente todos los humanos llevan consigo a cuestas, aunque no puedan reconocerlo. Cuando se pretende describir a los opositores de hoy hay que tratar de identificar a diferentes grupos que no son solamente los partidos formales, sino también sectores corporativos y hasta sociales que se resisten a la impronta actual por distintas razones. Por un lado, están los espacios que anhelan competir electoralmente, esos que fueron gobierno en otra etapa y que sueñan con regresar al poder. Su labor cotidiana consiste en señalar desaciertos y apuntan tanto al contenido de las medidas como al estilo de conducción. Pero también pertenecen a esa bandada los que nunca lograron ser protagonistas y hoy se perfilan como aspirantes. Ellos apuestan a que todo salga mal y confían en que la ciudadanía no apelará a la nostalgia de suplicar que regresen los de antes. Su patriada implica ser elegibles cuando todo fracase. Su militancia quiere ser una opción, pero para eso precisa que el plan vigente no funcione ni traiga prosperidad. "La comunicación política hoy transcurre por canales diametralmente opuestos a la lógica histórica. Los medios tradicionales ocupan ahora un rol acotado y han tenido que adaptarse a los paradigmas líquidos de esta era sin conseguir la influencia que supieron tener décadas atrás." Otras organizaciones no partidarias actúan del mismo modo. No se enrolan en agrupaciones políticas, pero representan intereses que se sienten afectados. Empresarios, sindicalistas, comunicadores, promotores de la cultura, son sólo parte de una larga nómina de los más visibles adversarios del gobierno. Actúan a diario reprobando casi todo, desde lo gestual a lo normativo, inflando cualquier incidente para darle volumen. Existe adicionalmente otra cofradía, muy singular, esa que dice estar de acuerdo con algunas determinaciones, pero critica severamente las formas y ciertas cuestiones instrumentales, como así también el espíritu institucional del modelo que se ha ido gestando en estos meses. "Una falencia adicional es el profundo desconocimiento de la economía y su subestimación. En un país que sufre de modo cíclico las consecuencias letales de las pésimas decisiones en ese campo, que un gobierno tenga un plan de estabilización, que haya definido un rumbo, que explicite sus fases y que las vaya recorriendo de acuerdo con lo previsto emerge como algo inédito casi imposible de cuestionar más allá de las eventuales discrepancias ideológicas." Lo interesante de este tiempo es la confusión estructural de todas esas congregaciones ya que no se trata de una rivalidad estándar sino de un proceso que no encuentra cauce y en algunos casos adolece de una explicación sensata lo que deriva en una narrativa que no termina de conformarse con cierta consistencia mínima. Quizás este despiste tenga que ver parcialmente con una dificultad crónica para descifrar los vertiginosos cambios de época que se están suscitando de una manera tan abrupta como simultánea. Esas mutaciones no dan tregua y por lo tanto digerirlas se ha convertido en un reto muy complejo de aceptar con tanta resignación. Esa situación genera una resistencia intelectual, un rechazo visceral a los hechos tal cual se exhiben y entonces se dispara un berrinche inexplicable, casi irracional pero también predecible que concluye en un círculo vicioso del que parece imposible poder salir. La comunicación política hoy transcurre por canales diametralmente opuestos a la lógica histórica. Los medios tradicionales ocupan ahora un rol acotado y han tenido que adaptarse a los paradigmas líquidos de esta era sin conseguir la influencia que supieron tener décadas atrás. No solo es una cuestión de redes sociales o algoritmos, sino también de mensajes, breves y atractivos, potentes y al hueso, metodología bastante alejada de los típicos discursos grandilocuentes, de barricada, tan ambiguos como vacíos que el hasta hace poco triunfaban. "Los últimos experimentos fueron un fiasco. La nación sigue siendo financieramente vulnerable, monetariamente frágil y la gente padece las aventuras fallidas del pasado reciente. No olvida ni la retórica rimbombante ni los resultados patéticos y por lo tanto a los opositores les costará muchísimo recuperar credibilidad luego de tantos yerros y de una autocrítica que jamás ha aparecido oportunamente. Una falencia adicional es el profundo desconocimiento de la economía y su subestimación. En un país que sufre de modo cíclico las consecuencias letales de las pésimas decisiones en ese campo, que un gobierno tenga un plan de estabilización, que haya definido un rumbo, que explicite sus fases y que las vaya recorriendo de acuerdo con lo previsto emerge como algo inédito casi imposible de cuestionar más allá de las eventuales discrepancias ideológicas. Los últimos experimentos fueron un fiasco. La nación sigue siendo financieramente vulnerable, monetariamente frágil y la gente padece las aventuras fallidas del pasado reciente. No olvida ni la retórica rimbombante ni los resultados patéticos y por lo tanto a los opositores les costará muchísimo recuperar credibilidad luego de tantos yerros y de una autocrítica que jamás ha aparecido oportunamente. "Reconstruir una narrativa será un esfuerzo titánico. Los interlocutores conocidos están virtualmente desautorizados ya que son el sinónimo de las múltiples decepciones. Si quieren ser considerados como una alternativa tendrán que abandonar ideas retrógradas y edificar un relato superador que ofrezca algo serio y factible, para convencer a una mayoría de que es posible avanzar o hacerlo mucho mejor que ahora." Reconstruir una narrativa será un esfuerzo titánico. Los interlocutores conocidos están virtualmente desautorizados ya que son el sinónimo de las múltiples decepciones. Si quieren ser considerados como una alternativa tendrán que abandonar ideas retrógradas y edificar un relato superador que ofrezca algo serio y factible, para convencer a una mayoría de que es posible avanzar o hacerlo mucho mejor que ahora.
Ver noticia original