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  • Córcega, un refugio mediterráneo lleno de encanto y autenticidad

    » La Capital

    Fecha: 24/05/2025 09:04

    La isla de la belleza es un destino de contrastes, ofrece paisajes salvajes, pueblos pintorescos y una rica cultura que combina lo mejor de Francia e Italia. Córcega, conocida como “la isla de la belleza”, es uno de los destinos más sorprendentes del Mediterráneo. Aunque forma parte de Francia, esta isla de identidad fuerte y espíritu independiente ofrece un carácter singular que la distingue de cualquier otro lugar en Europa , evocando más a su vecina Italia, pero con el toque inconfundible del “savoir faire” (saber hacer) francés. Con un relieve imponente, altas montañas que parecen un rincón de los Alpes en pleno Mediterráneo, playas de ensueño, pueblos con tradición y una rica cultura ancestral, es mucho más que un simple destino turístico: es una experiencia sensorial y emocional, profundamente conectada con la naturaleza y las tradiciones . El corazón de Córcega está dominado por un sistema montañoso que atraviesa la isla de norte a sur, formando una columna vertebral de cumbres que superan los 2.000 metros . El Monte Cinto, el punto más alto con 2.706 metros, se eleva majestuoso sobre valles verdes, lagos glaciares y bosques frondosos. Este relieve abrupto, que le ha valido el apodo de “montaña en el mar”, genera paisajes espectaculares y protege una biodiversidad excepcional. Para los amantes del senderismo y la naturaleza, el GR20 es una de las joyas más preciadas de Córcega. Este sendero de gran recorrido, considerado uno de los más exigentes y hermosos de Europa, recorre más de 180 kilómetros, desde Calenzana (en el norte) hasta Conca (en el sur). A lo largo del camino, el viajero atraviesa puertos de alta montaña, gargantas profundas, lagos escondidos y pueblos remotos , mientras experimenta el alma salvaje de la isla. Dormir en refugios de montaña y compartir el camino con otros caminantes refuerza esa sensación de inmersión total en la naturaleza corsa. Una de las características más distintivas del entorno natural de Córcega es el maquis, una densa vegetación mediterránea que cubre grandes extensiones de la isla. Esta mezcla de arbustos y hierbas aromáticas, como romero, tomillo, mirto, lavanda o salvia, no solo perfuma el aire de manera embriagadora, sino que ha influido profundamente en la cultura y economía local. El maquis corsa impregna la gastronomía con sabores intensos y aporta materia prima para productos como aceites esenciales, cosméticos naturales y licores tradicionales. Pasear por sus senderos en primavera o verano es una experiencia sensorial incomparable, donde la vista, el olfato y el oído se combinan con la brisa mediterránea y el canto de las cigarras. Pueblos con encanto y mercados tradicionales Lejos del turismo masivo, Córcega ha sabido preservar su autenticidad en sus numerosos pueblos de montaña y costa, muchos de ellos colgados de colinas o encajados en valles verdes. En estas localidades el ritmo de vida es pausado y las tradiciones siguen marcando el día a día. Lugares emblemáticos como Sartène o Corte conservan una arquitectura típica con casas de piedra, callejuelas estrechas y plazas animadas. Los mercados, una cita imperdible, ofrecen productos artesanales y delicias locales como quesos de oveja (brocciu), embutidos ahumados (lonzu, coppa), miel de castaño, confituras, vino, licores de mirto y harina de castaña. Estos mercados no solo son puntos de venta, sino espacios de encuentro donde se refuerza el sentido comunitario y se transmite la cultura corsa. Es habitual encontrar música tradicional en vivo, demostraciones de cocina local y conversaciones en corso, la lengua que aún se habla en muchas zonas rurales. Ciudades fortificadas con alma genovesa El pasado de Córcega está profundamente marcado por la presencia genovesa, que se extendió durante siglos y dejó una huella visible en su arquitectura y urbanismo. Varias ciudades costeras fortificadas, como Bonifacio, Calvi y Bastia, conservan imponentes murallas, bastiones y ciudadelas que narran su historia defensiva frente a corsarios y ejércitos invasores. Bonifacio, al sur, se alza sobre impresionantes acantilados de piedra caliza, con vistas directas al mar Tirreno y a la vecina isla de Cerdeña. Su ciudadela medieval, sus callejones empedrados y su puerto natural la convierten en uno de los lugares más fotogénicos de Europa. Calvi, en la costa noroeste, combina playas turquesas con una ciudadela que, según la leyenda, fue el lugar de nacimiento de Cristóbal Colón. Estas ciudades costeras proponen también un animado ambiente cultural, con festivales de música, arte y cine que celebran la identidad corsa contemporánea sin perder el vínculo con sus raíces. Sin olvidar su capital, la ciudad imperial de Ajaccio, cuna de Napoleón Bonaparte. Bahía, penínsulas y playas secretas y exclusivas Las playas de la región de Balagna, en el noroeste de Córcega, se caracterizan por su belleza natural y su ambiente tranquilo. Destacan calas (formaciones rocosas) amplias y familiares como L’Ile-Rousse y Algajola, con arenas doradas y aguas cristalinas, ideales para el relax y el turismo en pequeños pueblos costeros con encanto. Muy cerca del animado puerto de St-Florent, el desierto des Agriates, con playas salvajes como Saleccia y Lotu, accesibles solo en barco o vehículos 4x4. Por su parte, Porto-Vecchio, al sureste, ofrece un litoral más sofisticado y exótico, con playas de postal como Palombaggia y Santa Giulia, famosas por su arena blanca, aguas turquesas y un entorno de pinos y rocas rosadas, muy apreciadas por quienes buscan lujo, naturaleza y ocio náutico. Ambas regiones reflejan la diversidad del litoral corso: Balagna, más serena y tradicional; Porto-Vecchio, más vibrante, fashionista y cosmopolita. Turismo lento y sostenible: un modelo a seguir Córcega ha apostado por un modelo de turismo sostenible y respetuoso con el medio ambiente y la cultura local. Aquí no hay grandes complejos hoteleros ni turismo de masas; en cambio, se promueven pequeñas estructuras familiares, alojamientos rurales, eco-albergues y actividades de bajo impacto ambiental como el senderismo, ciclismo, kayak o visitas a productores locales. Este enfoque fomenta el turismo lento, donde el viajero toma el tiempo necesario para conectar con los lugares y las personas. De este modo, la experiencia no solo enriquece al visitante, sino que también beneficia directamente a las comunidades locales, evitando la degradación del entorno y favoreciendo una economía más justa y distributiva. Patrimonio natural y sitios Unesco Entre los tesoros naturales de Córcega se destaca la reserva natural de Scandola, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Situada en la costa oeste, entre Porto y Galéria, esta reserva marina y terrestre combina acantilados volcánicos, calas escondidas y una biodiversidad marina excepcional. Solo se puede acceder por mar o a pie, lo que garantiza su conservación. 005-001-corcega_playas.jpg Junto a Scandola, el golfo de Porto, las Calanques de Piana, los bosques de Aitone, los picos de Bavella, las gargantas de Restonica y el archipiélago de Lavezzi completan un conjunto paisajístico que maravilla por su belleza y su equilibrio ecológico. Datos útiles Cómo viajar: para conocer más sobre estas propuestas de viajes, tanto de forma individual como para grupos, se puede consultar en Free Way y sus agencias de viajes partners. Más info: www.freeway.com.ar Cuándo ir: cada estación tiene su encanto y ofrece una experiencia única, por lo que eso depende de lo que busque cada viajero. Pero el verano europeo (de junio a agosto) es una época ideal para visitar esta zona y disfrutar del sol, las playas de aguas cristalinas y el vibrante ambiente del verano mediterráneo, con temperaturas que rondan entre los 25°C y 30°C. Alquilar un coche: aunque la isla cuenta con una red de transporte público, alquilar un coche en el tiempo libre es casi indispensable para explorar Córcega a fondo. De esa manera se puede acceder a las playas más remotas, los pueblos de montaña y disfrutar de la libertad de recorrerla a su propio ritmo. Visitar Bonifacio: esta ciudad costera es de las más impresionantes, con sus acantilados de piedra caliza y su ciudadela medieval. Además de su belleza, tiene una atmósfera única que hace que valga la pena pasar al menos un día explorándola. >> Leer más: Fórmula 1 en San Pablo: motores, pasión y una experiencia bien argentina Gastronomía corsa: sabor, tradición y productos locales La cocina corsa es una expresión directa de su territorio y su historia. Influenciada por la tradición pastoril, la dieta mediterránea y siglos de aislamiento, la gastronomía local se basa en productos nobles, sabores intensos y recetas transmitidas de generación en generación. Quesos como el brocciu (utilizado tanto en platos salados como dulces), embutidos curados con maderas aromáticas, castañas, setas, pescados frescos y hierbas silvestres componen un recetario rico y variado. Platos como el civet de jabalí, la pulenta de harina de castaña o los canistrelli (galletas secas), son solo algunos ejemplos de esta herencia culinaria. El vino también ocupa un lugar destacado, con denominaciones de origen controladas que se producen en viñedos adaptados al relieve montañoso y al clima mediterráneo. Blancos frescos, tintos potentes y rosados aromáticos acompañan de manera ideal cada comida. Un puente entre Córcega y América Latina A través de un trabajo sostenido entre Ollandini Voyages y socios estratégicos en el cono sur, la isla se posiciona como un destino ideal para los viajeros que buscan experiencias únicas, sostenibles y con identidad. Promover un destino con una identidad tan fuerte como Córcega requiere experiencia, sensibilidad y un conocimiento profundo del territorio. En ese contexto, Ollandini Voyages se consolidó como uno de los referentes históricos del turismo receptivo en la isla. Con más de 100 años de trayectoria, esta empresa familiar ha desempeñado un rol clave en el desarrollo de una oferta turística equilibrada, que combina calidad de servicios, respeto por el entorno y una mirada local en cada propuesta. 005-002-Ollandini Fleet.jpg En los últimos años, esa labor se extendió más allá del continente europeo, favoreciendo el acercamiento con viajeros de América Latina. La colaboración con operadores turísticos como FreeWay ha permitido tender un puente entre Córcega y los viajeros hispanohablantes, abriendo posibilidades para descubrir la isla desde una perspectiva personalizada y auténtica. En ese proceso, la figura del embajador para el mercado latinoamericano, Diego Ayala Viggiano, con amplia experiencia en destinos mediterráneos como Italia, Grecia y Francia, resultó clave en la articulación de proyectos conjuntos a través de Viajes de Autor Representaciones. Gracias a esta alianza, Freeway ofrece a las agencias de viajes itinerarios a la medida, combinando visitas culturales, experiencias gastronómicas, alojamientos con encanto, recorridos a través de rutas escénicas y contacto directo con la vida local. Esta cooperación refleja una visión compartida del turismo como motor de encuentro, conocimiento y respeto. Un destino para todos los sentidos Córcega es un territorio que apela a los sentidos. Sorprende con su geografía abrupta, fascina con su historia milenaria y seduce con su cocina de raíces profundas. Su autenticidad, lejos del turismo masivo, la convierte en una alternativa ideal para quienes buscan experiencias con contenido, en conexión con el entorno y la comunidad local. Gracias al trabajo conjunto entre actores locales y operadores latinoamericanos, esta isla del Mediterráneo comienza a ocupar un lugar destacado en el mapa de los viajeros más inquietos. Córcega no es solo una isla: es una forma de viajar distinta, que deja huella.

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