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Parana » Entreriosya
Fecha: 23/05/2025 18:54
El Aviso Alférez Sobral, buque insignia de la historia naval argentina y veterano de la Guerra de Malvinas, será hundido en alta mar en una operación de rutina conocida por la Armada como “una etapa de flota”, cerrando así un ciclo de servicio heroico y abandono prolongado. Atacado la noche del 2 de mayo de 1982 por helicópteros británicos mientras realizaba una misión de rescate, el Sobral sufrió la pérdida de su comandante y de siete tripulantes. “Durante la guerra, el navío fue atacado por misiles: su comandante y siete tripulantes fallecieron.” Su sacrificio es recordado como uno de los momentos más dramáticos del conflicto. La decisión de hundirlo no solo obedece a razones técnicas o presupuestarias, sino también a una práctica con profundo sentido simbólico. En la simbología marina, hundirlo es un gesto honorífico para ese veterano -protagonista de una dramática historia- que languidecía, solitario, esperando en vano que las buenas intenciones de quienes pretendieron preservarlo, se hicieran realidad, ya que los exiguos fondos de la marina hizo que su conservación fuera una triste quimera. Un intento frustrado por salvar al guerrero de hierro La posibilidad de conservarlo como museo flotante o como monumento se desvaneció ante los obstáculos económicos. Cuando el pasado 10 de septiembre se anunció su subasta, junto a las corbetas Drummond y Guerrico… se lo retiraba de la subasta pública… los que reclamaban la suspensión de la medida, dispusieron de tres meses para presentar un plan viable de conservación de la nave. Sin embargo, las promesas no se concretaron. Amarrado en el puerto de Mar del Plata, hubo iniciativas desde Santa Cruz, Ushuaia, Chubut, Entre Ríos y Santa Fe para alojarlo, pero ninguna logró avanzar. Es que el trasfondo de la cuestión siempre fue el económico: para ser remolcado, era preciso invertir unos 250 mil dólares para ponerlo en condiciones de navegabilidad. La Armada, por su parte, explicó que “se había donado todo lo que se pudo, como su campana, un cañón y hasta el mobiliario.” Frente al deterioro y la falta de fondos, su destino estaba sellado. De la Segunda Guerra Mundial a Malvinas: una vida de servicio Construido en 1944 como USS Salish, el Sobral fue transferido a Argentina en 1972 y rebautizado en honor al alférez José María Sobral. Participó en la Segunda Guerra Mundial y luego cumplió funciones auxiliares hasta su papel crucial en la guerra del Atlántico Sur. El ataque británico, ocurrido durante una misión de rescate, fue letal. El segundo misil destrozó el puente de mando y mató a casi toda la tripulación que allí se encontraba. En ese segundo ataque un misil destruyó el puente de comando y el puesto de radio. Mató a toda la gente que estaba allí menos a un cabo. El joven teniente Bazán, quien debía subir al puente, se salvó porque fue demorado por el médico de a bordo. Tras el ataque, asumió el mando y organizó el regreso. Durante días navegaron con escasa comunicación, entre incendios y sin asistencia médica. Una reliquia histórica condenada al olvido Tras el conflicto, el Sobral fue reparado y volvió al servicio. Pero el paso del tiempo y la indiferencia lo condenaron. Hoy, sólo “los hierros retorcidos del puente de navegación, que se exhiben en el Museo Naval de la Nación, pueden darnos una idea de la magnitud del ataque sufrido. Eso es lo único quedará del buque, víctima de una falta de presupuesto y de los vanos esfuerzos para preservarlo.” Para muchos argentinos, resulta incomprensible que el buque no haya sido transformado en museo; para los marinos, su hundimiento es un acto de respeto. Para los que manejan presupuestos, una decisión lógica. Pero “para los que valoramos la historia lamentamos la suerte corrida por ese viejo guerrero, que descansará para siempre en el fondo del mar”, señala el informe publicado por Infobae.
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