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» Primerochaco
Fecha: 22/05/2025 19:57
Bajo los árboles de la plaza principal, junto a la parroquia San José, se despliega una mesa improvisada donde el aroma al mate cocido y el chocolate caliente se mezcla con risas y voces infantiles. Es la catequesis familiar la que, una vez más, dice presente en la fiesta religiosa más importante del norte argentino. Un puñado de niños, con la ayuda de sus líderes y padres, ofrece a los peregrinos ese gesto simple y generoso que reconforta: una taza humeante y un trozo de pan. «Lo hacemos porque nos alegra ver a los abuelos y a las mamás sonreír cuando se llevan el mate cocido. Aprendimos que servir también es rezar con las manos», dice Sofía, de 10 años, mientras acomoda los vasos junto a sus compañeros. La solidaridad fluye como un río inagotable donde la fe y la entrega se vuelven parte del aprendizaje. Entre charlas, anécdotas sobre milagros de Santa Rita y el trajinar de quienes llegan a pie, los niños contagian su alegría de servir. Los vecinos se acercan, bendicen la labor y se despiden con un gracias emocionado que vale más que mil palabras. «Es una experiencia que enseña muchísimo. Los chicos ven que su esfuerzo, aunque parezca pequeño, es importantísimo para los demás. Así vamos renovando valores y el compromiso con nuestra comunidad», comparte con orgullo Marta, una de las catequistas que lidera la iniciativa. En tiempos donde se habla tanto de crisis y necesidades, este rincón solidario recuerda que la esperanza se cocina a fuego lento en cada acto desinteresado. Y que la grey católica de Puerto Tirol, tal como Santa Rita, sigue creyendo en lo imposible: transformar las manos pequeñas en verdaderos milagros cotidianos.
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