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» Diario Cordoba
Fecha: 21/05/2025 12:10
-¿Cómo lo ha acogido Córdoba hasta ahora? -La acogida ha sido espléndida. No me la esperaba tan buena porque, al fin y al cabo, vengo de lejos y no soy muy conocido aquí, supongo. Pero desde el primer momento se me han abierto las puertas, se me han puesto a mi disposición para todo. Así que, empezando por don Demetrio, todo el mundo me ha acogido con los brazos abiertos, reza por mí y me está ayudando mucho en este salto, que no es pequeño, de Astorga a Córdoba. -¿Cuál es su idea u objetivo para su episcopado? -El proyecto de un obispo o de un pastor es siempre hacer vida el Evangelio, experimentarla, ayudar, siendo puente, ayudar al otro a percibir la presencia de Dios y el seguimiento de Jesucristo. Pero, fundamentalmente, los primeros momentos han de ser, y quiero que sean, la escucha. La escucha del Señor, de su palabra, que es guía para nosotros, es luz para nuestros pasos, y la escucha del pueblo santo de Dios para ver sus inquietudes, sus dificultades y responder desde la palabra de Dios a ese anhelo, a esos sueños. Predicando la palabra, celebrando los sacramentos, guiando, intentando unir a toda la comunidad eclesial y hacerla misionera. -¿Qué se trae de Astorga? -Astorga fue un lugar para mí muy familiar, porque yo soy leonés y Astorga tiene más de la mitad del territorio en la provincia de León, por lo tanto, es mi provincia de nacimiento. Tiene también una parte de Orense y una parte de Zamora, lo que lo hace bastante complejo. Me traigo, sobre todo, la importancia de sentirse iglesia, de sentirse familia. Eso es básico. Mi propósito ha sido siempre que redescubramos la importancia de haber sido llamados por Dios. Nuestra vida no se explica sin él. Hemos sido llamados a la vida, a la fe, a un ministerio, a un servicio concreto. Y esa importancia de sentirse llamados, creo que hemos trabajado ahí para hacerla realidad en nuestra vida. La gran diferencia va a ser responder a otros problemas. Yo allí estaba preocupado de cómo puedo repartir parroquias porque no tengo sacerdotes, aquí hay más sacerdotes que parroquias. Esto es una diferencia muy fuerte. De tal modo que allí teníamos que buscar las formas de atender eso, de agrupar las parroquias en torno a un centro, que le llamábamos unidades pastorales. Es otro mundo, la verdad. Aquí son cifras enormes y los problemas serán diferentes. Lo iremos viendo con el tiempo. En resumidas cuentas, yo me traigo de allá la sensación de que nos hemos sentido iglesia, hemos crecido en comunión y también en un talante misionero. Creo que el papa León XIV ha despertado gran alegría y mucha esperanza y ha sido muy bien acogido -¿Cómo ha encontrado la diócesis de Córdoba? -Yo sé cifras más que nada, porque no lo he vivido, pero la sensación que tengo es que aquí hay mucha más vitalidad, evidentemente. Muchas manos de obra, muchas más que allí. Hay parroquias con vitalidad, con distintos ministerios. Destaco la importancia de la dimensión cultural, de lo que es la Mezquita-Catedral, el peso que tiene la diócesis. Los muchos sacerdotes jóvenes, muchos seminaristas. Yo tenía dos seminaristas y aquí son casi cincuenta. Es que es otro mundo realmente. El salto, por lo tanto, es importante. No conozco a fondo la diócesis, porque aunque hace ya más de dos meses que tengo la noticia, la verdad es que he tenido mucho que cerrar allí, muchas carpetas. Estaba en una visita pastoral que he dejado a medias y he estado sobre todo centrado allí, ahora me toca centrarme aquí. -¿Con qué se queda del sello episcopal de Demetrio Fernández después de tantos años? -Tenemos una gran amistad. Desde el principio, cuando fui elegido obispo auxiliar de Santiago de Compostela y ya desde el primer encuentro que tuvimos en la plenaria de la Conferencia Episcopal Española, en marzo del 2014, me llamó hermano porque nos apellidamos igual. Hemos tenido siempre una gran amistad. Yo diría que ha trabajado incansablemente, que ha querido al pueblo santo y que él también es querido. Ha sido un hombre de referencia cuya huella se nota porque es citado constantemente. Es valorado no solo aquí en Córdoba, sino fuera de aquí. Nosotros, por ejemplo, en Astorga le hemos tenido dándonos una charla con motivo de la beatificación de tres enfermeras laicas mártires y ha tenido mucho trato también con un instituto secular que está cerca de Astorga, que se llama Misioneras Apostólicas. La huella no solo está aquí, sino fuera. Hay que valorar y dar gracias a Dios y a él por todo lo que ha hecho. Jesús Fernández en el patio del Obispado de Córdoba. / A. J. González -¿Cómo recibió la noticia del nombramiento del nuevo papa? - Alguien me ha dicho que yo he sido elegido por dos papas, porque fue Francisco en el 2014 el que me eligió y aunque ahora no ha sido León XIV el que me ha elegido, él era perfecto de la congregación de obispos, por lo tanto, por sus manos pasó mi nombre y él dio el paso para que el papa Francisco, por cierto, ya en sus últimos momentos, porque ya estaba enfermo, afirmase. Respecto al Papa León XIV, yo creo que él ha despertado una gran alegría y mucha esperanza. Y ha sido muy bien acogido, lo cual me alegra. -¿Lo conoce? -Pues no lo conozco, ya quisiera. No le conocí porque al frente del Dicasterio lleva dos años y la verdad es que en la última visita ad limina que tuvimos los españoles él todavía no era prefecto del Dicasterio, con lo cual no he tenido relación con él. -Ya habrá ocasión… -Sí, yo pienso que sí, porque al papa Francisco le he visto unas cuantas veces y a él, cuando vayamos a Roma, le visitaremos. La cultura actual tiende más bien a lo superficial, nos cuesta plantearnos problemas de fondo -¿Qué retos tiene la Iglesia? -Sigue siendo un reto el tema de la secularización, porque la cultura actual tiende más bien a lo superficial, nos cuesta plantearnos problemas de fondo, del sentido de la vida. Aunque ya nos vamos sintiendo un poco hastiados de esa superficialidad y necesitamos buscar asideros seguros que nos den confianza, que nos den esperanza, fortaleza. Pero la cultura del secularismo está ahí y busca explicar todo sin Dios, mirando la realidad de las cosas, pero solo lo que tienen de estética, de cómo aparentan, de si es atractivo, cómo te sientes ante ellas, más que ir a ese fondo de la realidad de por qué estamos aquí, a qué estamos llamados, quién sostiene nuestra esperanza. En la humanidad otro reto importante que tiene es la polarización, que llaman ahora a la violencia, entonces necesitamos paz y Dios nos da su paz. Paz a vosotros, decía el papa León XIV, fue su primera palabra, paz a vosotros, necesitamos paz. Creo que el reto desde la fe es crear puentes para que esa diversidad no derive en enfrentamiento, ese reto es importante y la Iglesia y la fe pueden ayudar mucho a conseguirlo. También la ayuda a los frágiles, en nuestro mundo por desgracia cada vez hay más diferencia entre los pudientes y los que no tienen posibilidades, entonces creo que ese reto de cuidado de la fragilidad es importante y la Iglesia está haciéndolo también, está trabajando mucho en ello. Ahora mismo estamos viendo que, con el tema del rearme, la disposición de dinero de los países, hablo de Europa por ejemplo, está bajando muchísimo la aportación al desarrollo en el tercer mundo, pero muchísimo. Cada vez ese mundo va a estar más débil, con menos posibilidades. Nuestro papel ha de ser también poner visibilidad, poner rostro a esa pobreza, a los inmigrantes, los que pasan hambre, los que viven dificultades y mover a la solidaridad con ellos, a la caridad con ellos. -¿Y cuál es el papel de la Iglesia en los conflictos actuales? -Yo creo que el Señor nos llama a ser puentes para intentar armonizar, ayudar a la gente a convivir. Quizás la gente está un poco cansada del mundo de la política, porque el político, generalizo, parece que hay una tendencia última, no solo en España, a hacerse hueco a base de descalificar al contrario. Y a la gente llega un momento que eso ya le harta, porque la batalla de cada día es otra, es cómo consigues trabajo, cómo puedes llevar a casa lo necesario para tu familia... Son esas las preocupaciones. Ese hartazgo yo creo que lleva a pensar en figuras que no están en la política, figuras religiosas, sociales, que aportan un mensaje de entendimiento entre la gente y de responder a los problemas reales. Porque la política en muchos casos puede parecer un ejercicio que sobrevuela los problemas, y ese es un gran problema. Con esto no quiero criticar a los políticos. Estoy hablando de tendencias que se notan a nivel español y a nivel mundial. Yo creo que el Papa y la Iglesia sí que pueden aportar a tender ese puente, sí tenemos que esforzarnos en intentar dialogar con todos, como ha sucedido, y esto es una imagen icónica, cuando se ha sentado Trump y Zelensky en el Vaticano. Pues eso para mí es una imagen significativa de lo que la Iglesia puede aportar a que haya entendimiento y avance la paz y la justicia en el mundo. -Está vinculado a Cáritas y las entidades sociales llevan ya un par de años alertando de la cronificación de la pobreza en Córdoba, donde tenemos tres de los 15 barrios más pobres de España ¿A qué realidades hay que atender y cómo? -Evidentemente hay una dimensión política que corresponde a las instituciones públicas, que tienen recursos para ello, aunque la Iglesia desde luego colabora. Yo cuando me enteré, no hace mucho, de que en Córdoba estaban tres barrios de los 15 más pobres de España, la verdad es que sentí algo que me dio un vuelco al corazón. Creo que hay medidas políticas, económicas, de trabajo, de intervención social, pero también es importante la acción pastoral, porque el Evangelio también ayuda a entender el sentido de la vida y el sentido de lo que es el trabajo. Se necesita también una educación. Muchas veces, y esto en Cáritas lo tratamos de convencer, no basta con dar un trozo de pan, hay que enseñar a valorar lo que son las cosas, incluido el trabajo, la dignificación del trabajo. La cronificación con frecuencia viene por el hecho de que no se accede al trabajo, pero también a veces puede ser porque creas una cultura donde crees que estás bien así. Y hay situaciones de pobreza que dices, ¿cómo puede ser que estén así, que estén viviendo en estas condiciones y no reaccionen? Ese es el problema, y no reaccionan, por lo tanto yo creo que la educación está abriendo la mente a que hay otra forma de vivir y que ellos pueden aportar, pero esto exige mucho acompañamiento. No solo es dar cosas, es acompañar para ayudar a salir de ahí. Esto lleva mucho tiempo, lleva mucha paciencia, lleva también muchos recursos humanos, pero es que no hay otra salida, porque si no seguirán siempre así. -Entendemos que ese será también un foco de su episcopado… -Yo intentaré responder como hasta ahora. Yo no voy a inventar la pólvora, pero sí que sé, porque he venido hace unos años a hablar a Cáritas en Córdoba y he visto el trabajo que se hace, y es un trabajo muy fuerte. Yo quiero apoyar ese trabajo y el de otras instituciones de Iglesia, porque me parece que son los preferidos de Jesús, no porque los demás no lo merezcan, lo que pasa es que lo más urgente es atender a aquellos que están en situaciones más difíciles. En mi tierra hablaba mucho de la soledad, aquí supongo que habrá menos, pero a veces la soledad no solo es cuestión de aldeas, sino de la propia ciudad, creo que ese tema también tenemos que preocuparnos, hay gente que vive sola, acompañarla, me gustaría que ese fuera un punto fuerte de mi episcopado. -Le tengo que preguntar sobre los abusos en la Iglesia… -Tenemos que seguir trabajando, nuestra conferencia episcopal y los obispos ya llevamos unos cuantos años poniendo las víctimas en el centro, hemos hecho un plan de reparación integral de víctimas de abusos que incluso va a ayudar y resarcir los problemas y ayudar en la solución de presuntos abusados cuyos victimarios ya han fallecido. Realmente legalmente no tendríamos ninguna obligación, sin embargo, de forma sensible y como madre la Iglesia quiere también ayudarles a ellos. Quiero decir que estamos haciendo un trabajo, aunque por eso no podemos decir que estamos satisfechos, porque solo con una víctima, y todavía a día de hoy alguna vez aparece alguna, esto nos preocupa. También estamos trabajando la formación, aquí se han hecho dos cursos el año pasado sobre la protección de menores en la Iglesia, se han formado 81 agentes de pastoral en estos dos últimos años y se va a seguir, luego hay charlas en las parroquias, es decir, estamos trabajando la formación, porque eso es un poco la clave, formación para que esto no se repita, pero la verdad es que somos humanos y lo que esto nos ha enseñado es que tenemos que ser muy humildes, porque también nosotros, y mal que nos pese, hermanos nuestros, algo que nos parece increíble, han caído en este grave pecado, pero repito, estamos tomándolo en serio, trabajando y creo que esto dará su fruto. El reto desde la fe es crear puentes para que la diversidad no derive en enfrentamiento -El papa Francisco no eludió en hablar de la homosexualidad, el papel de la mujer, el aborto… -La mujer yo creo que tiene ya un papel relevante en la Iglesia, quizás no tanto a nivel de dirección, pero cada vez van entrando también a nuestras curias y en la participación eclesial son mayoría, ese es un papel importante y el sínodo ha hablado de seguir dando pasos para que la mujer tenga ese papel relevante. Respecto al aborto no hay ninguna duda, la Iglesia está en contra del aborto, que acabó el año pasado con más de cien mil vidas, entonces ahí no hay nada que ver, sencillamente apostaríamos por ir abriendo paso a una cultura de la vida que ayude a comprender lo que eso significa, que necesitamos preservar la vida. Sobre la homosexualidad, nosotros a la persona no la condenamos nunca, la Iglesia no condena, y esto es importante decirlo, porque a veces la condena de una actitud no significa la condena de la persona, pero a veces de forma intencionada se confunde, la Iglesia condena una actitud y enseguida la traducción que se hace es está condenando a esas personas, no, la Iglesia no condena a los homosexuales como personas, pero evidentemente esa actitud no la aplaude, es cierto que hay gente que dice que es una condición natural, ahí no entro, pero repito, la Iglesia no condena a los homosexuales, les acoge, quiere acogerles, acompañarles, aunque como actitud no lo apruebe. El nuevo obispo posa con el triunfo de San Rafael, custodio de Córdoba. / A. J. González -¿Qué tipo de relación quiere establecer con el Cabildo Catedral? -Pues quiero que sea de apoyo, de cercanía, porque realmente en la diócesis tiene una gran importancia el cabildo, por el lugar en el que está, la Mezquita-Catedral, el trabajo pastoral que realiza, la acción cultural, con obras de restauración que se están haciendo ahora mismo, lo cual avala también esa apertura y esa valoración de lo que es otra cultura. La Iglesia que está intentando armonizar y hacer de puente entre esas culturas, eso lo demuestra. Por lo tanto mi relación ha de ser de cercanía, de apoyo y de trabajo también con ellos. Llevamos unos años poniendo a las víctimas de abusos en el centro, pero no estamos satisfechos -¿Y con el resto de instituciones de la ciudad y la provincia? -Mi deseo es tener contacto con las autoridades para ponerme a su disposición y sobre todo tender también puentes para colaborar en busca del bien común, porque hay muchas realidades que solos no podemos atender, hay retos que si vamos juntos será mejor para toda la ciudad y para toda la diócesis. Por separado va a ser mucho más difícil. Entonces esa es mi posición, de tender la mano y de buscar la colaboración para todo aquello que favorezca el bien común. -¿Cómo ve nuestra forma de manifestar la Semana Santa en Andalucía? -Sé del número de cofradías y hermandades y es una realidad que no podemos ignorar, es muy importante y muy potente. El papa Francisco lo ponía en valor, la piedad popular que desarrolla y potencia sobre todo el sentimiento frente a una religiosidad más institucional que valora también lo que es la doctrina, el concepto, el rito, la liturgia. Y aunque no lo conozco muy bien, sí que he visto retazos, y desde luego me parece admirable. Para los que somos del norte, la Semana Santa de Andalucía es algo que nos atrae, evidentemente. Y es cierto que presencialmente no podemos venir, porque si hay un momento del año que tú tienes que estar en tu diócesis, es la Semana Santa, pero a través de las imágenes te haces una idea de lo que significa, que es mucho. Por eso valorar y agradecer a todas esas personas, miles de personas que en nuestra diócesis pertenecen a las cofradías y hermandades, valorar su trabajo, que es también misionero, ya que dan a conocer el Evangelio y ayudan a acercarse a Jesús a mucha gente que está más alejada. Y luego también hacerles un llamamiento a la vida interior, a que esa semana todas las actividades de culto entren en el corazón y se vivan y se reflejen en la vida más sobria. Suscríbete para seguir leyendo
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