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» Diario Cordoba
Fecha: 21/05/2025 11:48
No me reconozco una fan de Eurovisión, más bien diría que es un tipo de espectáculo del que me siento alejada, quizá por cultura o porque cuando yo era adolescente eso de ver Eurovisión no se llevaba y tengo que admitir que volví a ese evento televisivo cuando David Fernández Ortiz, en la ficción Rodolfo Chiquilicuatre, salió elegido en el año 2008 para ser el representante de España en el citado festival en un chance de ingenio y broma que nació desde el programa de Buenafuente allá en los estudios de El Terrat. Supongo que el interés que despertó aquel tema, Baila el Chiki-chiki, tenía más que ver con lo que había en él de subversivo frente al formato de Eurovisión, siempre tan clásico y discursivamente correcto, que con lo que el tema tenía en sí mismo de calidad, porque como sus propios compositores cuentan nació de la broma y se construyó jugando con rimas fáciles y un toque de verbena de pueblo a altas horas de la madrugada. Por eso España lo eligió y por eso sigue siendo una historia que de alguna forma emociona, porque desde el absurdo se logran éxitos que son un trozo necesario de nuestro ADN que entronca con la risa, el verano, el baile y el descaro con cierta dosis de insensatez cuando se trata de hacer reír. Eso sucedió en 2008 y en este 2025 el turno fue para Melody con Esa Diva, que obtuvo una calificación fallida, cuando según todos los expertos eurovisivos el tema tenía todos los ingredientes para obtener un buen resultado. No sé cuáles son esos ingredientes, pero creo que nacen de perseguir patrones que reinan en la mente y que chocan de bruces con la realidad. Siento lo que le sucedió a Melody y me hubiera gustado un mejor resultado para ella, incluso hubiera querido que ganara o que quedara segunda gracias al voto popular, que de forma cruel aupó a Israel a una segunda posición como queriendo indultar a un país que a diario comete atrocidades contra el pueblo palestino con total impunidad. Israel presumió de ello e incluso uno de sus dirigentes le dijo al presidente Pedro Sánchez que «la bofetada la hemos escuchado en Jerusalén», al saber que España había dado la máxima calificación con su voto popular a este país. Todo muy cordial, muy chic, digno reflejo de una torre de Babel hecha de huesos y donde se lame el dinero hasta dejarlo limpio. *Periodista y escritora
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