Contacto

×
  • +54 343 4178845

  • bcuadra@examedia.com.ar

  • Entre Ríos, Argentina

  • El nuevo reino ermitaño de Putin: Rusia avanza hacia una dictadura totalmente cerrada como Corea del Norte

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 20/05/2025 13:04

    La aceleración de Rusia hacia un estado más cerrado y militarizado plantea serios desafíos para la estabilidad global, en medio de crecientes tensiones internas y un control más estricto del Kremlin sobre la sociedad (Ministry/Handout via REUTERS) La transformación de Rusia hacia una dictadura cerrada y militarizada, impulsada por la guerra en Ucrania y la confrontación con Occidente, está convirtiendo al país en un Estado cada vez más hermético y represivo, con riesgos crecientes para la estabilidad global. Según un análisis publicado por Foreign Affairs, la aceleración de este proceso generó profundas tensiones internas, una reestructuración de las élites y una economía cada vez más dependiente del sector militar, mientras el Kremlin avanza hacia un modelo de control social y político que recuerda al de Corea del Norte. La evolución del régimen de Putin Desde su regreso a la presidencia en 2012, Vladimir Putin impulsó un endurecimiento progresivo del régimen ruso, alejándose de Occidente y consolidando una ideología ultraconservadora y revisionista. Foreign Affairs detalla que, tras la invasión a gran escala de Ucrania, este proceso se intensificó, obligando al Kremlin a acelerar la reestructuración de los sistemas político, económico y social para afianzar su control. La guerra en Ucrania se convirtió en el eje de la legitimidad de Putin, quien carece de incentivos racionales para ponerle fin de manera voluntaria. Desde finales de 2022, el Kremlin presentó el conflicto como una “guerra con la OTAN”, integrando la confrontación con Occidente en el núcleo de su ideología. Desde 2012, el liderazgo de Vladimir Putin ha transformado radicalmente la política rusa, consolidando una ideología conservadora y aumentando significativamente el control del Kremlin sobre los sectores clave del país (Sputnik/Sergei Karpukhin/Pool vía REUTERS) El medio estadounidense subraya que, aunque la administración de Donald Trump intentó reactivar el diálogo con Moscú desde enero de 2025, no existen señales claras de que Rusia esté dispuesta a reducir sus operaciones militares. Incluso si se lograra sentar al gobierno ruso en la mesa de negociaciones, la transformación interna del régimen representa un obstáculo mayor para la paz. El análisis advierte que, de continuar esta tendencia, Rusia podría alcanzar en los próximos tres o cuatro años un equilibrio sociopolítico similar al de una autocracia militarizada al estilo norcoreano, con implicaciones profundas para la seguridad global. Reestructuración de las élites rusas y tensiones internas La transformación del régimen generó una reconfiguración de las élites rusas, marcada por purgas, desconfianza y la promoción de lealtad absoluta al Kremlin. Foreign Affairs recuerda el motín de Yevgeny Prigozhin, líder del grupo Wagner, en junio de 2023, cuando sus fuerzas tomaron Rostov-on-Don y amenazaron con marchar sobre Moscú sin encontrar resistencia significativa entre las élites políticas, empresariales o militares. El levantamiento liderado por Prigozhin (izquierda) en 2023 reveló grietas dentro de las estructuras de poder rusas, evidenciando la fragilidad del apoyo a Putin entre las élites militares y políticas (Alexei Druzhinin, Sputnik, foto compartida por el Kremlin vía AP, archivo) Este episodio evidenció la fragilidad del apoyo a Putin y obligó al presidente a negociar con los amotinados, pese a haberlos acusado públicamente de traición. La posterior eliminación de Prigozhin no disipó las tensiones, sino que subrayó la vulnerabilidad del sistema. Históricamente, los líderes empresariales y burócratas rusos habían gozado de relativa autonomía económica a cambio de ceder el poder político, sin que se les exigiera arriesgar sus vidas o fortunas por el Estado. Sin embargo, la crisis de lealtad revelada por el motín llevó a Putin a priorizar la sustitución de las élites tradicionales por figuras leales, como veteranos de guerra y funcionarios alineados con la ideología oficial. El programa “Tiempo de Héroes“, lanzado en febrero de 2024, busca precisamente integrar a exmilitares seleccionados por su fidelidad en cargos políticos y de gestión, desplazando a quienes no demuestran compromiso con el régimen. El proceso de purgas se extendió a altos mandos militares, con el arresto de siete generales, incluidos tres exviceministros, y la destitución en mayo de 2024 del ministro de Defensa Sergei Shoigu, reemplazado por el economista Andrei Belousov. Estas medidas, según Foreign Affairs, responden tanto a la necesidad de imponer disciplina fiscal como a la presión por combatir la corrupción y satisfacer demandas internas de renovación, en parte impulsadas por figuras como Prigozhin antes de su muerte. Crisis económica: dependencia del petróleo, déficit y nacionalizaciones La economía rusa enfrenta una situación cada vez más precaria, caracterizada por una dependencia extrema de los ingresos petroleros y un gasto militar desbordado. Foreign Affairs informa que el gasto en defensa se duplicó, pasando de 65.900 millones de dólares en 2021 a 149.000 millones en 2024, y representa el 32,5% del presupuesto federal para 2025. El financiamiento de la guerra y los incentivos para reclutar voluntarios, junto con pagos a Corea del Norte por suministros militares, generaron un déficit fiscal persistente: 33.000 millones de dólares en 2022, 32.000 millones en 2023 y 34.000 millones (1,7% del PIB) en 2024. La reducción de los precios del petróleo triplicó la previsión oficial de déficit, mientras las reservas líquidas del Fondo Nacional de Bienestar apenas alcanzaban 35.400 millones de dólares en abril de 2025. Para cubrir el déficit, el gobierno aumentó impuestos y recortó el gasto social en más de un 10%. La impresión de dinero para financiar el gasto alimentó la inflación, que superó el 10% en marzo de 2025, pese a que el Banco Central elevó la tasa de interés clave del 7,5% en julio de 2023 al 21% en octubre de 2024. El mercado laboral también muestra signos de tensión, con escasez de trabajadores tras la movilización de septiembre de 2022 y la emigración masiva. Los salarios en el sector civil debieron aumentar para competir con el militar, mientras la demanda interna depende cada vez más de importaciones, debilitando el rublo y encareciendo los precios. El riesgo de impagos corporativos creció debido a la volatilidad cambiaria y las altas tasas de interés. La depreciación del rublo refleja las tensiones económicas que enfrenta Rusia, ya que la volatilidad cambia las características del mercado interno y genera incertidumbre en medio de un contexto de alta inflación y restricciones internacionales (REUTERS/Dado Ruvic) Foreign Affairs advierte que una crisis financiera global o una nueva caída de los precios del petróleo podría desencadenar una inflación descontrolada y el colapso del rublo, erosionando la confianza pública y reduciendo los recursos disponibles para las élites. En este contexto, el Kremlin intensificó la nacionalización de activos privados. Desde 2022, el gobierno expropió bienes de propietarios extranjeros y, desde 2023, extendió la medida a empresas rusas. Hasta marzo de 2025, más de 411 compañías, valoradas en 30.000 millones de dólares, fueron nacionalizadas, lo que representa alrededor del 5% de la capitalización de la Bolsa de Moscú. Además, la amenaza de expropiación se convirtió en un instrumento para forzar la transferencia de propiedades a individuos cercanos al poder, a menudo a precios irrisorios. El grupo Roskhim, vinculado al Kremlin, consolidó su dominio en el sector químico, y empresas como Wildberries y el concesionario Rolf pasaron a manos de aliados del régimen. El medio destaca que la reciente decisión del Tribunal Constitucional de eliminar el límite temporal para revisar privatizaciones históricas puso en riesgo una parte significativa de los activos privados en Rusia. La economía rusa sufre una alta dependencia de los ingresos petroleros, mientras que las fluctuaciones en los precios del crudo llevaron a desafíos fiscales importantes para mantener la estabilidad económica (REUTERS/Alexander Manzyuk) Estrategias de control social y represión El endurecimiento del régimen se refleja también en la intensificación de la represión y el control social. Desde 2012, Putin promovió una ideología dominante basada en valores antiliberales y revisionismo histórico, reforzando la narrativa de una “fortaleza asediada”. Foreign Affairs señala que, ante la falta de una visión positiva de futuro, el Kremlin optó por aislar a la población de fuentes independientes de información, suprimiendo medios críticos y aumentando el número de presos políticos, que ya supera al de la última etapa soviética. La propaganda oficial evolucionó: hasta finales de 2023, se evitaba hablar de “guerra”, refiriéndose al conflicto como una “operación militar especial”. Desde entonces, el discurso cambió para reconocer una guerra permanente contra Occidente y exigir lealtad absoluta a las élites. En febrero de 2024, Putin declaró ante la Asamblea Federal que los verdaderos miembros de la élite ya no eran quienes “llenaron sus bolsillos en los años noventa”, sino los “trabajadores y guerreros” leales al régimen. Esta retórica fue respaldada por figuras como Alexander Dugin y Sergey Karaganov, y replicada por funcionarios y ministros, como Alexei Chekunkov, quien propuso un modelo de “socialismo patriótico” en junio de 2024. El control estatal se extendió a la vida privada, como evidenció el escándalo de la "fiesta casi desnuda" en diciembre de 2023, cuando el Kremlin intervino para sancionar a figuras del espectáculo por conductas consideradas inapropiadas en tiempos de guerra. Estas acciones marcan un cambio hacia la regulación de la conducta privada, una práctica que, según Foreign Affairs, ni siquiera la Unión Soviética tardía solía ejercer. El Kremlin intensificó su control ideológico, limitando la libertad de expresión y aumentando la represión contra voces disidentes para asegurar su poder en un entorno de creciente tensión internacional (Europa Press/Kremlin/dpa) Comparación con el modelo norcoreano y riesgos geopolíticos Foreign Affairs advierte que el régimen de Putin está adoptando características propias del modelo norcoreano, como la autosuficiencia autárquica y la militarización de la sociedad, inspirándose en la ideología Juche de Corea del Norte. Desde la invasión a gran escala de Ucrania, Moscú forjó una alianza militar con Pyongyang y reestructuró la élite siguiendo patrones similares a los de la jerarquía social norcoreana. El análisis subraya que la supervivencia del nuevo sistema depende de perpetuar la confrontación con Occidente, que se convirtió en la principal fuente de legitimidad del régimen. La guerra generó grupos de poder bien organizados, como los trabajadores de la industria de defensa y los veteranos, cuyos ingresos aumentaron considerablemente y que ahora constituyen la base de apoyo del Kremlin. Sin embargo, su inclusión refuerza la militarización del Estado y eleva el riesgo de nuevos conflictos internos. A diferencia de la élite soviética de la era Brezhnev, que priorizaba la estabilidad y coexistencia con Occidente, el círculo cercano de Putin carece de un marco ideológico coherente o una visión de desarrollo a largo plazo. El artículo señala que, ante la ausencia de alternativas constructivas, el Kremlin optó por la desestabilización global y el chantaje geopolítico, tomando como referencia el modelo de Pyongyang. La relación entre Moscú y Pyongyang se fortaleció, con Rusia adoptando elementos del modelo norcoreano en su estrategia de autosuficiencia y militarización, marcando un giro preocupante en sus políticas internas y externas (Kristina Kormilitsyna, Sputnik, Kremlin Pool Photo vía AP, Archivo) Perspectivas y advertencias sobre el futuro del régimen y el papel de Occidente El posible tránsito de Rusia hacia una autocracia militarizada al estilo norcoreano, dotada de un vasto arsenal nuclear, plantea desafíos geopolíticos de gran envergadura y la posibilidad de una alianza estrecha con China. No obstante, Foreign Affairs sostiene que este rumbo no es inevitable. La consolidación del nuevo modelo requerirá un control estatal aún mayor sobre la vida de los ciudadanos y restricciones más severas a las libertades personales, en un contexto de escasez de mano de obra y tensiones xenófobas. La erosión de las libertades políticas, que comenzó con el caso Yukos en 2003 y culminó con las enmiendas constitucionales de 2020, fue compensada durante años por la promesa de estabilidad y mejora del nivel de vida. Ahora, el Kremlin solo puede ofrecer impuestos más altos, inflación y una intervención estatal más dura. Los principales perjudicados serán las élites empresariales y burocráticas, que corren el riesgo de ser reemplazadas por leales sin poder económico independiente. El artículo advierte que una represión creciente en un contexto de recursos menguantes podría desestabilizar el país, aunque no necesariamente conduciría a un cambio de régimen inmediato, dada la ausencia de grupos de élite con capacidad para desafiar a Putin. Un colapso parcial podría derivar en una inestabilidad prolongada, similar a la de Venezuela bajo Nicolás Maduro, pero con el agravante del arsenal nuclear ruso. Foreign Affairs concluye que las acciones de Occidente serán determinantes para el futuro de Rusia. Concesiones que permitan a Putin declarar una victoria o la derrota de Ucrania consolidarían su poder, mientras que una ayuda militar sostenida a Kiev y sanciones dirigidas a debilitar las estructuras del régimen podrían exponer sus vulnerabilidades. El análisis advierte que sin una visión postbélica clara y atractiva para la sociedad rusa, Europa podría enfrentarse pronto a una autocracia completamente militarizada en sus fronteras, y Estados Unidos a la posibilidad de una unión militar entre Rusia y China.

    Ver noticia original

    También te puede interesar

  • Examedia © 2024

    Desarrollado por