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» Porven
Fecha: 19/05/2025 18:43
La plataforma de streaming que se llamaba Max, volverá a llamarse HBO Max. ¿Qué está pasando con el marketing de los nuevos creativos? Si hay un nombre de calidad reconocido desde la época de la ahora desaparecida televisión por cable es el de HBO. Luego, con los años, la compañía adaptó su nombre a las tendencias del On-Demand como HBO GO o HBO NOW y tras la compra que realizara Discovery sobre Warner Bros., se decidió que el nombre para designar a la plataforma de streaming sería HBO Max. Visto en retrospectiva, suena mejor que un HBO Plus, que a estas alturas resulta aburrido y poco serio. Pero, con el tiempo, los directivos decidieron prescindir de un nombre tan importante como el de HBO para pasar a llamarse simplemente Max. ¿Y qué pasó? Que unos meses más tarde, se dieron cuenta que fue un gran error desprenderse de la marca HBO, para ahora volver a llamarse HBO Max. ¿Confuso? Algo así. Detrás de todas esas decisiones hay estudios de marketing, analistas, debates que suponemos eternos y mucho dinero por detrás, para que alguien con poco tino, decida que una marca como la de HBO desaparezca para «sonar más frescos». Porque para los nuevos «creativos» HBO suena a pasado. El problema del marketing actual es que quienes están detrás de las decisiones no entienden cómo llegar realmente al público y creen que todo lo que tenga cantidad de años está pasado de moda. A quienes trabajamos, por ejemplo, en locución nos pasa algo muy singular. Los creativos contratan a los locutores, pidiéndonos que no sonemos como locutores, sino como personas «normales», incluso con errores de dicción. ¿Se imaginan pedirle a un cantante profesional, digamos Celine Dion, que desentone, para sonar como una persona «normal»? ¿O a Christopher Nolan decirle que alguna toma salga desenfocada para parecer que la película fue hecha por una persona «normal»? OK. Con este nivel de idiotez estamos lidiando los que trabajamos en comunicación hace mucho tiempo. Ahora bien, el gaffe de HBO (Max) también se puede aplicar a Apple TV Plus. Aquí tenemos un problema, que puede resultar hasta más confuso de explicar para los que no son usuarios de Apple. La compañía tiene por un lado Apple TV, que es un dispositivo que se conecta al televisor, como un reproductor multimedia digital, al estilo de Google Chrome, pero mucho más elaborado. Por otro, tiene la app Apple TV, que forma parte del ecosistema de Apple, para ver distintos contenidos, no sólo los de su propia plataforma de streaming, sino películas o series que se pueden alquilar o comprar, e incluso otros servicios de streaming. Y finalmente Apple TV Plus, que es su plataforma de streaming. Resulta absolutamente confuso que tres productos distintos, tengan casi el mismo nombre, lo que termina haciendo que el consumidor no se pueda identificar completamente con lo que va a comprar y usar. El branding es la clave de cualquier empresa. Y la profesionalidad de los que hacemos un trabajo, está por encima de cualquier moda. Sólo hace falta un buen sentido y serenidad de espíritu. Porque a fin de cuentas, trabajamos para darle a los consumidores, espectadores, oyentes, clientes, etc., el mejor producto posible. Si no pensamos primero en eso, no importa cuán jóvenes o frescos creamos ser, estamos haciendo el peor marketing del planeta. Algo similar ocurrió con Jaguar. La icónica marca de autos, hizo un rebranding completo de su identidad, que fue absolutamente criticada por los seguidores de sus coches. Personas, principalmente de una determinada edad y, sobre todo, con un alto nivel adquisitivo. ¿Rejuvenecer la marca haciéndole perder los valores que la hicieron ser lo que es hoy, hará que personas de 20 o 30 años, puedan comprar un Jaguar? Mini Cooper hizo exactamente lo mismo con la generación 2025 de sus famosos autos. A un mínimo porcentaje les gusta la nueva estética Mini, despojada completamente de cabinas estilo avión y con una pantalla central en donde un perrito animado salta dándonos la bienvenida, como si tuviéramos 10 años. ¿El resultado? Las ventas se desplomaron y la culpa, según BMW (detrás de Mini), es que no había stock suficiente o un problema con los frenos de la generación anterior. Como en muchas otras cosas, no me preocupa la situación. Porque es una moda, de esas modas efímeras. Sin embargo, el daño, ya está hecho… y la reconstrucción lleva tiempo, dinero y… branding.
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