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Parana » AnalisisDigital
Fecha: 17/05/2025 22:47
De ANÁLISIS En el programa de televisión “Memoria Frágil” que se emite todos los sábados a las 20:30 por Canal 9 Litoral, y también disponible en YouTube (http://www.youtube.com/@memoriafragiltv16), se traza el perfil de una persona que ha dejado una huella indeleble en el básquet. Se trata de Roberto Zalazar. La memoria es frágil. A veces guarda lo esencial en rincones silenciosos. Otras veces, se le escapan momentos que merecen ser eternos. En Paraná, una ciudad atravesada por la pasión deportiva y los lazos de barrio, el nombre de Roberto Zalazar todavía resuena como un eco persistente en canchas, tribunas y charlas entre generaciones. Fue bioquímico de profesión, pero su verdadera vocación fue otra: la formación. Formó equipos, formó jugadores, formó vínculos. Su vida entera fue una apuesta por el compromiso, la honestidad y la entrega total. Apasionado hasta el exceso, frontal, exigente, pero siempre humano. Un técnico que pedía el máximo no sólo en los entrenamientos, sino también en la vida. Y que, aun en la dureza, dejaba espacio para el afecto, la risa y la cercanía. En los años ‘80, llevó a Quique Club a lo más alto, transformándolo en símbolo de barrio, de orgullo local, de identidad compartida. También dejó su huella indeleble en los seleccionados de Entre Ríos, en clubes de toda la provincia, y en el corazón de innumerables jugadores que aún hoy lo recuerdan como un referente irremplazable. Pero no siempre fue comprendido. Su postura crítica frente al proyecto de la Liga Nacional lo fue alejando de los grandes círculos del básquet nacional. Eligió no seguir modas, quedarse con sus convicciones, apostar por lo propio. Y tal vez, en ese gesto, está su legado más profundo. Roberto Zalazar murió joven, a los 55 años. Pero, a través de los testimonios de Ana Delia Knoll (esposa); y de los ex jugadores Sergio Jarupkin, Aníbal Veiga, Sergio Benedetich, Daniel Sánchez, Ana María Jiménez y Sebastián Uranga, se comprenderá cabalmente por qué su historia sigue latiendo en cada camiseta transpirada, en cada abrazo post partido, en cada joven que sueña con un equipo que no solo gane, sino que juegue con el alma. Este documental es un viaje hacia esa figura compleja, entrañable, apasionada. Un homenaje necesario. Porque, a veces, cuando el olvido acecha, recordar también es un acto de justicia. El legado de Roberto Zalazar Roberto Zalazar siempre fue un personaje multifacético. Era un bioquímico honesto y visionario, un apasionado e inteligente técnico de básquetbol dedicado a sus jugadores y al trabajo en equipo y alguien que se hacía querer mucho, tanto en su vida personal como por la gente en general de la ciudad de Paraná. Fue un exitoso DT del Quique Club y un hombre clave en la historia de los seleccionados de básquetbol de Entre Ríos en la década del ’80. Ana Delia Knoll (esposa) “Lo conocí a Roberto en el Club Echagüe. Yo jugaba al básquet femenino y él había regresado de Córdoba ya siendo bioquímico. Tenía 28 años y yo tenía 17… Sí, ¡17 años! … y, bueno, un día estaba tirando al aro sola, y aprovechó la oportunidad que estaba sola para invitarme a salir. Y yo precisamente por eso no… al principio no quería, no quería, porque había mucha diferencia de edad. Yo ni siquiera había ido al viaje de estudio todavía. Era un, en esa época -ahora no sé si tanto- era una adolescente. Pero, bueno, todas mis amigas del club se han puesto ya de novia en el club e insistió, insistió e insistió, hasta que el 16 de julio de ese año nos pusimos de novio formal. Yo tiraba esgrima y también hacia otros deportes en el club, y después dejé de jugar al básquet. Tiraba esgrima y hacía otro tipo de deportes. Y así comenzó todo, una historia que fue muy larga, porque ya el noviazgo duró 12 años con algunas interrupciones, y porque él estaba siempre muy, muy… fanatizado dedicado al básquet. De todas maneras, tenía un grupo de amigos, nos juntábamos… porque por eso salíamos y todo lo demás. Pero, yo siempre le decía, vos hubieras tenido que casarte con el básquetbol y no conmigo. Porque era una cosa terrible… pero, de todas maneras, respetaba lo que a mí me gustaba, porque éramos tan diferentes en gustos, ¿no? Y quizás por una cuestión generacional, porque a mí me gustaban en esa época The Beatles, y a él le gustaba, era algo que nadie sabe, era melómano. Tenía una colección impresionante de, en esa época Long Play, y escuchaba mucha música, a todo volumen, y le gustaba mucho el tango; inclusive bailar tango… y yo no, a mí en esa época me gustaba bailar el twist, el rock y todo lo demás, pero de todas maneras con él sí bailaba tango”. Sergio Jarupkin (exjugador) “A Roberto lo conozco en los inicios de Quique, en mi época de Cadete de Quique. Nosotros éramos un grupo que recién nos estábamos formando, por decirlo así. Si bien yo era el más chico del grupo, viene Roberto a un poco a cambiar la idea de lo que era el básquet en Quique. Ese primer año -año ´78-, nosotros hicimos una muy buena campaña; pero, estaba Echagüe y Olimpia, y, bueno, quedamos relegados al tercer puesto ese año (…) En Quique fue un gran mentor en el sentido del grupo humano, porque él priorizaba el grupo humano, los asados, los sábados, era infaltable el vermut, de juntarnos el sábado al mediodía, de charlar toda la semana, cómo íbamos a entrenar, y después el entrenamiento nos mataba, Nos mataba, hacíamos un entrenamiento. En pleno invierno, el club era abierto, había 2 o 3 grados de temperatura, y los locos íbamos a correr y a entrenar. Por eso, él tenía eso, de realmente unirnos al grupo fuera de la cancha, y dentro de la cancha. Teníamos un sistema de juego que hoy por hoy, si yo soy director técnico y veo y era muy simple, un cruce sobre poste, algo muy simple, muy básico, pero basaba todo en la velocidad de los chicos nuestros, más que nada”. Aníbal Veiga (exjugador) “Roberto cae al Club Quique, donde era un equipo de que se estaban yendo ya los grandes y veníamos nosotros empujando. Y un buen día el presidente, que era el escribano Vitali, lo habló, lo puso de ´prepo´; dijo: ´Éste es el nuevo director técnico de Quique´ y la mayoría no estábamos de acuerdo, porque nosotros éramos unos salvajes y Roberto tenía mucha… era muy estricto. Así que bueno, entre una cosa y otra nos vino como anillo al dedo, porque él empezó a poner orden, disciplina, muy estricto en los horarios. Tengo una anécdota que nosotros veníamos un domingo de jugar con el fútbol de esos campeonatos que hay en el campo. Veníamos embarrado entero con mi hermano el ´Cucho´, y jugábamos una final en Ciclista contra Olimpia, torneo Baglietto aniversario. Bueno, Roberto para él le era todo nuevo, cuando nos ve bajar de un Jeep todo embarrado y bueno, ahí ya no jugamos, no nos puso. Y bueno, a partir de ahí empezó a poner disciplina y a manejarse como él sabía. La verdad que nos hizo… un… él manejó un equipo donde había diferencia de edades; unos que se iban -ya digo- otros que entraban, y supo ubicarse muy bien. La verdad que era todo lo contrario a lo que la imagen que teníamos nosotros de afuera de él”. Sergio Uranga (ex jugador) “Roberto Salazar… se me hace difícil no empezar por el final de la historia. Pero, voy a tratar de recordar el principio. Yo era un pibe que jugaba al rugby en el Club Estudiante, porque me insistía Aníbal Cantero, que lo tenía en el club en inferior y en el colegio, y mi hermano Beltrán, que me insistían mucho para que juegue el básquet, estuve haciendo los dos deportes. Y, en un momento, por un tema físico, me tengo que decidir, me decido solamente por el básquetbol. Bueno, las cosas empiezan a darse un poco rápido y demás, y Roberto es la persona que un día me invita para entrenar con el equipo mayor, con la Primera División, y me hace debutar con 15 años en el club. Que, para ese momento, tener al entrenador de Primera que te tenga consideración y que te ponga en Primera era prácticamente como jugar en la NBA o tocar el cielo con las manos. Y nada, y siempre me dio la sensación esa, ¿no? De ser una persona con coraje, una persona que amaba profundamente este juego. Y después tuve la suerte de repetir, porque no pero no tuve tanta historia, no es que jugamos muchos años vivos, aparte después de ahí, al poco tiempo, me fui a Buenos Aires reclutado. Y repetimos la Selección de Entre Ríos, en un hecho -para mí- de los más importantes de la historia, a nivel del campeonato del ´89, que fue el subcampeonato del ´84 de visitante. Entre Ríos, en ese momento había salido una sola vez subcampeón y fue de local en el ´67, y jugamos ahí, que competimos en la final con Capital Federal, que era prácticamente la base de… o no era prácticamente… era la base de la Selección Argentina, y estaba él como entrenador. Y nada, independientemente de algunas otras cosas que pueden interesar de lo que recuerdo de él. Siempre lo entendí como una persona íntegra que daba todo lo que tenía. Hacía una conducción -aunque no se hablara en ese momento de esa forma- hacía una conducción horizontal, o sea, éramos todos iguales, todos éramos iguales y él también se ponía al mismo nivel, y hacía sentir muy cómodo todos. Y lograba que todos los jugadores, yo lo sentí en lo mío personal -pero lo veía también en los otros- lograba que todos los jugadores den lo máximo o logren su mejor versión, en definitiva. No solamente que den lo máximo, sino que logren su mejor versión”. Zalazar había sido jugador de básquetbol en Paraná y en Córdoba, como así también fue futbolista, en tiempos en que era estudiante universitario, pero cuando regresó a Paraná se dedicó a conducir y formar jugadores de ese deporte. Siempre se lo describió una “exagerada para todo”, exigente como pocos, frontal y honesto, pero también muy divertido. Sergio Benedetich (exjugador) “Yo a Roberto lo conocía porque él originalmente era del Club Ciclista. Pero, lo empecé a conocer mejor cuando empezó a dirigir Quique. Dirigió una generación muy importante donde Quique ganó creo que 6 o 7 torneos seguidos… ahí… en la Asociación Paranaense, y yo jugaba para ese entonces en Universitario. ¿Qué pasaba? Quique salía a jugar muchos torneos afuera, por ser el campeón… torneos en el interior de la provincia o en Santa Fe. Entonces, siempre esos torneos se llevaban refuerzo y siempre me llevaban. Él me tenía una buena consideración como jugador a mí, entonces, siempre íbamos a donde fuera. Y era un referente… era un referente en ese momento y un técnico atípico, o sea, que fundamentaba más la parte del grupo, la parte humana de los jugadores, de fortalecer ese enlace entre todos los jugadores, que es la parte técnica. Más allá de lo técnico, que también venía una capacidad para ver los juegos, para corregir cosas a los jugadores, pero, fundamentalmente, hacía hincapié, mucho hincapié en lo que era la parte humana”. Daniel Sánchez (exjugador) “Era un tipo muy carismático, muy carismático. Muy pocas veces lo vi enojado. Cuando se enojaba, se enojaba, ¿viste? Era como de ponerse medio hasta colorado cuando se enojaba. Pero, siempre en defensa de… en defensa de su principio, en defensa de lo que él pensaba, en defensa de sus jugadores. Y era un tipo muy motivador. Porque generalmente él sacaba lo que no tenía algún jugador, lo sacaba. Porque lo hablaba, porque lo incentivaba. Y por ahí, hasta el léxico era medio de darte bronca, ¿viste? Porque por ahí te decía: che, Bagre… Bagre. Dale, Bagre, a ver Bagre, entrá, ¿viste? Y esas cuestiones, por ahí estaba jugando más, dice, ´pónete las pilas, Bagre´. Y eso medio como que te llevaba también a tomar otro ímpetu en el desarrollo de juego, en las comprensiones. Y te decía, muy motivador y muy del llamado del ´tercer tiempo´… era una persona que permanentemente unía, te aconsejaba. En esta charla que tenía con mi padre también le daba algunos consejos: le decía, mirá, me parece que Daniel tal cosa, me parece que Aníbal tal otra. Y a partir de ahí lo supimos querer, como que se hizo querer en todo el mundo. O sea, yo no creo que alguien haya pensado nada diferente a lo que yo te pueda decir de Roberto Zalazar. Roberto ´Cachilo´ Zalazar, porque el apodo de él era ´Cachilo´ Zalazar. El doctor Roberto Zalazar. Y era una persona, sinceramente, que te contagiaba dentro y fuera de la cancha. A lo mejor lo encontraba un día en la peatonal o en su caso en calle San Martín, cuando era vehicular y demás, o donde sea, y Roberto se paraba, te palmeaba, te incentivaba si estabas estudiando: ´Tenés que terminar los estudios´. Una persona que permanentemente irradiaba positividad”. Ana Delia Knoll “Él era muy motivador en todos los aspectos y en todos los ámbitos donde él se movía, en su trabajo, en todas partes. Porque él consideraba que los jugadores para estar bien en la cancha, o sea, para hacer un buen juego, tenían que estar bien fuera de la cancha. Tenían que ser amigos fuera de la cancha… o no amigos, pero llevarse bien; si no podían ser amigos, llevarse bien. Porque eso se reflejaba en la cancha, eso es lo que lo que él decía, ¿no? Por eso le dicen un gran motivador, porque en la cancha era - ¿cómo te puedo decir? - motivador en el sentido de que los alentaba, les decía vamos, que vos podés, qué sé yo, lo que dicen a veces los DT. Pero, él tenía una manera muy especial”. Ana María Jiménez (exjugadora) “Roberto se fue a estudiar… era bioquímico… y nos dio básquet en el Club Echagüe, con un grupo de básquet. Cuando volvió de ser bioquímico tomó el Quique Club, que fue su vida y le dieron un gran impulso al Quique Club. Sentado debajo de los 4 árboles que tenían ahí en el club, ellos hacían de todo, barrían, limpiaban, tenían la cancha, todo, todo hacían ellos. Y entonces sentados así miraron y estaba don Guillermo Gaya de presidente. Y entonces, mi hermano ´Toti´ y otros chicos que se sentaban debajo de los árboles… entonces dijeron, ¿por qué no hacemos un gimnasio? Y así salió el gimnasio del club. Después dirigiendo al Quique Club, él sacó campeón en el Quique, pero él dio su vida por el Quique”. Sergio Jarupkin “Él era muy exigente dentro de la cancha. Fuera de la cancha -te vuelvo a repetir- una persona en donde vos podías sentarte, compartir y hablar con él cualquier cosa que él te entendía. Y, bueno, en el caso mío particular, porque yo era el más chico, yo tenía 16-17 años cuando él toma… y él inclusive me vio a mí condiciones para ser técnico de básquet. Entonces, me dio las Inferiores del club. Así que yo jugaba en la Primera y dirigía Mini básquet. Y con el conocimiento previo de lo que yo participé en alguna Selección o no tenía tampoco mucho, sino que, bueno, a mí siempre me gustó enseñar, y era un poco más, por decirlo, carismático o los chicos me hacían caso, digo. Así que, bueno, en una… la otra fue que, en la época dorada de Quique, año ´80-´81, todos los padres querían llevar los chicos a Quique. Porque Quique era campeón y Quique jugaba bien, y Quique era el mejor de Paraná. Y eso fue gracias, no solo a nosotros, que éramos, digamos, buenos jugadores o hicimos un buen equipo, sino que Roberto nos brindaba eso”. Si bien era fanático del Club Echagüe, su obsesión -cuando regresó de Córdoba- fue Quique Club. Y lo revolucionó. Impuso orden, disciplina, pasión y amor por la camiseta. La gente del barrio iba masivamente a ver a su equipo, que llegó varias veces al título de la mano de Zalazar. Ana Knoll “Cuando traspasaba la puerta de mi casa y se iba, yo ya no sabía lo que hacía… lo que hacía, si llevaba o no llevaba los jugadores… que era muy amigo de los jugadores, eso seguro. Y que yo me enojaba porque todos los días, claro, con ese tema de motivar y lo social y todo lo demás, practicaban y todas las noches se quedaban a comer en el club… a un asado o a lo que sea. Y venía a las 3 de la mañana. O sea que no es nada fácil. Y al otro día a las 7 estaba ya sacando sangre. O sea que cumplía con su trabajo. Pero, lo que hacía fuera de casa, no sé si buscaba a los jugadores, pero te lo puedo asegurar, que debe haber sido así. No tengo ninguna duda (…) La viví con emoción porque -por supuesto- que él transmitía su alegría y su emoción. Él, por ejemplo, bueno, algún jugador de Quique les va a contar cuando se le ocurrió la idea de hacer que pasaran (por un aro) de papel, cómo hacían los ´Globetrotters´ y demás, que era todo un show… cuando fue el último partido de Quique. No, esa época fue su época dorada, digamos, su sueño. No cumplió el estar en Echagüe, que era el club que llevaba en el corazón. No lo pudo hacer”. Sergio Jarupkin “Roberto… yo de sus inicios no lo conozco. Lo vi, por ejemplo, tirar al aro, cuando nosotros entrenábamos, y era una mecánica perfecta. Él tenía un tiro, un lanzamiento perfecto. Aparte era un hombre alto, metro 90, más o menos tenía. Y, bueno, según lo que cuentan, era muy buen jugador en la época de jugador; pero él, bueno, decidió irse a estudiar a Córdoba. Allá en Córdoba, tengo entendido que jugó también, y tuvo muy buena participación en Córdoba. Cuando él vuelve a Paraná con el título de bioquímico, él pasó por varios clubes, él era de Echagüe. Y realmente, yo no sé si fue por ´motu proprio´ o qué, él andaba dando vueltas que cae en Quique. Si él había dirigido, la verdad que eso no sé, porque yo realmente -como te digo- era muy chico. Lo que sí sé que ese año cae en Quique a revolucionar todo, ¿viste? A poner disciplina más que nada. Porque antes, nosotros -los de Quique-, año de los ´70 y pico eran terribles. Eran muy indisciplinados, los jugadores jugaban porque sí nomás, y, bueno, una época salió en El Diario ´los avinagrados elementos de Quique Club´. Porque, claro, el Quique era el chiquito, el club, la cantina, y nada más”. Aníbal Veiga “Recuerdo que estamos por jugar la primera final: Quique contra Rowing. Y en Quique había una tribuna a un costado… muy pequeña. No albergaba tanta gente para semejante partido. Y él habló con la Comisión de Ciclistas, porque él fue técnico de Ciclista antes que nosotros… y la noche anterior al partido consigue que le prestan la tribuna completa, todo un lateral de la cancha de básquet. Dice, ahora tengo que conseguir camión y gente. Estábamos de cena a los de Jarupkyn, y apareció Roberto, dice: ´Mirá, conseguí esto, esto, pero hay que conseguir camión y gente´. Bueno, enseguida teléfono, camión. Y acá en calle Maipú estaba la hinchada de Quique que se disfrazaba para los partidos. Y todos esos chicos los reclutamos para que a las 7 de la mañana del día viernes estuvieran en la puerta del club para ir a desarmar la tribuna al Club Ciclista. Había que desarmarla, cargarla a un camión, venir acá, armarla. Y después terminamos 7 de la tarde y el partido era a las 9. Ganamos el partido acá… Pero te quiero decir cómo era todo a pulmón y lo que significaba para nosotros el club… logramos eso porque él empujaba, empujaba y no nos medíamos en el esfuerzo”. Sergio Jarupkin “Fundamentalmente el grupo humano. Él sabía de básquet, obviamente, que sabía de básquet porque nos entrenó muy duro. El entrenamiento era fundamental. Pero, fundamentalmente fuera de la cancha. El grupo humano para él era fundamental. Entonces, siempre nosotros teníamos la juntada -como te dije- el vermut de los sábados, hablamos… pero, si él nos mandaba un sábado, un domingo a hacer tal o cual cosa, el equipo entero iba y lo hacía. Era un… no te digo un ídolo, pero una persona donde nosotros le teníamos mucho respeto. Él se hizo respetar. Puso mucha disciplina porque realmente los Veigas eran muy indisciplinados, los Agüeros entrenaban poco. Entonces, hubo esa conjunción donde él realmente fue todo mérito de él, todo mérito de él. Una anécdota de que vinimos una vez a mi casa acá, en el patio, armamos las camisetas, los equipos, a quién íbamos a sponsorear, porque nosotros buscábamos los sponsors. Él nos hizo hacer las camisetas con el nombre en cuerina, como en la NBA. Y después fue, no sé si has visto foto o video cuando entramos en un círculo rompiendo como los Harlem Glover Trotter, él era un adelantado en eso porque él estaba con algunos videos de la NBA de aquella época… se pueden imaginar… años ´80, no se veía nada. Y él tenía esa mentalidad de que nosotros seamos NBA. Entonces, teníamos las medias iguales, los ´shorcitos´ iguales, las camisetas con los apellidos atrás”. Aníbal Veiga “Él ya venía con su pergamino de Echagüe, con muchos campeonatos y de la Selección. Con nosotros, si bien tuvo logros también más importantes, no sé cuál es la palabra… pero… como lo teníamos tan cerca acá del club, él a veces venía caminando y, ejemplo, la plática era a las 9, él a las 6 de la tarde ya estaba en el club. Era un socio más, un hincha más del club. Y como anécdota tengo la más linda que siempre la cuento, que cuando él… estábamos por salir por campeones por primera vez nos prometió que… dice: ´si salimos campeones me caso, les prometo que me caso´. Salimos campeones y tuvo que cumplir la promesa. Se casó. Era duro porque ya era veterano ya, pero, bueno, hoy en día es muy normal, pero en esa época casarse a los 40 ya era medio veterano”. Ana Knoll “Yo te digo que me enteré de grande de eso, no lo sabía. Había puesto una fecha para casarse, que era febrero. Yo me compré la tela para el traje de novia y todo lo demás, y hasta, ¿viste? antes se ponía álbum en el diario, y se pospuso… y sí, se pospuso y se pospuso y se pospuso… pero yo no sabía por qué. Inclusive, si dice, yo no te dije nada que me iba a casar. Y bueno, y fue, después me entero que cuando Quique salió campeón, había hecho esa promesa. Quizás se pospuso por esa promesa, digo yo, y nos casamos el 19 de mayo… yo tenía 29 años y él tenía 40. Y me puse de novia a los 17, así que… y cuando él falleció yo tenía, él tenía 55 y yo tenía 43”. Roberto Zalazar fue uno de los directores técnicos más salientes y recordados de los seleccionados de Entre Ríos de la década del ’80. Fue precisamente en 1984 que consiguió el subcampeonato argentino en la ciudad de Posadas, Misiones, tras perder en la final con Capital Federal, en un partido que marcó historia. Aún muchos recuerdan aquél ingreso triunfante a Paraná, sobre el autobomba, del elenco capitaneado por Zalazar y que, entre otros, integraban Aníbal Sánchez, Sebastián Uranga, Mario y Sergio Benedetich, Aníbal Carrasco, Sergio Jarupkin y Sergio Padula. Sebastián Uranga “Él conducía, él daba las pautas, el equipo jugaba lo que él pretendía, pero él siempre era abierto a tener una relación fluida y de ida y vuelta con todos los jugadores, con todas las personas, me parece que esa es su característica. Y algo más que no que no dije al principio y que me gustaría decir, para mí es un prototipo de los entrenadores… que podrán no haber tenido porque no había tantas posibilidades en ese momento de formarse como hay hoy, pero que eran amantes del juego, que eran amantes de la actividad, y que deseaban que individualmente cada jugador y sus equipos -grupalmente sus equipos- jueguen cada día mejor. Entonces, era capaz de verte a vos y decirte, fíjate la situación esta puntualmente tendrías que mejorarla así. Él se preocupaba, probablemente, como todo lo de esa época, con limitaciones académicas, porque no había tanta información como hay hoy. Pero, dando lo máximo, con un deseo, eso es lo que yo digo, ¿no? El deseo de que todos estemos un poquito mejor”. Sergio Benedetich “La selección de la provincia, tuve la oportunidad de jugar El Argentino en Misiones en el año ´84, donde llegamos al subcampeonato,. Y fíjate que él, todas las etapas previas que de entrenamiento se hacían en el Parque Urquiza. Salíamos a correr, jugábamos ahí en el Rowing y siempre, siempre elegía a unos o dos jugadores que se dedicaran a hacer el asado, unos pescados o algunas pizzas o algo y entrenábamos nosotros y había 2 que… o sea, eso era fundamental. Los equipos que él dirigió nunca tuvieron problemas de egoísmo. Siempre nos llevó por ese camino. Y bueno, después como ser humano, muy bueno, muy bueno. Yo lo conocí como entrenador y como ser humano también. Siempre armaba cosas en la casa, salíamos a ir a comer, salíamos a ir… me acuerdo que en ese entonces los videos de los partidos eran muy raros y él hizo un asado en su casa y nos mostró el video de esa semifinal con Provincia de Buenos Aires en el año ´84, en Misiones. Y fue algo… para nosotros era algo nuevo, no existía… Entonces, a él se lo mandaron de Misiones, la televisación de allá, y bueno, él organizó un asado, hizo todo eso para ofrecernos a nosotros y homenajearnos él a nosotros”. Sebastián Uranga “No erre ese ´chanchito´, te decía cuando agarraba un tiro abajo del aro: una expresión que era muy de él. Yo después nunca, ni antes ni después, nunca la escuché, que era muy de él… era muy de él. O sea, no sé, es una persona muy muy, a mí me encantaría mucho que hoy vivimos el tiempo de lo académico, el tiempo de que entendamos la situación de esta gente de que tiene el deseo de que vos juegues todos los días un poquito mejor. En cualquier situación de juego yo lo puedo plantear, o sea, si vos no manejas la mano izquierda pónele, en ese momento no tenían libros que le enseñaran cómo manejar en la mano izquierda, bueno, ellos tenían sus técnicas. Eran capaz de cualquier cosa para que vos manejes tu mano izquierda. Y bueno, porque lo deseaban. Era un grupo de entrenadores que eran instituciones en la ciudad, Aníbal Cantero, (Atilio Rafael) ´Tilo´ Yankovich, él… bueno, otro de los que me estoy olvidando, que mucho más que tenía Paraná, algunos jugadores, otros que no lo eran, pero que la verdad que le hicieron muy bien al básquet Paraná. Por eso, Paraná durante toda esa época previo y durante esa época sacó muchísimos jugadores de alto nivel”. Sergio Benedetich “En esa semifinal, Provincia de Buenos Aires era el firme candidato. Tenía 6 o 7 jugadores de la Selección Argentina. Nosotros, en ese momento, el único de Selección Argentina que teníamos era Sebastián Uranga. Y, bueno, él nos dijo, mire, vamos a jugar una semifinal, son jugadores de Selección Argentina, son jugadores importantes, son jugadores grandes. Pero, ustedes tienen una camiseta que van a defender y eso es lo que los hace diferente. Ellos juegan por dinero, juegan por una cosa y ustedes van a jugar, van a defender sus camisetas… que es algo que para nosotros fue muy importante, fue muy importante. Es decir, que él era motivador. Muy motivador, muy motivador. Motivador en el buen sentido, porque hay gente que motiva de otra forma. Pero, él no, él te daba los consejos con criterio, con fundamentos… y sí a un jugador cuando vos lo incentivas y dándole herramientas para ese incentivo poder llevarlo a cabo, es muy importante. Y era eso, y después, sí, después, en las charlas pospartido siempre alguna cargada, alguna cosa como la que anécdota que te conté siempre había y eso lo hacía… lo hacía importante. Nosotros jugábamos contra Quique, yo jugando para Universitario, y siempre que jugábamos había un asado donde comíamos los dos equipos juntos. Y eso era él… quien sembró eso. Y hoy hay una cierta tradición en muchos equipos de Paraná y creo que fue uno de los mentores de ese tema”. Zalazar era de los técnicos que en Paraná se oponían al proyecto de la Liga Nacional de Básquet, generado por León Najnudel y Orlando “Chungo” Butta, entre otros. Decía que la idea iba a terminar “fundiendo” a los clubes. Y esa posición, de alguna manera lo fue relegando. Zalazar prefirió seguir con su librito, apostando, como siempre, a su amado Quique Club. Aníbal Veiga “Éramos 3 hermanos, los Veiga. Dos hermanos, los Agüeros. Dos hermanos, los Jarupkyn… dos hermanos los Claro… y, bueno… venían chicos como Sergio Padula, que está acá en la otra cuadra, que venían surgiendo de Cadete y Juvenil. Bueno, eso era, Roberto daba una vuelta a manzana en el Renault que tenía y ya nos avisaba a todos que la práctica… o él ya, la práctica se sabía que era las 8, pero Roberto, casa por casa para ver si alguno tenía problemas o algo. Él era… se medía todos los detalles. No se le escapaba nada. Muy minucioso. Así que, bueno, con él tenemos todos los pergaminos que el club tiene, casi la mayoría, y somos muy agradecidos. La verdad que esta nota la merecía él, porque, este, medio que se habían olvidado, él era un técnico muy capaz y muy buena persona. Roberto tenía eso, que si te quería te daba todo… y si no, era no había término medio en la amistad de él, o sí o no. Era muy directo. Por ahí, por eso algunos tenían roce con él, pero lo fuimos conociendo el carácter y amoldándonos”. Ana Delia Knoll “Como técnico, era un tipo muy inteligente. Veía la jugada… yo no sé cómo son los técnicos ahora… lo veo que anotan todo y con algunos con la computadora, con la pisado, pero él tenía todo acá. Él se adelantaba a la jugada. Era una persona, era muy inteligente, como jugador excepcional. Yo tenía una copa así, que bueno, no la tengo más, que le dieron en Córdoba como goleador, y eso se lo transmitía a a los jugadores. Creo que eso se lo transmitía a los jugadores, y lo armaba en su cabeza. Era muy, muy inteligente, muy inteligente. Y el legado personal, yo creo que lo más importante es que es la unión y el no tener, no querer sobresalir… yo, porque soy el mejor; yo, porque soy el goleador, ni nada… son todos iguales, es un jugar en equipo… ensamblarse como equipo… no individualidades. Eso ´basquetbolísticamente´ que no soy una experta, pero la parte humana creo que es la más importante. Él siempre me decía a mí: ´El día que me muera quiero irme con la conciencia tranquila y cuando acuesto quiero acostarme, quiero apoyar mi cabeza en la almohada también con la conciencia tranquila´. Era sumamente honesto en su profesión. Me ofrecieron, le ofrecían en esa época, ¿viste? que era del… lo llamaban… los médicos le mandaban análisis y le daban un porcentaje, jamás aceptó. Jamás, jamás aceptó… nunca, nada de nada. Y trabajó en ese momento… se llamaba Hospital Roballos y en salud pública de la Municipalidad. Y cuando sacaron la ley de incompatibilidad, que creo que fue en la época de Montiel, tuvo que renunciar al Roballos… y porque dice que él decía que le habían puesto una persona y que él se sentía mal… años estuvo ahí, y los que no renunciaron le hicieron juicio al Estado y le ganaron. Pero a él no le interesaba el dinero, no le interesaba, le interesaba estar bien, prefirió renunciar”. Daniel Sánchez “Viste que se dice, y yo lo vivo en carne propia también, ¿no? ´Nadie es profeta en su tierra´, dicen así, ¿no? Y Roberto… a ver… Roberto creo que primero que no lo tiene, me parece fantástico esto que están haciendo. Y ayer justamente hablaba con mis hijos, que por ahí también da pena ver a mucha gente que hoy por distintas circunstancias, o padece una enfermedad o está en situaciones límite y se la deja olvidada, o no se la tiene en cuenta, o no se irradia el respeto y el reconocimiento que debería ser. Porque de última, ellos fueron los formadores nuestros, los iniciadores nuestros, fueron las figuras en que nos representamos y que tanto hablamos de ver figuras que nos representen y tomar conductas y determinaciones. Me parece que eso le falta a Paraná, en todo aspecto, No hablemos solamente de básquetbol, en distintas disciplinas deportivas. Pasa con el fútbol también, ha pasado con el rugby. Me parece que nos debemos ese tipo de situaciones, porque gracias a mucha gente que hoy sigue estando, afortunadamente, y que podemos charlar con ellos, intercambiar opiniones y demás, y otra que se ha ido. Per,, gracias a eso, mucha gente, muchas generaciones le debemos lo que lo que realizamos y lo que, digamos, pregonamos en función de la disciplina deportiva. Y tanto clubes como Asociaciones o Federaciones, me parece que si bien hay Asociaciones que han retribuido y me parece que también es importante lo que pasa hoy: el reconocimiento en vida, Eso es fundamental, pero me parece que hay situaciones, caso Roberto Zalazar, que hoy le está rindiendo este homenaje realmente merecido, me parece que no ha sido reconocido… y, bueno, en buena obra que hoy se lo esté reconociendo”. Aníbal Veiga “La verdad que él cuando sale subcampeón argentino en Misiones, fue un premio a todo lo que él fue haciendo en cada club. Porque mientras dirigía en Paraná, en Quique, dirigía en la B, en Paraná también, y en La Paz, él tenía mucho trabajo como técnico. En todos los lugares que fue dejó su sello ¿no? Pero, él se lo merecía e inclusive salir campeón. Pero, bueno, este, ya te digo, por la forma de él de tomar… con el amor que tomaba el básquet y encima era apasionado… apasionado porque él dejaba el trabajo para venir a ver cómo estaba vos, si te dolía, si te doblaste el tobillo, si hay que llevarte al médico. Hacía de todo, no solamente técnico, era un dirigente más; que hizo mover a todo el club. Porque él manejaba cuando se hacían eventos así, él estaba detrás de todo eso… la vaquilla con cuero que el Club Quique se hizo famoso por eso, para cerrar el gimnasio. Bueno, él era uno más también. Pero, los que en el club ya estaban era Raúl y un montón de gente que ya lo venía haciendo. Pero él, ya te digo, fue el motorcito de nuestra institución”. Sergio Benedetich “Hay una anécdota muy graciosa. Yo jugando de refuerzo para Quique en la ciudad de Gálvez. Jugábamos contra un equipo y yo fui de refuerzo, pero era suplente. Y en el equipo de Gálvez entró un jugador que jugaba de base, que le faltaba una mano. Era manco, le faltaba una mano. Entonces, Roberto me dice, bueno, va a tener que entrar a marcar al base. Yo medio que, ¿viste cómo hago? O sea, era joven, yo tenía 19 años, 18-19 años… y bueno, tenés que marcarlo. Bueno, está bien, medio que, con un poco de temor, de no… a ver… era algo que nunca me había pasado en la vida. Bueno, cuestión, yo, una defensa muy suave, no quería, sin embargo, el jugador era un fenómeno jugando y empezó a hacerme goles, empezó a hacerme goles, empezó a hacerme goles, entonces piden minutos y Roberto me dice: ´¿Lo vas a marcar o lo vas a marcar?´. Le digo Roberto le falta una mano. Sí, pero si no lo marcas nos va a matar a goles; cuestión que quise marcarlo y como 40 puntos… el jugador… y fue una anécdota que quedó para la historia porque, a ver, después de haber jugado con… y haber jugado Liga Nacional y todo, la cuento con una gracia porque realmente y no sé quién es el jugador, no lo vi más, no sé, pero es una anécdota muy graciosa”. Ana María Jiménez “Después de los partidos se quedaban… Y Gentile, ´Poroto´ Gentile de esa época, él era el que hacía los asados y los muchachos se quedaban a comer. Eran como hermanos, vivían en el club. Cuando el club estaba cerrado, se saltaban por la reja e iban a tirar al aro. El club fue nuestra vida. Ese club comenzó con una calesita en el fondo, siendo presidente don Manuel De la Torre, que era camionero y vivía acá en calle Alsina, el hijo también jugaba ahí. Y así, juntando entre todos con Don Gaya y después Don Manuel De la Torre hicieron el Quique. Porque el Quique estaba en la Escuela número 11 ´Provincia de Santa Fe´. Y de ahí lo sacaron, pero don Manuel compró ese terreno (…) Ahí trabajaban todos. Ellos hasta tuvieron como una quinta donde iban a hacer una pileta de natación e iban a las afueras que después la vendieron donde está El Prado Español por ahí, y no como ahora que lo sacan así a la tierra, a pala. Iban los muchachos hasta allá y venían. Son muy compañeros y se siguen juntando. Hay muchos que fallecieron, de la época de Roberto fallecieron. Pero, después los que siguieron, que eran parte de la Primera, tenía Reserva se llamaba la que seguía, y entonces él dio mucho por el club y enseñó mucho por el Quique”. Roberto Zalazar falleció el 10 de noviembre de 1994. Era un hombre joven y una penosa enfermedad se lo llevó cuando apenas tenía 55 años y demasiado por dar. Atrás habían quedado un largo listado de clubes donde brilló como DT, como los casos de Quique, Talleres, Echagüe, Ciclista, Recreativo, Olimpia, Estudiantes e Hindú, al igual que Independiente de La Paz y de Santa Elena. Fue también DT de aquel fantástico seleccionado que en 1968 sorprendió a propios y extraños al quedarse con el cuadrangular disputado en el mítico Luna Park, venciendo a poderosos conjuntos como Santa Fe, Capital Federal y Maccabi Tel Aviv de Israel, subcampeón europeo por aquel entonces. Y el broche de oro de su exitosa trayectoria lo cumplió con el Maxibásquet Masculino mayores de 45 años, con el que se consagró en 1993 Campeón del Mundo en Las Vegas, Estados Unidos. Nadie olvida sus charlas motivacionales, su pasión, su frontalidad, pero también su alegría por ocupar el lugar que se había ganado entre tantas generaciones. Aunque muchos lo quieran seguir negando. Sergio Jarupkin “Fue un golpe muy duro, porque tuvimos varias pérdidas, en el caso, bueno, de esa selección, se nos fue Aníbal ´Él Cucho´ Veiga y el chico de López, también murió trágicamente. Y después, a los pocos años, Roberto fallece por esta enfermedad, que bien realmente no sabría decirte… pero sí, realmente lo atacó mal y lo llevó muy joven”. Sebastián Uranga “Yo lo admiré profundamente a él y su equipo de la Iquique de la década del ´70. Me tocó compartir con esto que cuento yo que fue hacia finales de la década del ´70, principios del ´80, cuando estaba en estudiante. Me tocó conocerlo en ´84 durante una semana de torneo, más 15 días de preparación tampoco… no mucho más, pero un poco la cualidad que hablamos antes, ¿no? De su integridad, de su buena gente, de que somos todos seres humanos que lo que tenemos que intentar es pasarla bien, pasarla bien en el buen sentido, cuando hay que hacer las cosas del juego, en este caso, del trabajo, como llaman en otros casos y demás, estamos para eso y cuando hay que divertirse pasarla bien, como con una comida, un post partido o un post entrenamiento y demás, que sea todo muy fluido y muy amigable”. Daniel Sánchez “Roberto fue… qué sé yo… fue un… digamos… no sé si fue tan un estudioso, ¿me entendés? Porque antes costaba, digamos, tomar ese tipo de contacto en cuanto a clínicas como hay hoy y todo lo demás. Era un poco lo que uno aprendía, lo que veía, a lo mejor, por televisión de los Estados Unidos, porque si vos querías tener algunas cuestiones, tenés que recibir un casete de Estados Unidos y quién te lo mandaba. Pero, antes era así, antes era verlo… estaba muy lejano, era medio pendiente. En cambio, Roberto, de todo lo que él aprendió o jugó en su momento aplicado a algunas estrategias de juego, porque eran estrategias, sinceramente. Hoy es más físico el basquetbol, más velocidad, es mucho más físico. Antes no, antes era distinto, a lo mejor era mucho más lento, por reglas distintas también, con canchas diferentes, con tableros de madera, era al aire libre, había que estar. Y así todo se entrenaba. Eran las 11, 12 de la noche y se entrenaba. Y por ahí si había algún juvenil, era Roberto el que decía, hablaba con los padres, ´usted no se haga problemas. Yo lo llevo a su casa´. Él ha agarrado su auto y lo dejaba en su casa. Hasta eso te cuidaba. Hoy es todo diferente”. Ana María Jiménez “Yo nunca he escuchado ni nunca he visto que le hayan puesto a una calle el nombre de Roberto. O, por ejemplo, viste que el Ciudadano Ilustre de la ciudad. ¿Qué tenés que hacer vos para que te hagan o te digan eso? Vos tenés que mirar y ver quién puede ser. Entonces, no… con Roberto no. Así como con Roberto… Roberto Benvenuto tampoco… y en esa época la gente no cobraba un peso; sacaban de su bolsillo y juntaban la platita para ir a jugar o cuando él dirigía las selecciones y lo que hacía. Entonces, lo que pasa es que los tiempos son distintos. En esa época era distinta y uno lo único que tenía era el club (…) Me pone feliz, que él tenga su reconocimiento. No sé si habrá tenido hijos con su esposa, no sé si su esposa vive ni nada. Porque una ya deja de estar y una ya está mayor también, entonces es distinto. Pero yo amo el básquet, y lo que te digo de del trabajo… vos llegás a ser alguien, ante todo, por lo que vos estudiás, por lo que sabés, el saber respetar, el saber consensuar, y sobre todas las cosas, el ser humilde. Yo tengo una frase que se la copié al presidente de Uruguay (por José Mujica), ´que venimos desnudos a este mundo y nos vamos desnudos´. Entonces, ¿qué me vienen a hacer o decir ahora? O ver que ahora los chicos, los padres son los que les gritan a los chicos, y los chicos ya se creen que son campeonísimos… ¿y de qué? No saben picar, no saben pasar, no saben hacer lanzamiento al aro, no saben mirar la cancha, no saben mirar el tanteador, no saben mirar el tiempo de juego. Los bases son los inteligentes del equipo, y son cosas que tenés que hablar. Pero, hay directores técnicos que, por ejemplo, si toman un equipo que no es fuerte y ellos son fuertes, le hacen 140 y pico a 20. ¿Qué ganas con eso? Nada. ¿Está? Y Roberto enseñaba esas cosas, enseñaba el respeto, enseñaba a trabajar, le conseguía trabajo. Un hombre íntegro, y como él, muchísima gente que no hay… no han sido reconocidos”. Sebastián Uranga “Felicito la producción, que recuerde una persona que probablemente no haya tenido tanta trascendencia a nivel internacional, ni que se le pueda poner como tope en algunas situaciones. Pero, que, la verdad, es un prototipo del básquet de la ciudad. Es una persona que amaba el básquet de la ciudad, que amaba el básquet general y el básquet de la ciudad en particular, y que era una gran persona, y eso no te quita nada, y es lo único -independientemente de los títulos que vos ganes- es lo único que te deja la vida”. Ana Delia Knoll “Él tenía mucho sentido del humor y eso es lo que a mí me… no tuve nunca más una pareja y eso es lo que a mí me gustaba, porque con él te divertías y te reías sí o sí… salvo cuando se enojaba con un jugador o cosas así… pero, en la vida social era un líder, un tipo de ese tipo que te cuenta cuentos y te tenés que reír, porque, digamos, era muy divertido, muy divertido”. El programa Memoria Frágil: el legado de Roberto Zalazar
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