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  • Un inesperado test de ADN reveló secretos familiares y unió a tres hermanas separadas durante 57 años

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 18/05/2025 04:52

    Las hermanas June (izquierda), Trish (centro) y Geraldine (derecha) En la década de 1950, el Hogar para Madres y Bebés Bessborough, en el condado de Cork, operaba como uno de los tantos conventos católicos irlandeses destinados a alojar a mujeres solteras embarazadas. Bajo la tutela de las Hermanas de los Sagrados Corazones de Jesús y María, estas instituciones ofrecían asilo a cambio de silencio, trabajo y resignación. Mary Wills, una joven madre soltera, fue internada allí junto a su hija pequeña, Geraldine. Poco después, se vio obligada a entregar a su hija en adopción, una práctica sistemática denunciada por el propio Estado irlandés en 2021, que concluyó que en estos hogares se practicaban “adopciones forzadas” y se trataba a las mujeres como “pecadoras”. Geraldine tenía apenas cuatro años cuando fue separada de su madre. El convento decidió su destino sin mediar consentimiento genuino, marcando el inicio de una búsqueda que se prolongaría durante 57 años. Mary, tras abandonar Irlanda, se instaló en Inglaterra, donde intentó reconstruir su vida. Se formó como enfermera en Bolton, cerca de Manchester, y en 1956 contrajo matrimonio con Peter Wills, con quien tuvo tres hijos: entre ellos Trish y June. Desde niñas, ambas supieron que tenían una hermana mayor, pero los detalles eran escasos, fragmentarios y dolorosamente vagos. Ni siquiera sabían en qué parte del mundo se encontraba Geraldine. La historia de su nacimiento, su separación y su adopción fue un tabú familiar que persistió incluso después de la muerte de Mary, en 2011, a causa de un cáncer de hígado. June, Geraldine y Trish se reúnen en el Hotel Castle, Taunton Durante décadas, Trish y June buscaron respuestas sin éxito. Hasta que, en diciembre de 2023, un gesto navideño aparentemente trivial desencadenó un descubrimiento inesperado. Trish regaló a su hija Laura, de 34 años, una prueba de ADN del sitio Ancestry. El resultado fue negativo al principio, pero semanas después, en abril de 2024, Laura recibió una notificación de coincidencia genética inequívoca: Geraldine había subido sus propios datos a la misma plataforma y el sistema identificó el vínculo biológico. El hallazgo se produjo el 1 de abril, fecha que hizo pensar a todas que se trataba de una broma del Día de los Inocentes. “Pensé que Laura me estaba gastando el Día de los Inocentes; resultó que Geri también pensó lo mismo”, recordó Trish, escritora residente en Somerset. A través de un primer correo electrónico, Laura confirmó a Geraldine que el mensaje era real. Después de casi seis décadas, las piezas dispersas de una familia rota comenzaron a recomponerse. Las tres hermanas organizaron una videollamada y, según contaron, la conexión fue inmediata. Se reconocieron en los gestos, en la risa, en los rasgos físicos. “Ella, June y yo tenemos la misma risa, y no puedo creer lo parecidas que nos vemos”, señaló Trish. Dos semanas más tarde, finalmente se conocieron en persona en Somerset, donde Geraldine viajó para reunirse con las dos mujeres que durante tanto tiempo la habían buscado. La emoción fue tan intensa como liberadora. “Sentimos que mamá está con nosotras ahora y esto es lo que ella hubiera querido. Tener a Geri en mi vida es algo que siempre deseé”, expresó Trish. Geraldine visita la tumba de Mary por primera vez El reencuentro trajo consigo un torrente de emociones, pero también reveló verdades largamente ocultas. Por primera vez, Geraldine tuvo acceso a la historia de su madre biológica. Trish y June descubrieron, a su vez, que Mary había sido víctima directa del sistema coercitivo de Bessborough, un hogar cuya historia está marcada por abusos documentados, muertes encubiertas y políticas que separaron a miles de madres de sus hijos. Las tres hermanas supieron que su madre no había entregado a Geraldine por voluntad propia, sino como resultado de una estructura institucional que castigaba la maternidad fuera del matrimonio con el exilio, el silencio y la pérdida. Este nuevo conocimiento profundizó el vínculo entre las hermanas. “La llevamos a la tumba de mamá, lo cual fue muy emotivo”, contó Trish. Allí, juntas, rindieron homenaje a Mary, cerrando simbólicamente el ciclo de una historia familiar fragmentada. El reencuentro no solo selló una búsqueda largamente postergada, sino que también permitió comenzar un nuevo capítulo. Las hermanas planean viajar a Irlanda para recorrer los lugares donde Mary pasó sus primeros años, en un intento de recuperar la memoria familiar desde sus raíces. “Este es el comienzo de crear recuerdos juntas ahora”, dijo Trish con convicción. Mientras Bessborough permanece como símbolo del trauma silenciado de miles de mujeres irlandesas, la historia de Geraldine, Trish y June ofrece una mirada íntima sobre las consecuencias personales de esas políticas. Su reencuentro no repara las heridas del pasado, pero ofrece algo que les fue negado durante años: la posibilidad de saberse hermanas. No por documento, ni por casualidad, sino por historia compartida, por búsqueda persistente y por un vínculo que logró sobrevivir al olvido.

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