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» Diario Cordoba
Fecha: 16/05/2025 00:33
El cambio climático está intensificando y haciendo más frecuentes eventos extremos como las inundaciones y, al mismo tiempo, acelera también las grandes sequías. Aunque a menudo la sociedad mira hacia la atmósfera para buscar explicaciones a estos fenómenos, lo cierto es que gran parte de su origen reside en el mismo suelo que pisamos. Su salud se degrada y, de este modo, favorece tanto la aridez como las avenidas de agua. Un informe elaborado por ‘Save the Soil’, un movimiento mundial que trabaja por la preservación del suelo, recuerda que un suelo sano y vivo es esencial para el ciclo del agua, puesto que absorbe, almacena y filtra el agua, favoreciendo los acuíferos subterráneos y superficiales, además de retener la tierra y conservar los cultivos. En cambio, “cuando los suelos se degradan, se produce una menor infiltración, un aumento de la temperatura de la superficie terrestre, una mayor pérdida de humedad del suelo, debido a una evapotranspiración acelerada, y caída de los niveles de las aguas subterráneas, con una menor recarga de las aguas superficiales”. Dado que los suelos agotados también absorben menos agua, generan un mayor riesgo de inundaciones Todo ello aumenta el riesgo de sequía, pero, dado que los suelos agotados también absorben menos agua, generan un mayor riesgo de inundaciones. De modo que la salud del suelo puede causar las dos caras de la misma moneda, una total falta de agua o un perjudicial exceso de la misma. “Los suelos sanos y vivos funcionan como esponjas naturales, absorbiendo, almacenando y filtrando agua”, recuerda el informe. Sin embargo, hay prácticas que están castigando la superficie terrestre: “Prácticas agrícolas insostenibles, uso de maquinaria pesada, pastoreo extensivo de ganado y actividades humanas que contaminan el suelo, poniendo en peligro su biodiversidad y agotando su materia orgánica”, añade. La tierra con abundante materia orgánica infiltra el agua y favorece los cultivos / Agencias Las estadísticas están demostrando que cada vez llueve menos y que, cuando ello sucede, es de forma torrencial. En 2024, el número de meses con precipitaciones históricamente bajas en el mundo aumentó un 38% en comparación con el promedio de 1995-2005, mientras que los casos de precipitaciones extremas en 24 horas aumentaron un 52%. Un ejemplo de estas últimas fue la DANA de Valencia de finales de ese año, con un gran número de fallecidos y pérdidas económicas. Fue solo uno de tantos casos en el planeta, pues sucesos como ese causaron 87.000 muertos en total. Cómo preservar el suelo Según el informe de ‘Save the Soil’, la clave para mitigar las crisis hídricas a través del suelo reside en restaurar y mantener un suelo sano y vivo, donde la materia orgánica desempeña un papel fundamental. La materia orgánica, compuesta por residuos vegetales y animales descompuestos, actúa como elemento vital de un suelo sano y vivo, mejorando significativamente su capacidad de absorber, infiltrar y retener agua. Componentes de un suelo sano / Agencias “La materia orgánica ayuda a mejorar la estructura del suelo al unir sus partículas, creando agregados estables y una red de poros. Estos poros actúan como canales para la infiltración del agua, favoreciendo la recarga de las aguas subterráneas y superficiales, y como espacios de almacenamiento para retenerla durante períodos más prolongados, poniéndola a disposición de las plantas incluso durante períodos secos”, señala el documento. “Los organismos vivos del suelo, como las lombrices de tierra y los microbios, contribuyen aún más a este proceso creando macroporos y estabilizando los microporos, aumentando así la capacidad general del suelo para retener agua”, añade. El papel clave de la materia orgánica del suelo La materia orgánica del suelo desempeña un papel crucial en la mejora de la resiliencia a la sequía de dos maneras principales: tiene la capacidad de retener hasta diez veces su peso en agua y sirve de alimento a microorganismos (como bacterias y hongos) que contribuyen al desarrollo de la estructura del suelo. Este proceso también favorece la macrofauna, como las lombrices de tierra, que crean poros más grandes en el suelo, permitiendo que el exceso de agua se filtre a través de la superficie y recargue las aguas subterráneas y superficiales en lugar de acumularse en la superficie. Esto reduce el riesgo de erosión y minimiza los daños a los ecosistemas acuáticos. En resumen, la materia orgánica del suelo mejora la capacidad de retención de agua del suelo y facilita la infiltración eficiente del agua, asegurando que las plantas reciban suficiente agua durante los períodos secos al liberar lentamente el agua almacenada, actuando eficazmente como un ‘banco de agua’. Junto a la potenciación de la materia orgánica, es importante la labranza reducida, lo que minimiza la alteración del suelo. También es aconsejable realizar cultivos de cobertura, es decir, plantar cultivos (generalmente de rápido crecimiento y sin mantenimiento) para cubrir el suelo entre los períodos de producción del cultivo principal. Estos cultivos ‘secundarios’ protegen, enriquecen y restauran el suelo, y cuando se siegan y se dejan en el suelo funcionan como mantillo, protegiendo el terreno.
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