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Parana » ER 24
Fecha: 14/05/2025 05:10
¿Qué hacía un juez civil resolviendo una causa penal sensible? Era porque el juez natural no podía. Porque su esposa —la fiscal— fue designada a dedo en 2013, nunca concursó y sigue ahí, firme, cobrando un sueldo millonario. Porque en Victoria, Entre Ríos, los conflictos de intereses no se resuelven: se naturalizan. Era porque el juez civil Francisco Márquez Chada, designado interinamente en 2017 con apenas 27 años, logró colarse en la terna después de quedar séptimo en el concurso. Mejoró su posición con la entrevista personal —ese atajo discrecional que habilita cualquier acomodo— y terminó tercero. Bordet rompió la tradición de respetar el orden de mérito y lo eligió igual. Era eso, porque no importaba que no supiera derecho penal. Era porque las causas por violencia de género no podían ser llevadas por el juez que correspondía. Y porque nadie quiso enfrentar el escándalo de una fiscalía colonizada por vínculos familiares. Así que vinieron los parches: el juez civil, el juez de familia, el que esté. Total, ¿qué tan difícil puede ser decidir sobre la vida de una mujer? Era porque la fiscal Flavia Villanueva hace 13 años que ocupa un cargo sin haber concursado jamás. Porque el coordinador Gamal Taleb la sostiene, protege y justifica. Porque la Oficina de Gestión de Audiencias (OGA) hace de operador político, tapando lo que no se quiere ver: que en Victoria no hay justicia, hay acomodos. Era porque el femicida Diego Albornoz tenía condena condicional por una lista espantosa de delitos. Y a pesar de incumplirla, nadie pidió revocarla. Era porque a veces el sistema actúa con celeridad furiosa, y otras veces —como esta— se queda cómodo mirando hacia otro lado. Era porque en Victoria no hay juez de garantías. Hay reemplazos improvisados. No hay fiscales confiables. Hay cargos perpetuados. No hay justicia para las víctimas. Hay una estructura diseñada para no incomodar a nadie. Era eso. Y por eso Soledad Andino está muerta.
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