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  • ¿Invasión de autos chinos en Argentina? El impacto de la producción de BYD en Brasil

    » Comercio y Justicia

    Fecha: 13/05/2025 08:25

    Por Javier De Pascuale A partir de junio próximo, es decir poco más de veinte días, la automotriz china BYD comenzará a producir su modelo Dolphin Mini en la planta de Camaçari, Bahía, Brasil, en la exfábrica de Ford adquirida por la compañía. Con una inversión de 5.000 millones de reales (aproximadamente 870 millones de dólares), esta planta tendrá una capacidad inicial de 150.000 unidades anuales, con planes de alcanzar las 300.000 para 2028. El Dolphin Mini, un hatchback eléctrico compacto, se posiciona como el vehículo eléctrico más vendido en Brasil y promete precios competitivos, con un valor estimado de producción en torno a los 6.500 dólares. Gracias a los beneficios arancelarios del Mercosur, que permiten a los autos fabricados en Brasil ingresar a Argentina sin el 35% de arancel extrazona, este modelo podría llegar al mercado argentino a precios que desafíen a la industria local. Movimiento que plantea un interrogante clave: ¿está Argentina ante el riesgo de una invasión de autos chinos en los próximos años? BYD y su estrategia regional BYD, líder mundial en ventas de vehículos eléctricos en 2023, convirtió a Brasil en su principal mercado internacional, con 76.713 unidades vendidas en 2024, un impresionante crecimiento del 327% respecto al año anterior. La planta de Camaçari, primera plataforma productiva masiva de la firma fuera de China, no sólo producirá el Dolphin Mini, sino también modelos como el Song Pro (un SUV híbrido enchufable adaptado a etanol) y planea desarrollar dos vehículos exclusivos para el mercado brasileño, incluyendo una pick-up compacta apodada “Baby Shark”. Según Stella Li, vicepresidenta global de BYD, 10% de la producción se exportará a países del Mercosur, con Argentina como destino prioritario. Es decir 15 mil vehículos en el plan inicial, trepando rápidamente a los 30 mil. La ausencia de aranceles para los autos fabricados en Brasil, sumada a los costos de producción altamente competitivos de BYD, podría traducirse en precios imbatibles en Argentina, donde los vehículos eléctricos aún son prohibitivos debido a los altos impuestos y la falta de infraestructura de carga. Incluso serían precios inexpugnables también para autos a combustión. Argentina, un mercado vulnerable El mercado automotor argentino, que en 2024 registró unos 350.000 patentamientos, está dominado por marcas tradicionales como Fiat, Toyota y Volkswagen, muchas de las cuales producen localmente o en Brasil. Sin embargo, la industria local enfrenta desafíos estructurales: alta presión impositiva, costos logísticos y laborales elevados y una alta dependencia de importaciones que encarecen los componentes, su montaje y la distribución de productos. La apertura comercial impulsada por el gobierno de Javier Milei, que incluye la eliminación de restricciones cambiarias y una reducción de aranceles para vehículos eléctricos (hasta 50.000 unidades anuales), de hecho abrió la puerta a marcas chinas como BYD, Chery y Great Wall. Hace pocos días, el gobierno argentino confirmó la llegada de los primeros 1.300 autos de BYD, un indicio de la agresiva estrategia de expansión de la marca. El Dolphin Mini, hasta el momento con un precio estimado en Brasil de poco más de 10 mil dólares ya que es de origen chino, pero con un costo previsto de menos de 7.000 dólares bajo el régimen de producción local, podría llegar a la Argentina a un valor cercano a los 11.000 ó 12.000 dólares tras impuestos internos, compitiendo directamente con modelos de entrada como el Fiat Mobi o el Renault Kwid, que no bajan de 15.000 dólares. Este precio, unido a las exenciones fiscales para eléctricos en varias provincias y la creciente demanda de vehículos eficientes ante el alto costo del combustible, representa una verdadera amenaza para los fabricantes locales, que difícilmente pueden igualar los costos de producción chinos. Quizás el único obstáculo que puede encontrar la estrategia comercial de BYD en la Argentina podría ser la deficiente infraestructura de recarga de vehículos eléctricos distribuida por el país. ¿Una amenaza para la industria local? La radicación de BYD en Brasil preocupa a la Asociación de Fábricas de Automotores (Adefa), que ve en la producción china una potencial “invasión” que podría erosionar la competitividad de las terminales argentinas. Según un análisis del sector, la ampliación del acuerdo de Flex con Brasil, que facilita el comercio automotor bilateral, y la llegada de fábricas chinas al país vecino podrían desplazar a las marcas tradicionales en un plazo de cinco años. Chery, que ya produce en Brasil, y Great Wall, con una planta en Iracemápolis, también se benefician de los aranceles preferenciales del Mercosur, sumando presión al mercado argentino. Es la razón por la cual algunas marcas tradicionales ya están buscando o sellando directamente acuerdos con marcas chinas, como es el caso de Renault con Geely. Además, la estrategia de BYD no se limita a precios bajos. La marca está invirtiendo en infraestructura de carga y en el desarrollo de modelos adaptados a las preferencias latinoamericanas, como el uso de etanol, un combustible clave en Brasil, ya que es 22% más barato que el combustible líquido equivalente. Esto contrasta con la lenta transición de las automotrices locales hacia la electrificación, limitada por la falta de incentivos y la dependencia de motores de combustión. La producción local de BYD, que incorporará 25% de componentes brasileños a partir de 2025, también podría atraer a proveedores chinos a la región, consolidando una cadena de valor difícil de igualar hacia el futuro próximo. Oportunidades y desafíos Si bien la llegada de autos chinos accesibles puede beneficiar a los consumidores cordobeses o argentinos, con opciones más económicas y sostenibles, también plantea riesgos. La pérdida de empleos en la industria automotriz local, que emplea a más de 60.000 personas, es una preocupación real. Por otro lado, el camino del país hacia la electrificación podría acelerarse con la entrada de BYD, forzando a las automotrices tradicionales a innovar. El gobierno nacional seguramente deberá balancear la apertura comercial con políticas que protejan la industria local, como incentivos a la producción de vehículos eléctricos en el país. Finalmente, está claro que la producción de BYD en Camaçari marca un punto de inflexión para el mercado automotor del Mercosur. Con precios competitivos, tecnología avanzada y una estrategia regional agresiva, los autos chinos, liderados por el Dolphin Mini, podrían transformar el panorama automotriz argentino en los próximos años. Lo que aparece como una buena noticia para los compradores, podría ser un desafío existencial para la industria. La pregunta no es si los autos chinos llegarán, sino cómo el país se prepara para esta nueva realidad.

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