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» Comercio y Justicia
Fecha: 13/05/2025 08:24
P or Luz Saint Phat / [email protected] El dato corresponde a América Latina, según el relevamiento efectuado por Sapien Labs. La información fue destacada en un análisis de la consultora Statista Un dato alarmante sobre la situación de la salud mental de la población jóven de América Latina se desprende del informe “El Estado Mental del Mundo en 2024“, de Sapien Labs, el cual fue destacado también recientemente por la consultora Statista en su sección de Daily Data. Con precisión, la información señala que cuatro de cada diez jóvenes (44%), de 18 a 24 años, de esta región del mundo, experimenta con frecuencia sentimientos de angustia, tristeza y/o desesperanza. En Argentina, particularmente, el porcentaje se ubica en 42,3 %, por debajo del promedio regional y también bastante por debajo del porcentaje de Chile (49,1%), país que lidera el preocupante listado en estas latitudes. En la lectura realizada por Statista, se observa que el reporte señala que “en todas las regiones del mundo, los adultos mayores se sienten relativamente bien, mientras que las generaciones más jóvenes tienen dificultades. La única diferencia entre países es el grado de deterioro de la salud de la mente de las generaciones más jóvenes”. De hecho, globalmente, más de un tercio de los adultos jóvenes (18-34 años) “presentan síntomas que incluyen pensamientos no deseados, extraños y obsesivos, y también una sensación de distanciamiento de la realidad”. En esta línea, el documento asegura que las causas de esta problemática denominada, “deterioro generacional”, “son multivariadas y están interconectadas”, como los smartphones, “una cultura cada vez más desvinculada socialmente” y “exposiciones ambientales y químicas”. El reporte también observa que, en conjunto, el deterioro de las generaciones más jóvenes ocurre en todos los países, “independientemente de los niveles de gasto en investigación en salud mental y acceso a cuidados”. Las generaciones más jóvenes “viven en contextos de lazos familiares más débiles, menos amistades cercanas con las que se pueda contar en la vida real”, aseguró. Factores ambientales Claramente, en la explicación del reporte, el uso excesivo de pantallas es una de las claves para comprender lo que sucede. “El ser dueño de un smartphone durante la infancia y la adolescencia altera el sueño, aumenta el riesgo de exposición a contenidos nocivos en línea como el ciberacoso y material explícito y distorsiona el desarrollo de la cognición social que requiere la interpretación de las expresiones faciales, el lenguaje corporal y la dinámica de grupo”, aseguran los especialistas, según destacó la nota de prensa de Statista. Por otro lado, la alimentación y la alteración del medio ambiente son factores centrales en la forma de vida de estas nuevas generaciones. En este sentido, el estudio asegura que las personas que consumen regularmente alimentos ultraprocesados tienen tres veces más probabilidades de estar angustiadas o sufrir trastornos mentales en comparación con quienes consumen raramente estos alimentos. En tanto, “las toxinas ambientales como los pesticidas, los metales pesados y los microplásticos, que están cada vez más presentes en muchos alimentos y bebidas, así como en el agua potable, y se acumulan en el cuerpo y el cerebro”. El informe asegura que “los estudios han relacionado estas toxinas con problemas de desarrollo neurológico y de salud mental, con niveles crecientes de exposición en las generaciones más jóvenes durante etapas críticas del desarrollo que las hacen especialmente vulnerables al impacto tóxico”. Gasto en salud mental En relación a las acciones que permitirían revertir la situación, el reporte enfatiza en que durante los últimos años -en general- los países con mejores ingresos per cápita han incrementando su inversión en programas de diagnóstico y prevención de los trastornos mentales, aunque los esfuerzos no parecen estar direccionados correctamente, ya que no se abordan las causas fundacionales de este tipo de trastornos “No podemos aceptar un futuro en el que la humanidad ya no sea capaz de manejarse en la vida y funcionar de forma productiva; un futuro en el que se ponga en peligro la capacidad de mantener los sistemas esenciales de una sociedad que funciona y en el que la violencia sea cada vez más habitual”, aseguró el documento. “Si queremos revertir esta alarmante tendencia, la investigación debe reorientarse hacia una mayor comprensión de las causas fundamentales, y debemos tomar medidas preventivas audaces que utilicen este conocimiento de manera eficaz”, enfatizó.
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