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» Misionesparatodos
Fecha: 13/05/2025 01:12
En algunos casos, son construcciones políticas ficcionales que usa para justificar sus actos. En otros, son simplemente mundos imaginarios producto de sus derivas mesiánicas. “Francisco era mileísta”. Lo que veía del papa Francisco desde que es Presidente forma parte de esas construcciones ficticias con las que cree engañar a sus audiencias, pero él sabe que no son ciertas. Porque hasta llegar a la Casa Rosada siempre había visto a Jorge Bergoglio como un “imbécil”, “impresentable” que “impulsa el comunismo”, “parado del lado del mal”, que viola los Diez Mandamientos al defender la justicia social “que es como avalar el robo”, con “una gran afinidad con dictadores” y “el representante del Maligno en la Tierra ocupando el trono de la casa de Dios”. Que es lo que decía a los gritos en los programas de televisión y repetía ante periodistas extranjeros como Tucker Carlson. Luego, ya siendo Presidente, visitó a Francisco, le dijo que se había equivocado y le pidió disculpas. Como si hubiera errado al decir que Bergoglio era franciscano en lugar de jesuita: un equívoco menor solucionable con un apretón de manos. Francisco, que además de su tendencia pastoral a poner la otra mejilla también era un líder político, aceptó las disculpas sin más. Esta semana, Milei aportó un elemento adicional a esa construcción imaginaria de su relación con el Vaticano, al asegurar que el Papa argentino “era mileísta” por haber intentado poner en orden las cuentas de la Iglesia: “Bajó gastos a lo loco, era un ortodoxo recalcitrante, le dio a la motosierra como loco”. En la misma línea ficcional, recibió al sucesor de Francisco, el papa León XIV. Subió a las redes una imagen del nuevo pontífice, pero con la cara de un león y escribió: “Las Fuerzas del Cielo han dado su veredicto de modo claro. No más palabras señor juez. Fin”. El comunicado del Gobierno elogió así al excardenal Robert Prevost: “En tiempos de confusión, fragmentación y desafíos globales, su liderazgo representa una luz que guía, un faro que orienta y un testimonio viviente de fe, razón y caridad para los fieles católicos, pero también, para todo el mundo.” Nada de eso cree Milei. “El PRO volteó Ficha Limpia”. Al igual que Francisco, este Papa es partidario de lo que el jefe de Estado traduciría como la encarnación del Mal. La defensa de una “justicia social” sustentada en que los que más tienen estarían obligados (impuestos de por medio) a dar una parte de su dinero a los que menos poseen. Conocedor profundo de la realidad latinoamericana, Prevost explicitó siempre su vocación en favor de los más necesitados, ya se tratara de quienes él consideraba injustamente reprimidos en Perú, los inmigrantes echados de su Estados Unidos natal o los humildes a los que maltrató el vicepresidente estadounidense James Vance. El “León” que eligió para definir el nombre de su pontificado no es el león libertario, sino el del papa León XIII, autor de la célebre encíclica Rerum Novarum, “Sobre la situación de los obreros”. Un texto de 1891 considerado el origen de la Doctrina Social de la Iglesia. La antítesis filosófica de la Escuela Austríaca, que defiende el interés individual por sobre cualquier voluntad colectiva. Aunque ahora, para el Milei políticamente correcto de cara al Vaticano, a Francisco y León se los pueda considerar mileístas. A esos universos paralelos sobre los que el libertario construye sus relatos racionales (aquellos en los que no cree, pero son parte de una estrategia política), esta semana se le sumó uno más. Uno que dice así: él siempre quiso avanzar con la sanción de la ley de Ficha Limpia, pero la casta se lo impidió. Esta vez fue por culpa del PRO, que quiso apurar su aprobación en el Senado sabiendo que no contaban con los votos suficientes. No importa que su propio jefe de Gabinete haya aclarado que sí contaban con los votos; o que Carlos Rovira, jefe político de los dos senadores misioneros que a último momento retiraron su apoyo a la iniciativa, reconociera que fue el mismo Milei quien le pidió que lo hicieran. En un mundo de verdades alternativas, lo que importa es que los universos alternativos generados desde la política se defiendan como si fueran ciertos, con comunicadores que los repitan sin contrastar con la realidad. Después están los otros universos imaginarios que aparecen en Milei. Aquellos que ya no están guiados por racionales políticos sino por creencias mesiánicas. Los primeros los asume sin creer en ellos. Son en los segundos en los que vuelca sus convicciones más profundas. Revelaciones mesiánicas. Su combate íntimo con la Escuela Vaticana está vinculado con su intento por destruir al partido fundado por Macri. En ese imaginario que construyó en su cabeza y en el que se ve como enviado de Dios para acabar con el Maligno, Milei entiende que el Mal está encarnado en aquellos que defienden cualquier tipo de “robo” estatal (como los Papas del “pobrismo”) y en los tibios que son funcionales a ellos (como los “ñoños republicanos” de Macri). Así como su lógica política lo lleva a construir escenarios alternativos funcionales a su relato, su costado mesiánico lo lleva a universos paralelos en los que él y su hermana se sienten encomendados para ejecutar una misión divina. En este sentido, el nuevo libro de Juan Luis González, el biógrafo no autorizado de Milei, resulta una inmersión descarnada a ese mundo místico. Y da un poco de miedo. En Las Fuerzas del Cielo. Secretos, confesiones y peligros de la primera presidencia mesiánica (Editorial Planeta), el periodista de la revista Noticias devela el origen y los efectos de su esoterismo en el manejo cotidiano de la gestión. A través de entrevistas con el entorno mesiánico de los hermanos (hechiceros y “comunicadores interespecies”), textos personales del propio Milei y las presentaciones de Karina para mostrar sus poderes sobrenaturales (contactos con el más allá, vidas pasadas, “canalizaciones angelicales”, etc.), entre escenas místicas que incluyen a Luis y Santiago Caputo, entre otros; el periodista explica que si no se considera ese costado presidencial es imposible comprender a su administración. Una mezcla peligrosa. Por ejemplo, en los textos personales de Milei que se revelan en el libro, queda en claro por qué el tema de los perros es un secreto de Estado que llevó a que se prohibiera la difusión de datos sobre ellos a través del sistema público de Acceso a la Información. El Presidente describe allí las capacidades de cada uno de sus perros en materias complejas como la economía, la psicología, la filosofía y hasta la posibilidad de conocer el futuro; o cuenta las veces que vio resucitar a Cristo, o lo que habla con Conan, que falleció en 2017 y él dice que sigue vivo. Milei, convencido por su brujo de que en otra vida fue un gladiador y Conan un león, hizo coincidir en su cabeza la misión que le dio el “Uno” con la misión libertaria de que el Mal es el Estado y quienes lo defienden. A la novedad de que un anarcocapitalista llegara al poder en un país por vías democráticas, se agrega que ese líder se cree un enviado de Dios que considera que su hermana es la encarnación de Moisés. Esta es la Argentina de Javier Milei. Aquí, cada vez parece más difícil diferenciar qué relatos forman parte de la realidad y cuáles descienden de sus dos universos paralelos, el construido desde el pragmatismo político y el devenido de sus laberintos psicológicos. Pero es de esa mezcla de universos imaginarios y extremismo ideológico de la que emergen, semana a semana, los hechos más preocupantes de este Gobierno. Por Gustavo González- Perfil
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