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» Diario Cordoba
Fecha: 12/05/2025 13:39
Estados Unidos y China han sellado una tregua de 90 días en su guerra comercial, un acuerdo que, sin ser ni mucho menos una solución definitiva es más de lo esperado, ha extendido la sensación de alivio más allá de las dos superpotencias y rebaja los miedos a una recesión global. Según el pacto, alcanzado tras dos días de intensas reuniones en Ginebra, Washington rebaja del 145 al 30% los aranceles que impone a las importaciones chinas (el 10% que impone a todas las importaciones globales además de un 20% que impuso al gigante asiático acusándole de no combatir el tráfico de fentanilo). Mientras, Pekín baja los gravámenes que había ido imponiendo en respuesta a los de Trump desde el 125 que habían alcanzado hasta el 10%. En la Casa Blanca, antes de iniciar un viaje a Oriente Medio, el presidente estadounidense, Donald Trump, ha definido este lunes el pacto como un gran éxito de EEUU. Muchos analistas, no obstante, consideran que China es la mayor triunfadora, pues ha logrado frenar de momento la andanada de Trump sin tener que hacer grandes concesiones concretas significativas, aunque sí ha aceptado cancelar o suspender algunas de las barreras no arancelarias, lo que podría suponer por ejemplo relajar las restricciones a exportaciones de minerales críticos. “Hemos logrado un reseteo total”, ha asegurado hiperbólico Trump, que también ha realizado la cuestionable afirmación de que "China ha estado de acuerdo en abrir completamente su mercado”, luego matizada por él mismo al reconocer que ese será el objetivo de las negociaciones en los próximos tres meses. “Será maravilloso para ellos y para nosotros, también para la paz”, ha dicho el republicano, que ha anunciado su intención de hablar con su homólogo Xi Jinping “posiblemente antes de finales de esta semana” y ha insistido en que la relación entre ambos países es “muy amistosa”. “No queremos hacer daño a China”, ha dicho Trump, que ha anunciado que incluso si en los próximos tres meses las dos naciones no alcanzan un acuerdo definitivo que permita a EEUU reducir el déficit comercial, los aranceles estadounidenses no volverán al 145%, pero quedarán “sustancialmente” por encima del 30%. Las importaciones chinas se ven ya afectadas también por aranceles impuestos por Trump a importaciones de acero, aluminio o vehículos, así como por algunos gravámenes específicos a productos que se impusieron o en su primer mandato o en el de Joe Biden. "Comunicación, cooperación y respeto" Que las dos naciones hayan logrado el acercamiento en Ginebra ha sido una sorpresa, pero según el escueto comunicado conjunto emitido ha sido fruto del “espíritu compartido de apertura, comunicación continua, cooperación y respeto mutuos”. Y en unas declaraciones Scott Bessent, secretario del Tesoro, que ha dirigido la representación estadounidense en las negociaciones, ha hablado de otro punto de conexión: “Estamos de acuerdo en que no deseamos el desacoplamiento económico”, ha asegurado. “Hemos tenido discusiones muy sólidas y productivas sobre los pasos siguientes sobre el fentanilo”, ha añadido Bessent, citando la justificación elegida por Trump para su segunda guerra comercial. China sostiene que ya hace todo lo que puede, que es la demanda creada por la industria farmacéutica estadounidense la causa del problema y, frente a las acusaciones de Trump, recuerda que Biden aplaudió sus esfuerzos. Semanas atrás se supo que Washington exigió a China la publicación de la campaña contra el fentanilo en su prensa oficial y otras medidas que Pekín consideró como arrogantes porque le imponía cómo hacer las cosas. “Este movimiento es bueno para los dos países y para el interés del mundo”, ha considerado el Ministerio de Comercio chino. Ha indicado que espera que Washington “corrija su errónea práctica de imponer aranceles unilaterales”. Las negociaciones En Suiza aterrizaron Bessent y He Lifeng, viceprimer ministro y jefe negociador de asuntos comerciales. Ocuparon el fin de semana reunidos con sus equipos a puerta cerrada y en la tarde del domingo revelaron sus buenas vibraciones. Bessent habló de “progresos sustanciales” mientras He aludió a “un primer paso importante”. “Muchos asuntos se han discutido y muchos acuerdos se han alcanzado. Un reinicio total negociado de forma amistosa pero constructiva”, añadió en su red social Donald Trump, presidente estadounidense. Los detalles se pospusieron hasta esta mañana para que las bolsas globales los saludaran con rotundas alzas. Washington y Pekín habían alertado en las vísperas contra las expectativas desproporcionadas. La primera buscaba la imprescindible “desescalada” que posibilitase la negociación futura; la segunda, algo de respeto y enterarse de qué quiere en concreto Trump y qué está dispuesto a conceder. Un recorte del 50% de los aranceles, juzgaban los analistas, se antojaba ya como un logro tremendo. El pactado del 115% sorprende a los más optimistas pero no soluciona los desencuentros de fondo. Es seguro que emergerán durante los tres próximos meses que se han concedido para acercar sus posturas. Pero el freno a la deriva hostil, arancelaria y verbal, alisa el camino diplomático. En este sosiego es previsible que Trump y Xi Jinping, su homólogo chino, recuperen esa vieja y sincera amistad que reclama el primero, sobre todo si se produce la llamada mencionada como posibilidad por Trump. No han hablado desde vísperas de la investidura del republicano y no ha atendido Xi a sus ruegos de que le llamara para desatascar la guerra comercial. Hu Xijin, célebre comentarista y exdirector del diario 'Global Times', explicó el acuerdo desde la lucha corajuda y se felicitaba este lunes de que China no haya cedido “ni una pulgada en sus principios”. No es exacto: había exigido Pekín la retirada de los aranceles antes de sentarse. También hubo concesiones en el otro bando, que acudió a Ginebra con la solicitud formal de negociaciones chinas que anhelaba para escenificar la victoria de sus presiones. Xinhua, la agencia oficial, recomendaba esta mañana a Washington que apreciara la benevolencia y paciencia chinas. También le advertía de que no son infinitas y de que no se permitirán “a los que quieren reprimir y chantajear a China”. Es un signo más de las piedras que esperan en los tres próximos meses.
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