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  • Milei avanza en las provincias, pero de a poco

    Parana » AnalisisDigital

    Fecha: 12/05/2025 11:22

    Por Claudio Jacquelín (*) Aunque todo depende del vaso que se mire y de la mitad que se privilegie para sacar conclusiones sobre la primera ronda de elecciones provinciales del año, lo cierto es que para el Gobierno fue todo ganancia si se compara con iguales comicios de 2023. A pesar de que las listas libertarias fueron derrotadas en tres de las cuatro contiendas de ayer. El oficialismo libertario empezó a hacer pie en territorios donde solo la figura de Javier Milei había penetrado con éxito en las elecciones presidenciales de hace dos años, al margen del ranking de ganadores y perdedores por número total de votos en cada distrito. Más aún, en la mayoría de las provincias en las que se votó ayer ni siquiera había tenido listas locales. La Libertad Avanza logró, así, progresar en tres de las cuatro provincias en las que se votó. Aunque va de a poco, sin el estrépito y la disrupción del propio Milei en las presidenciales. En este escenario, uno de los resultados más resonantes es el batacazo en la capital salteña, aunque en el plano provincial el mileísmo haya sido finalmente derrotado. El fenómeno unipersonal de hace dos años empieza a tener un carácter más plural con visos de fuerza nacional y arraigos provinciales. Esa es la parte del vaso que Milei y los suyos ven y muestran llena, para salir anoche a brindar hasta embriagarse. Para reivindicar a la hermanísima Karina en su rol de armadora política, contra los consejos del supergurú Santiago Caputo. Lo hizo anoche en X el propio Presidente, reivindicándola como el único “jefe”. Y para maltratar, aún más, a sus contradictores. Se aconseja beber con moderación. Ningún triunfo está asegurado ni las diferencias internas se han saldado. Las proyecciones (ahora como en 2023, aunque en sentido contrario) pueden resultar engañosas. Para las elecciones nacionales de octubre todavía falta mucho. Pero los indicios no deben ni pueden ser eludidos. Y estos han sido innegablemente positivos para los libertarios. Así como negativos para el PJ y los macristas. Los opositores, por su parte, podrán decir, con una buena cuota de razón, que las franquicias locales de LLA todavía están lejos de lograr la performance que obtuvo hace dos años el titular de la compañía, a título individual, cuando en el balotaje presidencial Milei se impuso con porcentajes aún superiores al promedio nacional del 56% en tres provincias (Jujuy, Salta y San Luis) de las cuatro en las que ayer hubo comicios para elegir legisladores provinciales y concejales. La curiosidad mayor estuvo en Chaco, la única de estas provincias donde el libertario fue derrotado por Sergio Massa el 19 de noviembre de 2023. Ayer, el oficialismo nacional pudo festejar un triunfo, aunque como furgón de cola del radicalismo, que es el oficialismo provincial. No es un dato menor que esa sociedad se haya concretado merced a las urgencias del erario chaqueño y a la discrecional distribución de los recursos nacionales que hace la administración mileísta. Palo y zanahoria con los que se relaciona con los gobernadores según se comporten en el Congreso los legisladores nacionales que les responden. Un crédito para pagar sueldos otorgado al gobernador Leandro Zdero días antes del cierre de listas fue la llave para que se concretara esta singular alianza contra natura entre herederos de otro Leandro (Alem) y de Murray Rothbard, en la que los libertarios obligaron a dejar afuera a los macristas. Billetera nacional mata alianzas locales. Ausentismo récord La otra conclusión irrefutable y muy inquietante para el sistema democrático es que en las cuatro provincias hubo récord de caída de participación, como ya había ocurrido en las elecciones para convencionales de Santa Fe, hace un mes. La comparación resulta negativa no solo con las elecciones de 2023, en las que se elegían cargos ejecutivos y siempre generan mayor asistencia, sino que también hubo menor participación que en las legislativas provinciales de 2021, cuando aún estaban vigentes restricciones y secuelas de la pandemia y la cuarentena del Covid-19. En casi todas, la caída supera los seis puntos. Ayer cuatro de cada diez electores no concurrieron a las urnas aunque en toda la Argentina el voto sigue siendo obligatorio. Los números indican que la ola de caída de compromiso y hasta de regresión democrática que afecta a todo el mundo no se ha revertido en la Argentina con la llegada al poder de un nuevo espacio salido de la periferia de la política, encabezado por quien se jactaba de ser un outsider que venía a renovar la dirigencia y terminar con la vieja geografía del poder. Otro llamado de atención, al que la dirigencia no parece encontrarle solución. Si es que lo escucha. En esa desafección se combina, según los observadores de cada provincia, una dosis de enojo o malestar tanto con los gobiernos provinciales como con el gobierno nacional. Todavía muchas demandas asoman irresueltas y la oferta no parece alimentar ilusiones de solución en los votantes, con el riesgo que eso implica para el sistema democrático y la legitimidad de los representantes. La nueva caída en la participación, que viene sosteniéndose en las últimas tres elecciones y que en el plano nacional alcanzó un récord en 2023 resalta por contraste con la robustez que sigue mostrando el sistema político de un vecino que cada vez se diferencia más. Ayer, en las elecciones departamentales de Uruguay, la participación superó el 80%. La crisis de representación y liderazgo que muestra la política argentina tiene su contracara al otro lado del Río de la Plata, donde los partidos políticos y el compromiso cívico siguen gozando de buena salud. La alternancia democrática en el poder uruguayo, una sucesión de administraciones con resultados positivos y escasos escándalos, más una virtuosa renovación dirigencial dentro de los partidos tradicionales son diferencias nucleares con lo que sucede acá. Por ahora, ahí sigue sin haber lugar para excentricidades, en el más amplio sentido del término. Y no es solo cuestión de escalas. Desacople nacional Más allá de particularidades locales, lo ocurrido en las cuatro provincias argentinas también hay que analizarlo bajo la premisa de que cada vez más los gobernadores se aferran a defender su poder local y se independizan de la dinámica política nacional y de la suerte de sus propios partidos en ese plano. Prefieren entablar una conveniente relación transaccional con el ocupante de turno de la Casa Rosada. El desarrollo de algunos proyectos extractivistas en algunas provincias podría profundizar más ese desacople. Esa realidad exacerba una práctica habitual en las elecciones de mitad de período, en las que los mandatarios provinciales suelen hacer alianzas superestructurales para sumar sellos, pero retienen el control de la conformación de las listas o ser parte del armado de espacios rivales, a los que proveen de candidatos que luego en la Legislatura sumarán sus votos a las iniciativas del oficialismo. Milei lo comprobó en 2023 y lo padeció en el último año y medio en varias provincias y en el Congreso. Esta vez no fue la excepción. Habrá que ver si los nuevos legisladores no oficialistas de cada provincia logran alterar el statu quo o si para los barones provinciales, expertos en gatopardismo, son cambios para que nada cambie. Una vez más. De cualquier manera, los resultados de ayer agregan aún más interés y expectación a las cruciales elecciones porteñas que se celebrarán el domingo próximo, en las que el mileísmo pretende y necesita bastante más que competir dignamente. Para dimensionar la relevancia de lo que viene basta con decir que los electores habilitados para votar ayer en las cuatro provincias representan el 8,7% del padrón nacional, mientras que los porteños que podrán sufragar son el 7,1% del total del país. Eso explica mucho la importancia que se les asigna, aunque no tanto como la repercusión mediática y las consecuencias políticas que de por sí tendrán los comicios porteños en el proceso de reconfiguración en que se encuentra el mapa nacional. El futuro de las tres principales fuerzas políticas hoy existentes (libertarios, peronistas y macristas) ya se empezó a jugar, pero tendrá un desafío crucial el próximo domingo. Sobre todo para el macrismo, que pone en juego su bastión y que ayer fue un mero actor de reparto. No es casualidad que al frente de la campaña libertaria se pusiera Javier Milei y que Mauricio Macri haya hecho lo mismo con la de Pro para terminar de nacionalizar la contienda y darle un cariz de batalla final. El escándalo que produjo el sorpresivo y aún no explicado rechazo al proyecto de ley de ficha limpia en el Senado agitó la campaña porteña ante la instalación de la sospecha de algún tipo de acuerdo entre el Gobierno y el kirchnerismo. El sustento a ese presunto pacto que le dio el mandamás misionero, Carlos Rovira, a quien sirven los dos senadores que torcieron la balanza, hace que todas las encuestas estén siendo revisadas. La nula reacción del Gobierno ante la defección de los misioneros y la versión que dejó correr Rovira frente al airado ataque a Pro y a su primera candidata y principal impulsora de la ficha limpia, Silvia Lospennato, acrecentaron suspicacias. Los centenares de tuits y retuits que solo en las últimas 24 horas subió Milei con nuevas agresiones (que solo se superan a sí mismas) contra el periodismo por contar los hechos y subrayar inconsistencias en el relato oficialista muestran el grado de incomodidad que provocó la caída de ese proyecto que tiene un alto consenso ciudadano. También resalta su incapacidad para acallar el escándalo. El cierre de la campaña porteña se prevé así muy agitado. Aún más después de estos resultados en lo que los libertarios avanzaron en las provincias, aunque sea de a poco. Pero todavía sin poder contar con un territorio propio. (*) Editor de La Nación.

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