12/05/2025 10:27
12/05/2025 10:26
12/05/2025 10:25
12/05/2025 10:24
12/05/2025 10:24
12/05/2025 10:23
12/05/2025 10:23
12/05/2025 10:23
12/05/2025 10:23
12/05/2025 10:22
Parana » AnalisisDigital
Fecha: 12/05/2025 02:02
Desde relatos sobre una "nevada mortal" hasta una fuerte impronta nacional salida de la ciencia ficción local e internacional, la historia trascendió no sólo fronteras, sino formatos. Llegó a convertirse, incluso, en un juego de mesa. La segunda mitad del siglo XX ha sido un momento clave para los cómics en la Argentina, particularmente en el ámbito de la ciencia ficción. No es que las primeras obras nacionales surgieran por esos años, ya que incluso hubo algunos intentos que vieron la luz allá por 1930. Pero algo es seguro: el momento cúlmine del género en el país se alcanzó entre 1955 y 1960, con la publicación de El Eternauta, la historieta que, en un principio, salía a la venta en forma de volúmenes que venían dentro de la revista Hora Cero. Sin embargo, la obra de Héctor Germán Oesterheld y Francisco Solano López no fue la que inició el camino, sino que se vio inspirada en otras publicaciones que seguían una línea similar y que terminaron por darle la forma que conocemos hoy, gracias a sus reediciones 70 años después, junto con la serie de Netflix. En 1955, la revista Más Allá, versión argentina de Galaxy Science Fiction, publicó en su número 27 el cuento Saturnino Fernández, Héroe, de Ignacio Covarrubias. El relato narra cómo un periodista alcohólico descubre que una misteriosa nevada, que deja en letargo a quienes toca, no afecta a los ebrios. Gracias a esta inmunidad, Saturnino y otros alcohólicos lideran la resistencia contra los invasores alienígenas responsables del fenómeno. La historia combina humor, ciencia ficción y una mirada irónica sobre la marginalidad y el heroísmo. Existen, además, otras obras de las que El Eternauta podría haber obtenido inspiración. Una de ellas es la novela "Invasión Marciana", de Carlos Vall, que fue publicada en 1956 en la colección Misterio de la famosa Editorial Tor, justo un año antes que la de Oesterheld y Solano López. En ella, se mostraba una lucha contra tropas extraterrestres, unos gorilas blancos que, desde los polos de la Tierra, llegaban a Buenos Aires. Y un dato, que podría ser casual o no, es que el personaje principal también se llama Juan, como el Juan Salvo de El Eternauta . De hecho, hay algo extra que conecta aún más a la historia que hoy está en boca de todos con obras anteriores. Oesterheld sostuvo la dirección de la revista Más Allá durante algunos años, aunque no figurara formalmente como director. Su influencia se percibe en el enfoque editorial y en la calidad del material publicado. Y, a pesar de que sus biógrafos suelen minimizar su paso por la revista, todo indica que fue la verdadera fuerza creativa detrás de ella. Del papel al tablero: el juego de mesa de El Eternauta Como si la historieta y la serie no fueran suficientes, el universo creado por Héctor Germán Oesterheld y Francisco Solano López también llegó a un formato mucho más interactivo. Uno en el que el lector pasa a tener un papel activo en la historia, transita las calles nevadas de Buenos Aires y toma decisiones que lo ayudarán (o perjudicarán) para sobrevivir. Y es que la compañía italiana Pendragon propuso, a través de una plataforma de “crowfounding”, crear un juego de mesa de la mítica historieta, en el que los participantes intentan obtener recursos para no morir asolados por la nieve o los visitantes de otros planetas. La iniciativa, que contó con el apoyo de cientos de compradores, se llevó a cabo bajo un sistema de donaciones en la que, bajo ciertas “recompensas”, los interesados apoyan el proyecto y reciben algo a cambio, dependiendo de qué tanto dinero aporten a la causa. Lo curioso es que este juego no inició este año, ni mucho menos. La campaña para poder transformarlo en algo concreto comenzó a mediados de 2024, un año antes de que la serie viera la luz. Según sus creadores, era un proyecto que venía pensándose hace incluso más tiempo. Y si bien se alcanzó (y superó con creces) el monto necesario para poder imprimir unas cuantas copias, el mismo no se encontrará en tiendas “habituales”. Fuente: Perfil.
Ver noticia original