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  • Papa nuevo para el mundo, problemas viejos para la Argentina

    Gualeguaychu » El Dia

    Fecha: 11/05/2025 14:13

    Todo indica que el espíritu de Francisco anduvo sobrevolando la Capilla Sixtina. Quizás estaba en ese par de palomas que revoleteaban alrededor de la chimenea mientras salía el humo blanco. Sabios, los cardenales eligieron ratificar la senda de Bergoglio. Eligieron una figura particular, de un país particular. Eso, allá lejos; acá seguimos en la misma, pataleando barro nomás. León XIV es un Papa americano antes que norteamericano. Su trayectoria pastoral indica eso. Pero es también un pastor moderado que, calzado con los atuendos tradicionales, contrapuso la sencillez de Francisco cuando se presentó. Recién empieza y ya quedó sometido a los clásico tironeos políticos. En nuestro país podemos dar cátedra sobre eso. Menos mal que no es argentino. Lejos de aquello, acá cerquita, el ditirambo de la ley de Ficha Limpia volvió a sucumbir en el Senado. Presa de las conveniencias políticas, quedó a un voto de ser sancionada en medio de una batahola entre los libertarios y el PRO que no paran de acusarse mutuamente por la frustrante sesión. Así como el espíritu de Francisco sobrevoló la Capilla Sixtina, la mirada escudriñadora de Cristina se posó en el Senado. Para unos y otros. Para los que la defienden a capa y espada y sostienen que es una ley sólo para proscribirla a ella y para los que la quieren ver presa pero no ahora, dentro de un tiempo, cuando les convenga políticamente. Todos los contrincantes de Cristina se han rendido ante la tentación de verla jugar. Todos, hasta el propio peronismo, saben que ella sola ya no puede ganar una elección; que conserva sí un núcleo duro, cada vez más chico, de seguidores que la parapetan en cualquier elección. Pero su liderazgo, lento e inexorable, está en retirada. Ahí está la batalla interna que libra con Axel Kicillof, el sucesor, a la que todavía se resiste. En ese menjunje quieren meter baza el resto, aprovechando la circunstancia. Especulan, pues, con su presencia. Con la división del voto peronista que les permita ganar la elección, en Provincia de Buenos Aires, asestándole un golpe definitivo al peronismo. Ilusos. Eso ya lo pensó Macri y le salió mal. Pero el hombre es el único ser que tropieza dos veces con la misma piedra. Puede interesarte En el medio del temporal a cielo abierto quedaron los legisladores de Misiones que se dieron vuelta y responden a Rovira. Ahora nadie se hace cargo de ellos. Encima el tratamiento cayó en medio de la campaña en CABA donde libertarios y PRO se disputan el liderazgo de la derecha en el distrito. Macri dice cosas cada vez peores del Presidente y éste, que no le cuesta demasiado, redobla la apuesta. El PRO no aprendió de la debacle en la que lo sumió la guerra de egos entre Larreta y Bullrich en la interna previa a la presidencial. Le costó la elección y no han caído en la cuenta. Milei, que goza transitando por las periferias, acogió a Bullrich después que la trató de asesina de niños, por su pasado montonero. La Argentina es un país raro, en el que se vuelve de cualquier lado, sobre todo en lo ideológico. Suena difícil una alianza entre ambos para enfrentar al peronismo (cualquiera sea su cara) en el vasto territorio bonaerense. Pese a las ganas que le ponen Santilli y Ritondo, Macri y Milei se emperran en dinamitar cualquier acuerdo, al menos ante la opinión pública. Para eso recurren a todas las armas como la afiliación de Bullrich a la LLA. Una sobreactuación innecesaria y provocadora. Es raro porque los dos últimos precandidatos a presidentes del PRO se fueron del partido pegando un portazo y hoy lo enfrentan sin complejos. Kicillof, pese a la caída de la Ficha Limpia, está cada vez más cerca de doblegar a Cristina. De imponerle su liderazgo, como debe ser además en el peronismo. No puede haber dos cabezas. No puede haber dos proyectos de poder que convivan. Lo padeció Alberto, Massa y compañía. Si algo le reprochan en privado muchos dirigentes al ex Presidente es no haberse animado a enfrentar a su jefa, ponerle los puntos, marcarle la cancha y mandarla a cuarteles de invierno. Se lo llevó puesto y con él, al Gobierno. Todavía lo están pagando. Kicillof, pese a todo lo que le debe a su mentora, lo sabe. El poder es así. Se ejerce o no se ejerce y es uno el que toma las decisiones. Una de las dudas que todavía quedan es qué pasará con La Cámpora y Máximo Kirchner. Qué lugar le asignará el nuevo jefe y hasta dónde deberán resignar su cuota de poder que, en Provincia, es amplia. La pelea política tiene su propia dinámica, lejos de lo que pasa en la calle. Así son los años electorales. Los dirigentes, por un lado, en su propio mundo; y la calle, por otro. Vaya paradoja. Al final del camino los que votan son los que andan por pisando las veredas, pero los que le cambian la vida son los dirigentes. Por lo general, más para mal que para bien.

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