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  • Primeros 40 años de El Territorio como archivo de crímenes locales

    » Elterritorio

    Fecha: 11/05/2025 11:31

    Este medio fue soporte de crímenes en la Tierra Colorada desde su primera impresión. Crimen de Santa María, discusiones mortales y muerte de un periodista entre los casos de cuatro décadas domingo 11 de mayo de 2025 | 6:05hs. El crimen de Santa María fue el primer homicidio de Misiones que fue publicado por El Territorio. Comenzando con este extenso recorrido que tiene a El Territorio como archivo, soporte y también testigo de crímenes en la Tierra Colorada desde su primera impresión realizada el 2 de junio de 1925, es importante resaltar las primeras cuatro décadas de este medio como un elemento valioso para contar los delitos de máxima violencia que cautivaron al lector de esa época. Crímenes con tintes de lo inmediato, donde la violencia era una de las primeras salidas para resolver algún problema que se presente en el momento. Esas características se pudieron advertir en los primeros 40 años de crímenes contados por El Territorio. Siguiendo de manera cronológica las páginas manchadas por los infames episodios que mantuvieron en vilo a la comunidad misionera, no se puede omitir el primer crimen publicado por este medio: “El crimen de Santa María”. El homicidio de Santa María, sucedido el 1 de junio de 1925 fue el primer asesinato que fue registrado en las primeras hojas de El Territorio. Según consta en los grandes tomos de archivo, la víctima, un hombre identificado como Mark Parish, fue asesinada con un revólver por otro sujeto identificado como Charon, mientras caminaba por las calles de la localidad misionera de Santa María con un amigo conocido como Vieira. Por su parte, Parish falleció al instante debido a un disparo certero, mientras que Vieira sufrió graves lesiones al también ser disparado con el arma que el acusado -Charon- manipuló para atacarlos. En ese marco, horas después de cometer el homicidio, el sospechoso fue detenido en la costa uruguaya cuando se encontraba prófugo de la Justicia. Días después de estar alojado en sede policial, Charon fue entrevistado por este medio, oportunidad que el acusado aprovechó para narrar la forma en que fueron asesinados Parish y Vieira. En su relato el hombre responsabilizó como autor del homicidio a otro hombre, identificado como Sena, quien era el que tenía intenciones de matar a Mark y planeó todo. Según la entrevista, Charon explicó que Sena tenía un revólver y que tanto a él como a otro hombre llamado De Cuadra le explicó el plan que tenía para matar a Parish y Vieira. A su vez, mencionó que De Cuadra pudo haber mentido en sus declaraciones porque estaba amenazado por parte del dueño del arma. Siguiendo con su entrevista, el principal sospechoso mencionó que él se rehusó a matar a Parish -el principal objetivo que tenía Sena- y se retiró del lugar, momento en el que escuchó dos detonaciones que luego se enteró de que fue ejecutado por Sena. Sin embargo, no se pudo comprobar esa versión dada por Charon, quien finalmente fue condenado como el autor del crimen de Santa María. Homicidios de Yerbal Viejo Mientras se investigaba el caso de Santa María, el jueves 4 de junio de ese año otro hecho de sangre fue registrado en las páginas de El Territorio, esta vez perpetrado en el paraje Yerbal Viejo de la localidad de Bonpland. Según las históricas páginas de archivo, fue en el intento de detención de un delincuente, que se tuvo que lamentar la muerte de dos personas -entre ellos un policía-. En tanto, se pudo reconstruir que Velázquez acompañado de vecinos dio orden de detener al sospechoso que contaba con un espadín en su poder. Justamente, para resistirse al arresto, el acusado comenzó a agredir a los presentes y de esta forma le provocó una herida mortal al uniformado que tropezó y quedó tirado en el suelo. Durante el ataque, el homicida también atacó a un vecino que en un forcejeo terminó cayendo al lado del cuerpo de Velázquez. En esa instancia, recibió varias heridas con el espadín provocando también su muerte. Por otro lado, el 14 de julio de 1925 las víctimas fatales fueron una mujer y su acompañante, quienes baleados por la expareja de la mujer -José Mega- fallecieron al instante. Julia Murillo recibió dos disparos, y su acompañante Juan Olivera murió de un balazo. Aventón mortal Diez años después, el 12 de diciembre de 1935, las páginas de un renovado diario El Territorio volvieron a quedar marcadas por un insólito crimen. Lucas Bien, un polaco de 41 años fue asesinado mientras viajaba en su carro desde Garupá rumbo al interior de Misiones. Según se pudo reconstruir, el hombre viajaba con su hijo menor de edad cuando luego de cruzar lo que hoy es el puente de Garupá, dos hombres alcanzaron el carro pidiendo al conductor que los llevara. No obstante, este pedido fue rechazado por Bien, porque mencionó que llevaba el vehículo cargado y que no podía entrar nadie más. Ante esto, los dos individuos no aceptaron la negativa y subieron al carro con un machete y un cuchillo en mano. Fue así que, antes que el colono pudiera defenderse fue tomado a machetazos y puñaladas, hasta que finalmente falleció. Luego de cometer el crimen, los dos hombres decidieron irse del lugar, mientras que el hijo de Bien continuó con la pesada carga y el cuerpo del padre hasta la comisaría de Candelaria, donde contó sobre el asesinato de su progenitor. La Policía se puso en actividad inmediata para dar con el paradero de los asesinos, con las características que fueron dadas por el menor. Siguiendo con la reconstrucción de los crímenes que marcaron los primeros 40 años de El Territorio, hay que remontarse al 8 de agosto de 1945 para que se registre otro cruento homicidio que mantuvo en vilo y sorprendió a la comunidad. José Ostrowski llegó a la casa de su vecino Carlos Antúnez en la localidad de Azara y, luego de un fuerte cruce de palabras y discusión entre los dos, Ostrowski sacó un puñal y de tan sólo un primer puntazo acabó con la vida del dueño de casa. La violencia extrema fue tal que, luego de dar el primer ataque con arma blanca, Ostrowski ya con la víctima en el piso le asestó otros seis puntazos en distintas partes del cuerpo, ya que no tenía intenciones de que la víctima pudiera sobrevivir a su agresión. Según las averiguaciones, el móvil del crimen estuvo ligado a celos y la pretensión de ambos por estar con la misma mujer. Asesinato de Ramírez El 22 de noviembre de 1946, Misiones fue el escenario del asesinato del reconocido periodista y poeta Manuel Antonio Ramírez -nombre que hoy lleva el anfiteatro de Posadas-, últimado a balazos en la vereda de su casa por Marcos Tavárez Castillo, dueño del medio El Imparcial. El periodista y poeta Manuel Antonio Ramírez fue asesinado en 1946. Según se pudo reconstruir a partir de los archivos periodísticos, el crimen de Ramírez estuvo enmarcado en una solicitada realizada en El Territorio un día antes de ser asesinado. En el escrito Ramírez expresó que no pertenecía y no iba a permanecer nunca a la redacción del citado medio, ya que días antes trascendió que Tavárez Castillo lo iba a hacer parte. La razón, su mala relación con el director y porque El Imparcial estaba en contra de sus ideales políticos. Un día después, Tavárez Castillo lo fue a buscar con un arma de fuego hasta su casa. Al ubicarlo en la intersección de las calles 3 de Febrero y La Rioja, le pegó un tiro a quemarropa. De esta forma Ramírez, ya herido, trató de refugiarse en el domicilio, pero fue perseguido por su homicida a disparos. En tanto, Ramírez luego de agonizar falleció en el interior de la vivienda. Fue sepultado en el cementerio La Piedad de Posadas al día siguiente, con la presencia de una multitud que demostró lo querido que era el poeta. Cuatro años después, Misiones fue testigo de una violenta gresca en Colonia Gisela y de un matricidio. El primero de ellos tuvo lugar el 11 de mayo, cuando Isidro Ramírez recibió al menos once puñaladas por cuestiones pasionales, indicaba la crónica. El violento episodio había ocurrido en la casa de Amalia González, ex amiga del victimario. El detenido, de apellido Arrúa, tenía un impacto de bala en el brazo y contusiones en la frente. En tanto, el segundo crimen fue registrado el 12 de julio de 1950, cuando Eustaquio Oscar González asesinó a su madre Generosa González Paniagua, de varias puñaladas. Ya en la década del 60, precisamente el 6 de marzo de 1963, El Territorio registró entre sus páginas otro insólito homicidio. El crimen fue cometido por un joven conocido como López, quien en el domicilio de su suegro Ramón Gómez (34) -ubicado en el populoso barrio posadeño Miguel Lanús- transformó un hogar de familia en un ambiente tenso luego de que una acalorada discusión termine con Gómez como víctima fatal. Según las averiguaciones de la época, Gómez le recriminó a su yerno que consiga trabajo porque estaba viviendo con su hija en su propiedad pero éste no colaboraba con los gastos de la casa. En tanto, este planteo no fue aceptado por López, quien de un momento a otro le disparó a su suegro provocando su muerte. La víctima, en el momento del disparo, tenía en sus brazos a su pequeña hija de 1 año y medio. Afortunadamente la pequeña resultó ilesa. Horas más tarde de cometer el homicidio de su suegro, el autor se presentó voluntariamente a la comisaría local. A golpes de puños fue muerta una mujer, se titulaba un homicidio de 1965. Por otra parte, uno de los últimos crímenes de los primeros 40 años de El Territorio fue registrado el 13 de noviembre de 1965, cuando Antonio Vicente Leonardo mató a su pareja a golpes. La pareja tenía varios hijos en común. En cifras 2 Son los crímenes registrados en la primera semana de la fundación de El Territorio, con el crímen de Santa María y el doble homicidio de Bonpland. 7 En el asesinato cometido por José Ostrowski el 8 de agosto de 1945, el homicida le asestó 7 puñaladas a su vecino que yacía en el piso de su casa sin vida. 11 Fue el total de puñaladas que Isidro Ramírez recibió por parte de su victimario, de apellido Arrúa, quien presentó un impacto de bala en su brazo Masacre de Oberá, entre los crímenes destacados Entre sus archivos, El Territorio atesora las crónicas de la masacre de Oberá, cometida por policías. D onde hoy se levanta la plaza Malvinas Argentinas de Oberá, el 15 de marzo de 1936 fue el escenario de uno de los homicidios múltiples más recordados de la provincia, denominada “la Masacre del 36”. Según pudo reconstruir El Territorio el 15 de marzo de ese año colonos provenientes de diferentes lugares, tales como Samambaya, realizaron una manifestación pacífica. Sin embargo, para frenar el reclamo de los colonos, las páginas advierten un mal accionar de la fuerza de seguridad de esos años. “El Comisario Berón se dedicaba a difundir en el pueblo la noticia alarmista de que los rusos, polacos y ucranianos venían a asaltar el pueblo, solicitando la cooperación – según dice – de varios particulares, en su mayoría comerciantes, que creyeron de buena fe las alarmas de la policía. Y, cómo era natural que así ocurriera, en defensa de sus comercios y bienes, y en previsión de asegurar su tranquilidad, se dispusieron a cooperar resueltamente con el Comisario… Los resultados todos los conocemos una manifestación desarmada, en la que hasta formaban mujeres y niños, pacífica, que es agredida por un grupo de personas apostadas en determinados lugares”, relata una de las crónicas de la época. Es que al llegar al lugar de concentración, las familias de manifestantes sintieron un disparo desde el monte, lo que produjo una confusión enorme. Carros que pasaban sobre los cadáveres y gente caída fueron algunos aberrantes detalles de lo sucedido ese día. Un dato importante es que nunca se supo a ciencia cierta cuánta gente murió. No existe un registro asentado y la forma en la que se dieron las cosas propició también estas dudas. Es que no sólo los recibieron con las balas, sino que además comenzaron una persecución por el monte que duró mucho más tiempo. Quienes caían heridos no querían ir a las unidades sanitarias por miedo a represalias, mientras que otros fallecieron incluso dentro del monte. Uno de los casos más escalofriantes es el de Basilicia, una niña de no más de 14 años que fue violada en ese contexto. Luego de eso, vendrían las responsabilidades. “Los testimonios de las personas, los informes médicos, actas, constancias dan cuenta de la participación de las fuerzas y también de vecinos de Oberá, hubo participación civil. La Policía hizo una convocatoria a las personas que querían colaborar con ellos, les dieron armas y caballos y los mandaron a reprimir a los colonos que venían a protestar pacíficamente por el precio de sus productos”, explicó la profesora y licenciada en Historia Severa Barrios, quien reconstruyó la masacre ante este medio. Por ello, la Justicia los encuentra culpables como también al sargento que estaba a cargo, Miguel Toledo de Oberá, a otros agentes y cabos de la policía, quienes estaban todos al mando del comisario Leandro Berón. Sobre esta parte de la investigación, Barrios añadió: “Cuando investigué este tema, encontré a una persona que fue la única que en aquel entonces participó activamente y lo entrevisté. Y me dijo: ‘Los pobres colonos tenían razón e igual les tiramos’”, resumiendo así las explicaciones sobre uno de los hechos más trágicos de la historia misionera. En la plazoleta Malvinas Argentinas, donde se encontraba el cementerio, lugar aproximado en donde se desarrolló el episodio, se levantó un mural evocativo a la masacre. Pese a ello, no existen mayores homenajes a los caídos, ni clases alusivas en las escuelas, salvo fruto de la difusión entre los habitantes que conocen el hecho. Compartí esta nota:

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