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» Sin limites
Fecha: 11/05/2025 03:30
Celebración de hoy Reflexión del Martes Santo: Oraciones para la Semana Santa Con la reflexión y oración del Martes Santo, Jesús quiere vivir en tu corazón y que te desprendas de todo apego a lo material: Oración de Semana Santa Coronilla a la Misericordia Coronilla a la Divina Misericordia de Hoy Martes y Consagración Invocamos al Ángel Custodio y le damos gracia por acompañarnos y protegernos en el peligro. Oramos por tus intenciones Lecturas del día Maria, hoy se nos presenta un profundo y conmovedor pasaje, en el que Jesús revela que uno de ellos lo traicionará, y Pedro recibe de Jesús la advertencia de su futura negación. Presta atención a las lecturas de hoy. Otras celebraciones: San Damián de Molokai se dedicó con amor a ayudar y asistir a los leprosos y enfermo, él esperaba morir también golpeado por esta terrible enfermedad Isaías 49,1-6. ¡Escúchenme, costas lejanas, presten atención, pueblos remotos! El Señor me llamó desde el seno materno, desde el vientre de mi madre pronunció mi nombre. Él hizo de mi boca una espada afilada, me ocultó a la sombra de su mano; hizo de mí una flecha punzante, me escondió en su aljaba. Él me dijo: «Tú eres mi Servidor, Israel, por ti yo me glorificaré». Pero yo dije: «En vano me fatigué, para nada, inútilmente, he gastado mi fuerza». Sin embargo, mi derecho está junto al Señor y mi retribución, junto a mi Dios. Y ahora, ha hablado el Señor, el que me formó desde el seno materno para que yo sea su Servidor, para hacer que Jacob vuelva a él y se le reúna Israel. Yo soy valioso a los ojos del Señor y mi Dios ha sido mi fortaleza. Él dice: «Es demasiado poco que seas mi Servidor para restaurar a las tribus de Jacob y hacer volver a los sobrevivientes de Israel; yo te destino a ser la luz de las naciones, para que llegue mi salvación hasta los confines de la tierra». Salmo 72(71): Cantaré tu salvación. (R) En ti, Señor, me refugio; que nunca me avergüence. En tu justicia, rescátame y líbrame; inclina a mí tu oído y sálvame. /R. Sé mi roca de refugio, un baluarte que me dé seguridad, pues tú eres mi roca y mi fortaleza. Oh, Dios mío, rescátame de la mano de los malvados. /R. Porque tú eres mi esperanza, Señor; mi confianza, Dios mío, desde mi juventud. En ti confío desde mi nacimiento; desde el vientre de mi madre eres mi fortaleza. /R. Mi boca anunciará tu justicia, día tras día tu salvación. Oh Dios, tú me has enseñado desde mi juventud, y hasta el presente proclamo tus maravillas. /R. Juan 13,21-33.36-38. En aquel tiempo, Jesús se estremeció y manifestó claramente: «Les aseguro que uno de ustedes me entregará». Los discípulos se miraban unos a otros, no sabiendo a quién se refería. Uno de ellos, el discípulo al que Jesús amaba, estaba reclinado muy cerca de Jesús. Simón Pedro le hizo una seña y le dijo: «Pregúntale a quién se refiere». Él se reclinó sobre Jesús y le preguntó: «Señor, ¿quién es?». Jesús le respondió: «Es aquel al que daré el bocado que voy a mojar en el plato». Y mojando un bocado, se lo dio a Judas, hijo de Simón Iscariote. En cuanto recibió el bocado, Satanás entró en él. Jesús le dijo entonces: «Realiza pronto lo que tienes que hacer». Pero ninguno de los comensales comprendió por qué le decía esto. Como Judas estaba encargado de la bolsa común, algunos pensaban que Jesús quería decirle: «Compra lo que hace falta para la fiesta», o bien que le mandaba dar algo a los pobres. Y en seguida, después de recibir el bocado, Judas salió. Ya era de noche. Después de que Judas salió, Jesús dijo: «Ahora el Hijo del hombre ha sido glorificado y Dios ha sido glorificado en él. Si Dios ha sido glorificado en él, también lo glorificará en sí mismo, y lo hará muy pronto. Hijos míos, ya no estaré mucho tiempo con ustedes. Ustedes me buscarán, pero yo les digo ahora lo mismo que dije a los judíos: «A donde yo voy, ustedes no pueden venir». Simón Pedro le dijo: «Señor, ¿dónde vas?». Jesús le respondió: «A donde yo voy, tú no puedes seguirme ahora, pero más adelante me seguirás». Pedro le preguntó: «Señor, ¿por qué no puedo seguirte ahora? Yo daré mi vida por ti». Jesús le respondió: «¿Darás tu vida por mí? Te aseguro que no cantará el gallo antes que me hayas negado tres veces». Palabra del Señor.
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