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» Diario Cordoba
Fecha: 10/05/2025 07:54
Hay veces que para sentirnos seguros y en paz lo único que queremos es refugiarnos en el sofá con una manta y esa serie que hemos visto miles de veces -y aún así no es suficiente- en la pantalla. Sabemos qué va a pasar, no esconde ningún misterio, conocemos a los personajes... y por todo ello se ha convertido en un lugar seguro. Cuando todo tiembla fuera o vienen aguas revueltas lo que queremos es ver algo que nos meza de alguna manera. Y esa serie lo hace. Es como cuando mi hermana era pequeña y sólo quería ver ‘Heidi’ y ahí estaba la colección de cintas de VHS esperando una tras otra sin saber cuándo llegaría su turno. Nunca supe si las escogía al azar o sabía qué le esperaba tras cada una de ellas pero en lo que no hay duda es que mi hermana quería ver algo que le proporcionara tranquilidad, sin sobresaltos. Que lo mismo de siempre se sucediera en pantalla le daba una tranquilidad sin límites. Creo que es eso lo que buscaba: que pasara lo mismo de siempre, pisar terreno conocido para calmarse. Hay épocas repletas de arenas movedizas y a menudo necesitamos poner un pie en un lugar firme para asegurarnos de que no nos traguen. Y ahí la serie cumple esa función. En medio del desastre, de la incertidumbre, de aguas turbulentas... ver lo mismo de siempre sin que no nos requiera gran atención (porque conocemos a los personajes y sabemos qué va a pasar) salva, acuna. Se convierte en una bolsa de líquido amniótico cuyos sonidos conocemos que nos hace sentir seguros. Entoces podemos bajar la guardia y dejarnos llevar por lo que sabemos que vendrá o, simplemente, desconectar del día o de la época que estamos viviendo. En mi caso, siempre recurro a ‘Friends’. Da igual por dónde la pillé. Sabré situarla, qué dirá Mónica, cómo actuará Joey... Sin embargo estas últimas semanas, encarando la fecha final de la mudanza, con cajas por todas partes y yo presa de la angustia, me he puesto como loca a ver ‘The Resident’, una de tantas series de médicos con su poquito de melodrama. Y así pasaba las últimas noches en el sofá junto a mi gata antes de tener que abandonar el que ha sido mi hogar durante 10 años. Tengo la corazonada de que se trata solo del fin de una era en todos los sentidos posibles, que ahora empieza algo excitante. Pero estoy triste. No quiero irme, por eso me aferraba a esa serie como si no fuese a terminar nunca y yo aún tuviera un tiempo de descuento indeterminado. Finalmente la acabé anoche. Ahora queda mudanza, mudanza, mudanza. Y un nuevo comienzo. *Escritora
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