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» Diario Cordoba
Fecha: 09/05/2025 22:27
Si hay algo que caracteriza a la ruta de patios del barrio de San Lorenzo, que se extiende también por los dominios de San Agustín, es la heterogeneidad. Entre los 15 recintos que se enmarcan en esta zona de la Axerquía de Córdoba, hay algunos muy veteranos que concentran una cantidad ingente de premios, otros de igual solera que no han sido muy agraciados, incorporaciones nuevas de año y patios relativamente jóvenes que están bien situados. Por categorías, predomina la arquitectura moderna, pero hay ejemplos de patios singulares como San Juan de Palomares 11 y Escañuela 3 y y también un patio conventual, el de la plaza de San Rafael 7. Al atractivo genuino de los patios se une el encanto de una parte del casco histórico menos conocido por el turismo, que entre sus calles descubre que Córdoba es mucho más que la Mezquita y la Judería. Patio Guzmanas 4 / A.J.González La primera parada obligada de esta ruta está en Pastora 2, la casa familiar de Rafael Barón, el presidente de la asociación Claveles y Gitanillas y uno de los grandes defensores de la fiesta. Su patio es un verdadero edén floral que desde 2005 ha merecido siete primeros premios, dos segundos y una mención de honor. Floristero de profesión y amante de la botánica, además de restaurador, Barón ha convertido su patio en un lienzo en el que despliega su buen gusto. En su casa, se pueden ver geranios antiguos junto a hortensias de colores, aralias, macetas de paniculata, helechos, centureas, surfinias, esparragueras de varios tipos, lovelias... situadas de forma armoniosa junto a detalles de decoración como el arco neogótico de madera que cuelga en una de sus paredes, la preciosa jaula de madera, el cartel de Julio Romero, la escultura del monaguillo o las vitrinas con preciosas piezas de cerámica antigua. El naranjo del patio llama la atención por las orquídeas que envuelven el tronco, un detalle que ha tomado prestado de una práctica brasileña, y por las caracolas colgantes de las que brotan suculentas. El altarcito a la Virgen de la Salud, patrona de Córdoba, remata la estampa, a la que no le falta un perejil. Una delicia de patio. Siguiendo la ruta, la siguiente parada está en Montero 27, un patio de arquitectura moderna que antaño concursó y que regresa en esta edición de manos de la hija de Rosalía, la antigua cuidadora. Se trata de un patio habitado que quizás deja ver la falta de solera, ya que decorado con muy buen gusto, aún adolece de la explosión de color y detalles de otros recintos. Tiempo al tiempo. Custodio 5 es otro de los que regresan este año después de haber participado en épocas anteriores y haber ganado un segundo premio en 2012 y otros premios menores anteriormente. El rumor del agua de su fuente resulta inspirador en un recinto con suelo de chino cordobés que destaca por su encantador rincón en la zona del pozo, sus begonias y el detalle de los botijos de cerámica florecidos que cuelgan en varios puntos. Las otras dos incorporaciones son Jesús del Calvario 16 y Guzmanas 4, un patio homenaje a la veteranía de Manuela y Ricardo, recientemente fallecido, abuelos de su actual cuidador, Rafael Ruso. El amor por la familia y el cariño por las plantas heredado por el nieto se palpa en los detalles de un patio plagado de color y de rinconcitos cuquis. En Mariano Amaya 8 vive Marina, una veteranísima de los patios que pese a no haber recibido premios grandes, sigue al pie del cañón con la misma ilusión renovada cada año. La personalidad de su dueña, de 88 años, es la principal joya de este recinto, que se deja ver en detalles como su afición por colocar los nombres a cada flor: carnívora, plantas aromáticas, geranios, flor de la gamba... o esa facilidad de las mujeres de patio de toda la vida de hacer crecer cualquier especie en los lugares más insospechados, ya sea un botijo bocabajo, un bote de Cola Cao o una minimaceta. La casa data de 1863 y en ella vivían ocho familias que compartían vivienda con los suegros de Marina hasta que ella y su marido la adquirieron como vivienda familiar. En su patio, con suelo hecho a base de piedras del río, se conserva la historia encapsulada en el tiempo, ya que su fisionomía no se ha cambiado en años. Tan peculiar es ella que nada a contracorriente y pasa de modas. Por eso sus macetas están pintadas de rojo y no de azul como la mayoría. Ángela, cuidadora de Alvar Rodríguez 8. / A. J. GONZÁLEZ En Alvar Rodríguez 8 y 11, hay dos ejemplos de arquitectura moderna muy diferentes. El primero es la casa de Ángela, floristera de profesión, a la que le gusta experimentar con las flores en un patio de corte muy contemporáneo. No es de extrañar que atesore una impresionante variedad de especies, desde plantas insectívoras a begonias de gran porte y begonias muy diversas, jazmín, claveles al aire, cactus diversos, helechos, craspedias y dos especímenes de cuerno de alce difíciles de encontrar en un patio. Sobre la mesa central, helechos cultivados según la técnica japonesa de kokedama. Aunque quizás la mayor rareza sea su drago, el único visible en esta edición del concurso. Ángela, siempre muy discreta, suele estar en algún rincón de la estancia y siempre está dispuesta a resolver las curiosidades del visitante. Alvar Rodríguez 11 es la casa de María y aunque moderna, está inspirada en los patios de toda la vida, con suelo de chino clásico, pozo central plagado de macetas y rincones llenos de encanto como el que dedica a sus caracolitas floridas. San Juan de Palomares 11, patio de la asociación Claveles y Gitanillas. / A. J. GONZÁLEZ Otra calle que tiene doble patio en concurso en esta ruta es San Juan de Palomares. En el número 8, viven Julia y Gabriel Castillo, un restaurador que junto a su mujer ha creado un microcosmos en su patio que exhala magia y encanto. El buen gusto de él y de su hermano, que tienen sus talleres de trabajo en dos de las estancias de abajo, antaño viviendas de vecinos, se deja ver en los detalles, en la composición de colores, en el molde de San Rafael, obra del maestro Antonio Castillo Ariza, que corona la fuente, en el rincón de restos arqueológicos y en el gusto por las especies vegetales más diversas. En sus paredes, se pueden ver retama de coral, cola de mono, flor de acanto, centaurea florida, medinilla o costilla de adán. A pocos metros, el hijo de Gabriel y Julia es el que recibe a las visitas del patio de San Juan de Palomares 11, sede de la asociación Claveles y Gitanillas. En este recinto, se nota la mano de la veteranía de sus cuidadores. Ganador en el pasado de hasta nueve primeros premios y cuatro menciones de honor, es el patio más premiado de la historia y esta edición luce pletórico con algunos cambios, como el frontal de la entrada, decorado con pendientes de la reina, la pared de surfinias y la de petunias con las que se han sustituido los antiguos claveles. Grandes buganvillas, limonero cargado bajo el que brota un rincón verde, geranios, begonias y una rareza venía de América, dos plantas de gaura, de color rosa, que ya están causando sensación. Gabriel, en su patio de San Juan de Palomares 8. / A. J. GONZÁLEZ La ruta de San Lorenzo da para mucho, por eso se recomienda investigar y no perderse nada, pero acabaremos en el último patio de la lista, el de Guzmanas 7. La casa de Elena y Óscar es un ejemplo de cómo un patio puede ser reflejo del alma de sus dueños, dos enamorados de esta fiesta. Tras la titánica misión de rehabilitar una casa antigua que encontraron en situación ruinosa, llenaron su patio de plantas como la buganvilla, que crece firme, o hermosas calas, geranios, gitanillas, a las que se van sumando otras nuevas como la flor de cera. En 2019, se inscribieron en el concurso con la firme determinación de compartir su patio con el mundo y aunque sin grandes premios de momento, se han convertido en referente. Su patio está lleno de detallitos como el rincón de los cactus mini y pequeños homenajes como las latas de Carbonell de anticuario dedicadas a la antigua dueña de la casa, Rafalita, esposa de uno de los primeros operarios de la empresa. El antiguo escudo de Córdoba de Fernando III es la última incorporación de este año, hecho con chino cordobés. Así da gusto.
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