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» Misionesopina
Fecha: 09/05/2025 08:15
Por Germán Ferber* La Unión Cívica Radical, ese partido que supo representar las banderas de la justicia social, la república, la educación pública y la defensa irrestricta de los derechos humanos, hoy ha perdido su rumbo. Ha dejado de ser el hogar de quienes seguimos creyendo en los ideales de Hipólito Yrigoyen, de Arturo Illia, de Raúl Alfonsín. No es que nosotros nos fuimos del radicalismo: fue el radicalismo el que se alejó de nosotros. Hoy el partido ha claudicado en sus principios, ha dejado de respetar su identidad, y se ha convertido en un sello vacío, más preocupado por las alianzas coyunturales que por sostener una línea ideológica coherente. Es por eso que muchos radicales decidimos dar un paso al costado. Porque lo que una vez fue una casa de ideas, hoy es apenas una estructura sin alma. Si hoy vinieran Yrigoyen, Illia o Alfonsín y vieran en qué se ha transformado el partido, no se afiliarían. Estarían con nosotros, afuera, donde seguimos defendiendo los valores históricos del radicalismo. Porque los verdaderos radicales no renunciamos a nuestras convicciones, aunque hayamos tenido que dejar el partido. Hoy encontramos un espacio donde sí podemos hacer política con libertad, donde nuestras ideas son respetadas y donde podemos seguir luchando por una sociedad más justa, solidaria y democrática. Ese espacio es el Frente Renovador de la Concordia, un paraguas amplio donde convivimos personas de distintas corrientes políticas, con respeto mutuo, donde se valora lo mejor de cada mirada y se trabaja con un único objetivo: el bienestar del pueblo misionero. Y en ese sentido, no hay contradicción entre nuestra historia radical y nuestra participación en la Renovación. Raúl Alfonsín hablaba de una unión nacional, de superar las divisiones estériles que tanto daño le han hecho al país. No hay que ser antiradicales ni antiperonistas. El desafío es construir puentes, no muros. Dialogar, no excluir. Y eso es lo que vivimos día a día dentro de este espacio político plural. La Renovación no nos pide que dejemos de ser radicales: nos permite serlo en plenitud, abrazando nuestras banderas y sumándolas a otras, con un mismo horizonte común. Porque en este espacio se practica una filosofía concreta: el misionerismo. ¿Y qué es el misionerismo? Es una forma de entender la política desde el interior profundo, desde la realidad concreta de nuestra gente. Es priorizar a Misiones por encima de las internas nacionales. Es generar soluciones desde nuestra tierra, con nuestros recursos, con nuestra identidad, sin esperar permiso ni instrucciones de Buenos Aires. Es gobernar cerca del vecino, con sensibilidad social, defendiendo nuestra biodiversidad, nuestra cultura, y nuestra autonomía. Por eso, invito a todos los radicales que sienten lo mismo a que se sumen a este camino. Hoy nos toca ser parte del sublema Posdata, que es una formula joven e innovadora que también busca incluir a todos. Con humildad, con convicción y con coraje, queremos seguir escribiendo esta historia desde el lugar donde nuestras ideas aún tienen sentido. Donde se honra el pasado, pero se construye mirando al futuro.
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