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  • Qué significa el nombre que eligió el nuevo papa

    Parana » AIM Digital

    Fecha: 09/05/2025 00:54

    Robert Prevost, el nuevo papa elegido este jueves por los 133 cardenales que participaron del Cónclave, eligió el nombre León XIV. Prevost tomó su nombre de León XIII -al frente del Vaticano entre 1878 y 1903-, un papa muy reconocido por su encíclica Rerum novarum (Acerca de las nuevas cosas), que versaba sobre las condiciones de las clases trabajadoras. En Rerum novarum, León XIII remarcaba la importancia de respetar los derechos y deberes de los trabajadores y los empleadores y destacaba el papel fundamental de la familia en la sociedad. La encíclica condenaba la pobreza y degradación de muchos trabajadores, argumentando que la deshumanización del trabajador y una paga injusta eran contrarios a la fe católica. Se mostraba a favor de que la Iglesia entienda en cuestiones sociales y de adoptar medidas en favor de los obreros, con la consiguiente intervención del Estado en normas de higiene y seguridad en el trabajo, tutela del descanso dominical, limitación de horarios y jornadas laborales, etc. También recomendaba organizar partidos propios y uniones de trabajadores bajo principios católicos: "Esta solución habrán de darla los obreros cristianos, si, agrupados en asociaciones y valiéndose de consejeros prudentes, vuelven a entrar por el camino que con gran provecho, particular y público, siguieron antiguamente sus antepasados". La tradición de cambiar de nombre La tradición de que los papas cambien sus nombres al comienzo de sus papados surge en los albores mismos del cristianismo. El propio Jesús de Nazaret rebautizó a Simón como Pedro, el fundador de su iglesia y, por lo tanto, primero entre los pontífices venideros. No obstante, el origen de esta costumbre es mucho menos bíblica y bastante posterior en el tiempo, ya que en los primeros siglos de la iglesia los obispos de Roma usaron generalmente sus propios nombres, acompañados a menudo con sus lugares de origen. Esta costumbre cambió en el año 533, en las ruinas del Imperio Romano, cuando el elegido, Mercurio di Proietto, decidió llamarse Juan II para no llevar la denominación de un dios pagano. Su pontificado duró dos años, hasta el 535, pero a partir de ese momento muchos de sus sucesores decidieron imitarle cambiando sus nombres de pila por el de apóstoles, mártires y otros jerarcas del cristianismo. Con el paso del tiempo, esta práctica de la elección del nombre ha significado en muchas ocasiones toda una declaración de intenciones. Por ejemplo, el argentino Jorge Mario Bergoglio sorprendió al estrenar en 2013 el nombre de Francisco en honor al santo de Asís que rechazaba la riqueza y quería cuidar de los pobres. Bergoglio después explicaría que fue el cardenal brasileño Claudio Hummes quien se lo sugirió al poco de ser elegido en el cónclave: "No te olvides de los pobres". Juan Pablo I (1978), fue el primero en unir dos nombres, recogiendo la herencia de sus dos influyentes predecesores, Juan XXIII (1958-1963) y Pablo VI (1963-1978), encargados de inaugurar y clausurar el revolucionario Concilio Vaticano II (1962-1965). Tras el fugaz reinado del 'papa de septiembre', pues gobernó solo durante 33 días, llegó el largo pontificado de Juan Pablo II. Los nombres más usados Hasta la fecha, el nombre preferido por los pontífices de la historia ha sido Juan, el 'discípulo a quien Jesús amaba', que se repitió en 21 ocasiones. Le sigue, con 16, el nombre Gregorio, el último el benedictino italiano Bartolomeo Alberto (1831-1846), y el nombre Benedicto, como el alemán Joseph Ratzinger (2005-2013). El nombre Clemente, en tanto, se ha repetido en catorce ocasiones, mientras que Inocencio y León se repitieron en trece oportunidades, Pío en doce, Stefano en nueve, Bonifacio en ocho y Urbano también en ocho.

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