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Concordia » El Heraldo
Fecha: 08/05/2025 15:06
Bajo el título “No volvió, pero vino”, los obispos reflexionaron sobre la cercanía espiritual del Papa argentino, aún en su ausencia física del país. Recordaron las primeras palabras que dirigió a los argentinos en la madrugada del 19 de marzo de 2013: un llamado al cuidado mutuo, a proteger la vida, la familia, la naturaleza, y a evitar el daño y la crítica entre hermanos. “El papa Francisco nos enseñó que el nombre de Dios es Misericordia”, afirmaron los prelados, destacando que el propio Francisco se definía como “un pecador perdonado por Jesús”. Bajo su magisterio, la Iglesia fue llamada a convertirse en un “hospital de campaña” para los heridos de la vida, una Iglesia abierta, “sin puertas”, que tiende puentes y cultiva el encuentro. Los obispos reconocieron que la figura del Papa fue un faro de empatía en tiempos de individualismo, un profeta de la dignidad humana frente a las desigualdades y conflictos, y un líder que, especialmente durante la pandemia, recordó al mundo que “nadie se salva solo”. El mensaje incluyó también un mea culpa: “Pedimos perdón por las veces que no estuvimos a la altura del magisterio de Francisco”, señalaron, aludiendo a las discusiones estériles que, según reconocen, paralizaron la acción pastoral y enfriaron la audacia apostólica. Muchos argentinos se preguntaron durante años por qué Francisco no visitó su tierra natal siendo Papa. La respuesta, sugieren los obispos, podría estar en la vivencia de estos días: “Su último viaje sentimos que fue a nuestro país, está aquí”, afirmaron, interpretando su legado como un impulso para renovar la misión evangelizadora y esperar unidos al nuevo pastor universal que será elegido en el próximo cónclave. Finalmente, encomendaron a Dios y a la Virgen de Luján este tiempo de la Iglesia, pidiendo que Francisco sea recibido en el Cielo, mientras la Iglesia argentina sigue caminando inspirada por su ejemplo.
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