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  • Misterio en Pozo Molina, Formosa.

    Parana » Regionlitoral

    Fecha: 07/05/2025 09:41

    Francisco, el pilagá, andaba merodeando en las cercanías de su localidad, Pozo Molina, a la siesta, acompañado de su fiel perro Cino, no muy convencido de esta salida, por lo que se rumoreaba últimamente en su comunidad.Varios días atrás, rayando el mes, uno de sus paisanos volvió, casi a la misma hora en que él estaba paseando, medio loco por el susto que se pegó. Quedó mudo varios días y luego, cuando recuperó el habla, no se acordaba de nada. Por lo tanto nadie supo lo que pasó.Tres días después, a la misma hora, encontraron a una mujer desmayada, con una clara expresión de miedo en la cara, en la misma zona. Cuando recobró el conocimiento, tampoco pudo hablar y contar lo que le había pasado.Después acontecieron una serie de hechos raros que lograron intranquilizar a la comunidad.Por eso estaba él merodeando en las cercanías de la comunidad y del bañado, a la siesta. Tratando de averiguar que es lo que molestaba a sus paisanos y rompía la tranquilidad de los mismos. Si era cosa de este mundo, entre Cino y su escopeta, o su arco y flechas, él lo arreglaría rápidamente. Pero… si no era…esa posibilidad lo intranquilizaba y lo llevaba a acentuar la utilización de sus sentidos. Alerta máximo.De cualquier manera, al saber que la dupla Francisco-Cino se hizo cargo del tema y que estaban recorriendo los lugares donde ocurrieron los hechos, tranquilizó a su gente. Todos tenían gran admiración y respeto a esa pareja, pues eran los principales cazadores proveedores de alimentos del poblado y los que conocían mejor y a fondo por andar continuamente en esos montes; gracias a Dios, todavía no sobre explotados por el hombre blanco.Recién ahora y por la atracción en que se convirtió como recurso turístico el bañado La Estrella, está incursionando otro tipo de gente, que, de cualquier manera, se muestra respetuosa y admira todo lo que la zona ofrece en materia naturaleza. Saca fotos y filma solamente, además de mostrar claras expresiones de disfrute ante todo lo que ven. Nos vienen bien, porque les podemos vender a buen precio nuestras artesanías.Esa siesta y varias más transcurrieron con la calma habitual de los montes formoseños. Solo las iguanas y lagartijas correteaban en un sin fin de persecuciones entre ellas, su alimento y sus predadores.Luego de un tiempo, Francisco cansado, empezó a prestar atención y a dedicarle más tiempo a la caza, pensando y convenciéndose a si mismo que todo fue fruto de amores clandestinos, en un sano intento de llegar a una solución, a una respuesta de lo que había pasado.Tranquilo con este pensamiento, abandonó las salidas a la siesta y se dedicó a sestear y tomar tereré en esas tórridas horas del verano formoseño.Poco después partió al pueblo más cercano a vender los productos artesanales de su comunidad. Este trabajo le llevó junto a otras actividades menos lucrativas, cerca de un mes.Cuando regresó, antes de lo previsto, por un raro presagio, encontró a su gente muy convulsionada, muy asustada. Atemorizada quizás.Lo peor: nadie sabía o podía explicar nada. Todo era conjeturas. Lo cierto es que dos adolescentes de unos 14 años desaparecieron sin dejar rastros. O señales.El hecho de que eran de sexo opuesto y que todos en la aldea sabían que estaban ligados por el lazo fuerte del amor, los convenció al principio, que era una escapada amorosa.Luego de una semana del alejamiento de la pareja empezaron a preocuparse y a buscarlos en todas partes. Solo encontraron sus huellas que llegaban hasta el bañado…después…nada.Enterado Francisco parte raudo con Cino a la zona donde desaparecieron: el bañado. Este había crecido como nunca y su majestuosidad natural se acrecentaba más aún por su desborde.Animales de todo tipo abundaban y se los podía apreciar fácilmente. Lo que más llamaba la atención era el número y tamaño de las Curiyú, boas constrictoras de gran porte. Tiempo atrás, la gente las cazaba porque el cuero se pagaba bien y se permitía. Ahora no, por desvalorización del precio y por prohibición. Quizás por eso aumentaron de tamaño, pensó Francisco. El nunca las había visto tan enormes.Pese a eso, se adentró confiado en el bañado dirigiéndose al lugar donde, hace bastante tiempo, dejó una vieja canoa.La encontró bastante maltrecha. Habituado a afrontar contingencias se allanó con todo al acondicionamiento de la embarcación en un intento de volverla navegable.Le llevó dos días de intenso trajín tornarla utilizable. Y al tercero se lanzó por el bañado, aguas abajo, rumbo a otra localidad aborigen llamada El Descanso, también perteneciente a gente de la raza Pilagá.Navegaba con aprensión. Algo en el ambiente lo intranquilizaba y lo peor, no sabía porque estaba así, en esas condiciones de desasosiego. Cino tampoco las tenía todas consigo. Se lo veía como nervioso, más atento de lo acostumbrado, inclusive en más de una ocasión, su cola se direccionaba a las patas, signo inequívoco de miedo o de máxima alerta en los perros.Igual siguió avanzando por las aguas llenas de vegetación en busca de correderas donde la navegación se hace más liviana y rápida. Los champales desfilaban a su paso, como fantasmas verdes en lento escape.La siesta lo sorprendió a mitad de camino, el sol abrasador refulguraba calentando las aguas y las plantas. Los curiyúes que a esa hora tomaban sol para energizarse y así poder soportar los momentos de cacería y digestión, parecían convulsionados. Todas las que veía se tiraban desde las ramas donde descansaban, al suelo líquido y parecía que huían despavoridas.Francisco, nunca había visto algo así. Ni notado a su pioc en esa actitud de miedo constante.No pasó mucho tiempo y ya empezaba a tranquilizarse, por el acostumbramiento quizás, cuando algo enorme pasó bajo su canoa y la sacudió de tal forma que cayó al fondo de la embarcación mientras oía el aullido lastimero de Cino. Cuando recobró el equilibrio el perro no estaba, había desaparecido. Se paró cuan alto era en la canoa atisbando a su alrededor en busca de su can y que es lo que los había chocado, con la pértiga en una mano y el machete en la otra. Su escopeta yacía en el otro extremo, tirada. Del perro…nada.Minutos después remaba desesperado alejándose del lugar cuando otro movimiento sinuoso rozó su canoa haciéndola volcar. Su grito se prolongó en el tiempo, en el espacio…en la nada.Días después la canoa fue avistada navegando por el bañado, solitaria y plácida. Fue recogida por los lugareños quienes aún comentan lo ocurrido con la dupla Francisco-Cino, en las noches de fogón formoseñas.P.D.Pioc: perro en Qom y Pilagá.Curiyú: Anaconda amarilla, boa constrictor.Libro: Pozo Molina, paraje Pilagá formoseñoAutor: Carlos Felipe Arnedo

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