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» Diario Cordoba
Fecha: 06/05/2025 06:59
Los trabajadores de Ximénez Group y los de las diferentes casetas trabajan a destajo para tener en tiempo y forma todo montado de cara a la Feria de Córdoba, que comienza el próximo 24 de mayo. El Arenal está lleno de trabajadores, pero está vacío de servicios para atenderles, salvo por un bar con una terraza al aire libre, como un chiringuito que es como un oasis en el desierto y que monta desde hace cuatro años la bailaora Isabel Teno, conocida ya en el recinto por todos los trabajadores que le agradecen cada día por sus servicios y sus precios asequibles. Este recinto se monta cada año en la calle Guadalquivir con el objetivo de atender a los trabajadores que montan la portada y las casetas. Funciona un mes, este año desde el 22 de abril y hasta el 22 de mayo y la adjudicataria es un año más Isabel, o Isa, como todos le llaman. Está cada día en el bar improvisado -pero muy bien montado- en El Arenal, junto a siete trabajadores fijos (muchos de ellos familiares) que trabajan para darles de comer y beber a los obreros. Isabel y sus trabajadores. / Manuel Murillo «Estoy muy contenta con los caseteros y los montadores, son ya como familia», no duda en expresar mientras atiende a sus clientes o saluda con un abrazo a otros, con un cariño que se ha construido en estos cuatro años de trabajo. Además del buen trato y la alegría que transmite Isa y todo su personal, destaca por sus buenos precios, porque entiende que son trabajadores asalariados y necesitan «precios razonables» para comer, tomarse una cerveza y descansar un poco de la faena del día. Ofrece desde bocadillos de cualquier tipo, lomo, hamburguesa, panceta, queso o tortilla a 6 euros, raciones de flamenquín, croquetas o salmorejo y, además, un guiso al día. Ayer tocó lentejas, y el plato solo cuesta 5 euros, mientras la lata de cerveza cuesta 1,80 e incluso suele fiar. Isabel afirma que prefiere ofrecer precios populares y vender más cantidad y que ese modelo le ha dado rentabilidad en los últimos cuatro años, desde que se presentó para regentar el chiringuito tras trabajar en él durante un año. «Ellos están como en su casa, incluso entran a la barra. No he tenido ningún problema ni queja, son gente sana y trabajadora y entre todos nos ayudamos», asegura sobre los trabajadores, a los que intenta también animar cuando puede bailando una sevillana. La bailaora se dedica a la hostelería porque «del flamenco no se puede vivir dignamente» y aunque eso es una lástima, los trabajadores de El Arenal hoy agradecen tenerla. Suscríbete para seguir leyendo
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